Tras meses de malas noticias, de altas cifras de desempleo, economías en recesión, duras medidas de austeridad y violentas protestas, los líderes de la Unión Europea (UE) fueron sorprendidos ayer con el anuncio del Comité Noruego de que el bloque había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz, por su "contribución a la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en los últimos 60 años en Europa". Esto, pese a que el continente enfrenta una de las peores crisis económicas de su historia, que ha generado una tensión social que amenaza su cohesión e, incluso, su futuro.
Al fundamentar las razones del premio, el comité reconoció los conflictos al interior del bloque, pero destacó "el papel estabilizador de la UE (que) ha ayudado a transformar la mayor parte de Europa de un continente en guerra a uno de paz". Al ser consultado sobre cómo será recibido el premio en los países de la eurozona más golpeados por la crisis, como Grecia, Irlanda o España, el presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjorn Jagland, respondió: "Por lo que sé, una gran, gran mayoría de los ciudadanos en esos países está a favor de seguir en la UE". También subrayó que la decisión se tomó este año por unanimidad entre los cinco miembros del comité, que está formado de manera proporcional por representantes de diferentes partidos políticos noruegos, dos de ellos críticos con la UE.
Además, indicó que deberá ser el bloque el que decida quién viajará a Oslo, en diciembre, para pronunciar el discurso y recibir el premio, dotado con ocho millones de coronas suecas (US$ 1,2 millones). Según la agencia Reuters, en un gesto claro "de una organización que a menudo tropieza al intentar hablar con una sola voz, ni siquiera está claro quién recibirá el premio en su nombre". El presidente del Consejo Europeo -que representa a los jefes de gobierno de los estados miembros-, Herman Van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, reclamaron el trofeo. Pero el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, dejó en claro que él también espera ser invitado a la ceremonia de Oslo.
Por otro lado, la líder del país con la economía más fuerte del bloque y considerada símbolo de las medidas de austeridad, la canciller alemana, Angela Merkel, calificó el premio como una "decisión maravillosa", y dijo que personalmente la inspiraba a seguir adelante para lograr una mayor integración en el continente. Van Rompuy calificó la noticia como un "increíble honor". Se trata del "mayor reconocimiento posible de los profundos motivos políticos que están detrás de la UE", escribió en Twitter. El mandatario francés, François Hollande, manifestó que el galardón obliga a los líderes europeos a perseguir una Europa "más unida, justa, fuerte y que proteja la paz".
Así, mientras por un lado algunos se abrazaban y celebraban, por el otro lado de la vereda, los euroescépticos y quienes sufren la crisis criticaron el premio. "No tiene sentido". Así de tajante fue el líder del Partido de Independencia de Reino Unido, Nigel Farage. El Presidente de República Checa, Vaclav Klaus, calificó la decisión como "una broma pesada". Mientras que en Grecia, uno de los países más castigados por la crisis, las críticas llegaron del partido de izquierda Syriza. "Es una hipocresía que ofende a los pueblos europeos", señaló ese movimiento. "El Comité del Nobel tiene que bajar de su torre de marfil y ver lo que pasa en el terreno", dijo la líder del Frente Nacional en Francia, Marine Le Pen.