En la sentencia más emblemática de la campaña lanzada por el Presidente Xi Jinping contra la corrupción, la Justicia china condenó ayer a cadena perpetua al poderoso ex jefe de seguridad, Zhou Yongkang, tras hallarlo culpable de sobornos, abuso de poder y de filtrar secretos del Estado en un juicio a puertas cerradas contra el único ex miembro del Comité Permanente del Partido Comunista de China (PCCh) que ha sido objeto de una investigación judicial desde la fundación de la República Popular, en 1949.
Zhou, de 72 años y también antiguo director general de la mayor petrolera china (CNPC/Petrochina), fue juzgado el 22 de mayo por el Tribunal Popular Intermedio Número Uno de Tianjin, ciudad a unos 150 kilómetros de Beijing, aunque el proceso fue mantenido en secreto hasta ayer por involucrar secretos de Estado.
Según la agencia oficial Xinhua, el ex "zar de la seguridad" aceptó la sentencia, mostró arrepentimiento y optó por no apelar el veredicto, en el que también se ordenó la privación de por vida de sus derechos políticos y la confiscación de sus bienes.
"Acepto las acusaciones de la fiscalía, y los hechos básicos están claros; admito mi culpabilidad y estoy arrepentido", dijo Zhou a la corte según citó la agencia Xinhua. "Violé las leyes y las reglas del Partido (Comunista) incesantemente, y mis crímenes han tenido como consecuencia graves pérdidas para el Partido y la nación", señaló, con semblante serio, tras oír la sentencia.
La televisión estatal Cctv mostró imágenes de Zhou durante el juicio en las que el político, privado de libertad desde mediados de 2013 y que no había sido visto en público desde entonces, aparece demacrado y con el pelo completamente blanco, cuando antes de su arresto era negro.
Según el tribunal, Zhou recibió, directa e indirectamente, un total de US$ 21 millones en sobornos y aprovechó su influencia para que otros obtuvieran ganancias por US$ 343 millones en negocios que causaron pérdidas por US$ 229 millones al tesoro nacional, presumiblemente por la venta de bienes estatales por debajo del costo, informó The Associated Press. Sus acciones "causaron enorme daño a las finanzas públicas y los intereses de la nación y el pueblo", dijo el tribunal.
La sentencia añade que pese a que los sobornos -un delito penado con la muerte en China- fueron "enormes", hubo circunstancias a favor de Zhou, como el hecho de que confesara los delitos, que muchos sobornos se entregaran a sus espaldas o que todo el dinero haya sido recuperado. Además se subraya que la revelación de secretos de Estado "no tuvo consecuencias graves".
Al ordenar la investigación sobre Zhou, Xi rompió una regla implícita -consignó Reuters- referida a que los miembros del Comité Permanente del PCCh (el limitado grupo de líderes, actualmente siete, que controla el poder en el régimen) no serían sometidos a ese tipo de escrutinio hasta después de retirarse. Zhou ocupó ese cargo entre 2007 y 2012, y antes fue ministro de Tierra y Recursos (1998-99), principal responsable del PCCh en la provincia interior de Sichuan (1999-2002) y, entre 2002 y 2007, titular de la cartera clave de Seguridad Pública. En ese cargo, Zhou controló la policía, los servicios paramilitares, las redes de inteligencia y el espionaje. Como responsable de los servicios de seguridad en toda China, aseguró Ansa, había logrado obtener un presupuesto superior al del Ejército.
El gran poder que Zhou acumuló convirtió su juicio en uno de los que más expectación ha causado en la historia moderna de China, comparable al que en 1981 se organizó contra la llamada "Banda de los Cuatro" -en la que estaba la viuda de Mao Zedong, Jiang Qing- por los crímenes de la Revolución Cultural (1966-76). También se asemeja, según EFE, al proceso que en 2013 se dirigió contra el ex ministro de Comercio Bo Xilai, condenado a cadena perpetua por corrupción, y aliado del propio Zhou en una facción para muchos observadores adversaria de la que ahora controla el poder en el PCCh, encabezada por Xi Jinping.
La sentencia a Zhou se enmarca en la campaña anticorrupción que ha sido el gran símbolo del gobierno de Xi, quien aseguró a comienzos de su mandato que en su lucha contra el fraude caerían "tanto tigres como moscas", en alusión a políticos a todos los niveles.
Zhou es para la propaganda oficial china el "gran tigre enjaulado" de esta inédita campaña.