Luces de neón tipo discoteca y un instructor que también las hace de DJ. La música electrónica retumba en una sala pequeña, pero repleta de fanáticos del spinning. Las mujeres son mayoría y entre los pocos hombres, con una polera azul encendido, destaca la presencia del hoy capitán y líder de Deportes Temuco. Son las 8.45 de la mañana y el día comenzó hace rato para Arturo Sanhueza, cuya rutina parte siempre con llevar a sus niños al colegio y una sesión de pesas antes de la bicicleta estática.

A sus 36 años, el otrora dueño absoluto del camarín de Colo Colo asume silenciosamente su nuevo estilo de vida. Lejos de las conferencias de prensa, lejos de la presión del Monumental, lejos de la mediática Primera División. El sueño de volver a la máxima categoría está muy vivo, eso sí. Está feliz en la capital de la Novena Región, dice, aunque también le aburren la lluvia y el frío propios de la zona. Posiblemente ésta será su última estación en el fútbol, y suena curioso que Marcelo Salas, máximo ídolo de Universidad de Chile, sea su jefe. El Matador es el propietario del club que hoy busca, ante Unión San Felipe, asegurar su presencia en la liguilla para el ascenso.

A fines de 2012, Sanhueza tomó la decisión de dejar el profesionalismo. Apresurada medida, apunta: "A los seis meses me picaban los pies. Me pasaba el día en el gimnasio, necesitaba gastar energía", relata, mientras retoma sus ejercicios de musculación, tras 45 minutos de intenso pedaleo. El tiempo no es mucho, ya que a las 10.30 debe presentarse a entrenar con su equipo. Para alegría del volante, hay sol en Temuco y la temperatura es más que agradable. Los medios locales lo están esperando, para hablar del gol (maradoniano, según describe un reportero radial) que le anotó a Concepción, el elenco de su ciudad natal, en la fecha previa a esta nota.

Está claro que Rey Arturo, el original, es un personaje en la Primera B. Su historia en el balompié local es larga, partió el 7 de julio de 1996, con la camiseta de Fernández Vial. Son 19 años de carrera, en los que acumula 707 partidos, 16 de ellos con la selección nacional. De los jugadores activos, de hecho, es el que suma más juegos en el cuerpo. Y todavía le queda mucha cuerda.

"Obviamente me debo cuidar más que el resto. Eliminé de mi dieta las gaseosas, y controlo mucho los carbohidratos. Cero alcohol y me obligo a entrenar cinco a seis horas diarias. Como varias veces al día, frutos secos, carne magra... Además, salvo en ocasiones especiales, intento estar acostado siempre antes de las 10.30, 11 de la noche", explica. En ese plan, de hecho, también ha arrastrado a sus hijos Lukas (9 años) y Constanza (13), quienes tampoco toman bebidas gaseosas.

Es la lucha particular de Sanhueza contra el retiro en cancha. Con sus actuales colores, de hecho, ya llegó a los 104 duelos, lo que le valió un reconocimiento del club. "Fue Marcelo (Salas) el que me convenció de venir a Temuco. Y con él ni siquiera hablamos de plata. Me acuerdo que llegué un sábado y Fernando Astengo (el técnico en aquellos días) me nombró de inmediato capitán. Varios acá podrían tomar ese rol, uno lo tiene por ser mayor, quizás". Fue más que un acto simbólico, pues una de las grandes misiones del mediocampista era darle forma a un camarín desunido, tras la reciente fusión de Deportes y Unión Temuco, equipos antagonistas hasta esa fecha.

"No había una buena convivencia después de la unión de los dos planteles. Fue un trabajo de todos sacarlo adelante", recalca. Su entrenador en la actualidad es Luis Landeros, de 41 años, ex colaborador de Sampaoli. "Esperaba encontrarme un jugador distinto, de ésos que ya no les gusta entrenar. Y me sorprendí, porque es todo lo contrario. Tiene claro cuál su rol y reconozco que he aprendido mucho de él", comenta el DT, luego de la práctica, mientras Sanhueza se alista para ir a su casa. Son las 14 horas y el acuerdo es volver a reunirse a las 15.30, en un café de la ciudad.

Una hora antes, el sol obligaba a usar ropa ligera. A la hora de la reunión, sin embargo, la lluvia es copiosa, justo como le desagrada a Sanhueza. Pese a que el restaurant está cerca de su casa, está obligado a moverse en automóvil para no quedar empapado. Es el momento de la conversación más reposada, sobre su carrera y las historias en torno a su figura, con dos expresos y unas galletas sobre la mesa. El jugador tiene 40 minutos antes de partir a su última actividad del día, la que apunta a su futuro lejos de la competencia. Pero eso viene después...

