Los nuevos líderes chinos iniciaron su mandato ayer con la promesa de una economía menos desequilibrada, un gobierno más limpio y eficiente, una sociedad más justa y una intensificación de los esfuerzos contra la corrupción. Así lo aseguraron el Presidente, Xi Jinping -quien se comprometió a luchar por el "gran renacimiento de la nación china"-, y el primer ministro, Li Keqiang. El primero, en su discurso ante los cerca de 3.000 diputados chinos en la clausura de la sesión anual del Parlamento, en el Gran Palacio del Pueblo, en Beijing, con el que quedó cerrado el proceso de transición de poder a la nueva generación de dirigentes. El segundo, en conferencia de prensa ante cientos de periodistas, en uno de los salones del mismo edificio.

Xi pidió "arduos esfuerzos para la continua materialización del gran renacimiento de la nación china y el sueño chino", aunque no explicó en qué consisten ambos. También instó al Ejército a que refuerce su capacidad para "ganar batallas", volvió a advertir sobre la necesidad de "luchar contra la corrupción", que, según aseguró, es una amenaza para la continuidad del Partido Comunista Chino (PCCh), y exhortó a los diputados a que rechacen "con determinación el formalismo, la burocracia, el hedonismo y la extravagancia".

Poco después, Li Keqiang, en su condición de nuevo jefe de gobierno, prometió que el régimen responderá a las demandas de la gente, reducirá las grandes diferencias sociales, proporcionará mejor cobertura sanitaria, luchará contra la corrupción, hará frente a la degradación medioambiental y reformará en profundidad el modelo económico. "La prioridad número uno será mantener un crecimiento económico sostenible", afirmó el también responsable de la política económica, para insistir a continuación en la necesidad de dar más espacio a las fuerzas del mercado. "La clave es la transformación económica. Necesitamos combinar los dividendos de la reforma, el potencial de la demanda doméstica y la vitalidad de la creatividad", agregó. "No debemos buscar el crecimiento económico a costa del medioambiente. Ese crecimiento no satisfará a la gente", señaló Li, mientras la calidad del aire en Beijing era calificada de "muy peligrosa".

El premier chino también anunció la eliminación de los campos de "reeducación", y una eventual modificación del sistema de permisos de residencia para favorecer el traslado de millones de campesinos a la ciudad. Asimismo, Li se comprometió a trabajar con el Presidente de EE.UU., Barack Obama, para forjar "una nueva clase de relación entre dos grandes países", a fin de mantener la paz en la región del Asia-Pacífico.