En las zonas del hemisferio norte, científicos de EE.UU. y Canadá determinaron que los veranos más calurosos han provocado el derretimiento de los hielos marinos del Artico. Eso, sumado a las condiciones atmosféricas cálidas, permite una mayor retención de humedad en el ambiente, condiciones que se trasladan hacia el sur por acción de los vientos, provocando inviernos más fríos y lluviosos en los países de Norteamérica.