Los principales oficiales de la CIA en Afganistán estaban entusiasmados. Tras años de búsqueda, uno de sus más importantes informantes tenía datos serios sobre el "número dos" de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri. Entonces la cúpula de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense convocó a una reunión urgente en su base en Khost con su hombre: un médico jordano con antiguos vínculos con Al Qaeda, "reformado" por Jordania y que ahora colaboraba con la inteligencia de ese país y de EE.UU. La reunión marchaba sobre ruedas, hasta que el informante detonó una serie de explosivos que llevaba adosados a su cuerpo, dando muerte a siete altos oficiales de la CIA la semana pasada. El atacante pudo llevar adelante su acción, de acuerdo a la prensa norteamericana, gracias a su particular condición de "triple agente".

Según el diario The New York Times, el suicida fue identificado como Human Khalil Mohammed, de 36 años y cuya historia se asemeja a las acciones de los doble agentes durante la Guerra Fría. De acuerdo con funcionarios occidentales citados por el periódico neoyorquino, hace más de un año Mohammed fue arrestado en Jordania por sus vínculos con los talibanes y la red de Osama bin Laden, pero al poco tiempo abandonó la cárcel -donde según Al Jazeera fue torturado- tras ser reclutado por los servicios de inteligencia de Jordania.

Dada su cercanía con la medicina, tanto las autoridades jordanas como las norteamericanas consideraron que Mohammed era ideal para infiltrarse en Al Qaeda con el objetivo de atrapar al también médico egipcio Al Zawahiri. La idea era que Mohammed se hiciera pasar por un jihadista extranjero. Sin embargo, Washington no contaba con que su informante nunca había dejado de ser un jihadista. Según las fuentes del Times, cuando el espía llegó a la base Chapman, en Khost, zona dominada por los más poderosos "señores de la guerra" afganos, nadie lo registró. Además, llegó acompañado por un oficial de inteligencia jordano identificado como Sharif Ali bin Zeid, que contaba con la más alta confianza de EE.UU. y que también murió en el ataque.

Graves consecuencias

La acción se transformó en la peor matanza de agentes de la CIA desde el atentado contra la embajada estadounidense en Beirut en 1983, en la que murieron ocho funcionarios de la agencia. Al mismo tiempo, los analistas señalaron que el ataque representa un fuerte golpe para la CIA y no sólo por la desaparición de un equipo de elite, sino porque posterga la esperanza de la agencia en poder infiltrarse en la cúpula de Al Qaeda. También el ataque deja en evidencia la habilidad de los rebeldes islámicos para golpear objetivos de EE.UU. en Afganistán. Por otro lado, The New York Times afirmó que el hecho puede complicar las relaciones entre la CIA y la inteligencia jordana. Ni la CIA ni Amman han querido comentar el ataque.