Sus primeras canciones de cuna fueron tangos. Cuando la bailarina argentina Cecilia Figaredo era aún una niña, su tío Roberto Florio, el reconocido cantor fallecido en 1993, le susurraba tangos al oído para hacerla dormir. Su favorito era Tinta roja.
Figaredo aterrizó en Santiago ayer junto a su esposo, el compositor musical Andrés Serafini, y su hijo Mauro de casi un año. Desde el hotel donde se hospeda, en Providencia, recuerda que la última vez que puso un pie en Chile fue exactamente hace tres años, en Frutillar, cuando presentó un adelanto de Boulevard tango, su primer montaje como directora e intérprete. Tres años más tarde, el mismo espectáculo se convertiría en la excusa para volver a cruzar la cordillera fugazmente.
"La idea era escarbar un poco en mis recuerdos. Además de mi tío Roberto, crecí escuchando la orquesta que dirigía un tío político mío, Osvaldo Pugliese. El era un maestro. Pasaron varios años y todos, incluido mi marido y Julio (Bocca), me aconsejaron que creara un montaje que rozara directamente el tango, además de mi propia historia", cuenta.
Figaredo partió en la danza a los 16 años. Desde su primera clase en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, supervisada por Lidia Segni y Wilhem Burgmann, entre otros connotados, explotó todo su delicado aunque soberbio desplante en escena. Así cautivó a maestros, obtuvo medalla de bronce en el Concurso Internacional de danzas de Trujillo, una mención de honor en el primer Concurso Mundial de Ballet y Coreografía en Río de Janeiro, y con 26 años ingresó al Ballet Argentino de Julio Bocca, el reconocido bailarín trasandino que actualmente reside en Uruguay y quien dirige el Cuerpo de Baile del Sodre -designado por José Mujica-, de quien se convirtió en musa y partenaire durante dos décadas y hasta su retiro de los escenarios, en 2007.
Mimada. Los argentinos la llamaron la mimada de Bocca.
"Julio fue fundamental en mi búsqueda de lenguaje corporal", cuenta Figaredo, "todo bailarín carga con su formación clásica porque es una base fundamental, aunque es muy difícil de sacársela de encima. Gracias a él experimenté en lo contemporáneo, y parte de eso es lo que quiero mostrar con este montaje".
Figaredo se sabe una mimada, aunque de la danza. Con 40 años, y luego de haber sido la primera figura del extinto Ballet Argentino y haber viajado por el mundo bailando y bailando como siempre quiso, es capaz de llenar a tablero vuelto cada teatro de su país en donde se presenta.
Boulevard tango no ha sido la excepción. Tras estrenarse en 2012, el montaje ha girado por todo Argentina y otros países de Latinoamérica, incluido Chile. Este viernes, y solo por el fin de semana, Figaredo mostrará su ópera prima como directora en el Teatro Nescafé de las Artes. Sobre el escenario habrá ocho bailarines -incluida ella-, cinco músicos y una cantante. "Más que un show de tango, es uno de danza con una banda sonora tanguera, toda compuesta por Andrés Serafini", cuenta Figaredo. "Además de mis recuerdos, me reencontré con el desgarro del tango y un lenguaje nuevo. Esa es y será mi búsqueda", resume.