Era un ejercicio de entrenamiento. Una actividad programada, una demolición bajo el agua en el sector de caleta Hornillos, en Laguna Verde, que utilizaba explosivos.
Pero por razones que se investigan, una de esas explosiones alcanzó a los infantes de Marina sargento primero Marcos Llancavil Arce, al teniente segundo Miguel Casas-Cordero Menéndez y al cabo primero José Luis Valenzuela Valderrama, todos de dotación del Comando de Fuerzas Especiales de la Armada.
"Mientras se efectuaba una práctica de demoliciones bajo el agua con explosivos en el sector de caleta Hornillos, en Laguna Verde, Valparaíso, se produjo un accidente con resultado de muerte", explicaba el fiscal naval, contraalmirante Julio Leiva.
Además, agregó que "son explosivos que manejan las fuerzas especiales en su entrenamiento característico, vale decir, lo que habitualmente hacen. Las fuerzas especiales emplean como uno de sus medios principales para sus operaciones explosivos, y en el marco de ese entrenamiento para el empleo de esto ocurrió el accidente".
Según la investigación, los marinos fallecidos -que poseían entre siete y 16 años de experiencia como comandos- se hallaban a 50 metros desde la costa hacia altamar, a seis metros de profundidad, con los equipos correspondientes. Llancavil murió en el lugar, mientras que Casas-Cordero resultó con graves heridas que terminaron con su vida cuando era trasladado al Servicio de Urgencias del Hospital Carlos van Buren.
A esa altura se desconocía el paradero de Valenzuela. Durante cuatro horas se implementó un gran despliegue, tanto en el mar, con el apoyo de una lancha patrullera clase Arcángel, así como por aire, con helicópteros, y en el lugar del accidente con botes zódiac y buzos submarinos, apoyados por ocho peritos de la Brigada de Homicidios de la PDI.
Su cuerpo fue encontrado a las 16.45, en el sector sur de cabo Hornillos, una zona en que es habitual la práctica de pesca artesanal. "Estamos acostumbrados a ver los helicópteros y cómo se tiran los marinos. Es habitual para nosotros, pero una pena que pasen estas cosas en nuestro balneario", explicó Víctor García, un pescador de la zona.
El Servicio Médico Legal retiró los cuerpos a las 19.15 horas, para trasladarlos a Valparaíso, lugar en donde la familia del teniente Casas-Cordero y el alto mando de la Armada realizaban los trámites para el retiro de sus restos. La familia consolaba a la viuda del uniformado, una joven con la que se casó por el civil en el mes de mayo, y con quien iba a contraer matrimonio religioso en septiembre.
Investigación
Por instrucción de la Fiscalía Naval se requirió del apoyo del Laboratorio de Carabineros, por contar con el único perito criminalista subacuático, el capitán Luis Torres. El funcionario, quien ayer realizó observaciones preliminares, será el encargado de concretar las pericias en el sitio del suceso durante la investigación, que podría extenderse por más de una semana, dependiendo de las condiciones climáticas.
Esos antecedentes van a concluir en un informe pericial final "que va a ser puesto a disposición de la fiscalía para ilustrar cómo ocurrieron los hechos", indicó el capitán Claudio Pavez, jefe de Labocar.
Además, agregó que "ellos, por los antecedentes que se manejan, estaban realizando maniobras de instalación de un elemento explosivo, y va a ser fruto de la investigación el poder establecer por qué detonó".
Pavez añadió que "la Policía de Investigaciones que está enfocando su trabajo en el examen externo de los cuerpos. También está siendo interrogado personal de la Armada que tomó participación en el procedimiento".
Trascendió que el origen del accidente no sería una falla humana, sino que podría deberse a un desperfecto en el artefacto explosivo.