¿Es el último capitán importante que tuvo Colo Colo?

No lo creo. Para mí es difícil analizar a Colo Colo hoy, porque lo veo como un hincha. Quiero que gane siempre, por los jugadores que están ahí. Fierro, Paredes... Siempre que puedo voy al estadio a verlos, pero me pongo en lugares donde no me vean.

¿Qué le pareció el despido de Suazo, su ex compañero?

Lo de Chupete nos toca a todos. Jugué con él, lo quiero, lo admiro, por sus goles y todos los partidos que nos hizo ganar. No sé la interna, pero me sorprende la forma en que sale. Él es un jugador al que se le debe entregar mucho cariño y el tiempo que compartí con él en Colo Colo y en la Selección, siempre fue muy respetuoso.

¿Es usted un jugador mala leche?

No soy mala leche, es un mito que se formó sobre mí. Lo que pasa es que defendí a muerte la camiseta de Colo Colo, con uñas y dientes. Se decía mucho sobre mí, pero de verdad nunca me escucharás hablando mal de un compañero de profesión.

¿Es el verdadero Rey Arturo?

No, ya no soy el Rey Arturo. El verdadero Rey es el mejor jugador y ése es Arturo Vidal (quien mantiene cercanía con Sanhueza). Por todo lo que ha hecho, ya me sobrepasó hace rato.

¿Bravo es un capitán para Chile?

Sí, no veo a otro jugador en la Selección que pueda ser el capitán. En sus declaraciones, su forma de ser, su forma de hablar, su nivel de competitividad. Es el líder y los que siempre hemos sido líderes nos damos cuenta.

¿Alguien se atreve a putearlo hoy en una cancha?

Un buen reto siempre hace bien, pero en la cancha a mí no me putean, porque me respetan. La última puteada que recibí jugando fue de mi hijo de nueve años y me hizo sentir mucho peor. Fue el día que me expulsaron acá en Temuco, él estaba en la platea y unos tipos empezaron a hablar mal de mí. Fue tanto que Lukas, llorando, se dio vuelta y les gritó: "¡Sanhueza es mi papá!". Se secó las lágrimas, se fue al baño y no quiso volver al partido. Después me fue a buscar, me contó eso y me puteó como nadie porque me hice expulsar. Me sentí horrible.

¿Tiene enemigos en el fútbol? David Henríquez, por ejemplo, dice que usted hizo que lo sacaran de Colo Colo.

No tengo enemigos. No voy a hablar mal de nadie. Y lo que digan algunas personas, la verdad no es tema para mí, me da lo mismo. Estoy en otra etapa de mi vida. No me referí en su momento a eso, menos ahora.

Cumplido el trámite del diálogo y luego de pedir la cuenta, Sanhueza pide una pausa para ir a su hogar a cambiarse de ropa. A pocas cuadras del café hay una manzana de edificios, en la que residen varios jugadores de Deportes Temuco. Casi todos los departamentos son del mismo Marcelo Salas y están disponibles para las figuras que están de paso por la ciudad sureña.

Pasan once minutos y fracción y el volante se asoma con el buzo de su escuadra. La diferencia es que no es de jugador, sino de técnico. Sorpresa total, pero la explicación aclara todo. Es miércoles, y todos los miércoles, Arturo debe cumplir con sus horas de práctica como entrenador formado en el INAF, curso que desarrolla en la sede que el instituto tiene en Concepción. Hay que cruzar toda la ciudad para llegar al complejo municipal Villa Turingia, en el sector de Labranza. El sol vuelve a dominar el clima, pero por culpa de la humedad que dejó la lluvia el ambiente está frío.

Son más de 60 niños, entre las categorías Sub 9 y Sub 13. La presencia de Sanhueza altera todo, muchos peques dejan sus juegos previos a la práctica y se abalanzan sobre el futbolista. Son las 17.30 y el entrenamiento dura más de dos horas. A Sanhueza le asignan un grupo para que realice ejercicios específicos de toque y control de balón. Son muy pequeños, les cuesta cumplir con las instrucciones, pero hay talento en algunos. El capitán del primer equipo muestra mucha paciencia para pedirles precisión y, básicamente, enfoque.

Arturo no sabe aún si quiere ser entrenador, pero sí tiene claro que seguirá ligado al fútbol: "Se abrió la posibilidad de estudiar y mi idea es trabajar como técnico, manager deportivo, trabajar en universidades, quizás. Quiero tener un estudio que me avale. La verdad es que tendría que haber hecho este curso mucho antes, cuando estaba en Colo Colo, como lo hicieron Miguel (Riffo), Kalule (Rodrigo Meléndez) y otros compañeros. En esos tiempos estaba dentro de una burbujita y nunca me di cuenta ni pensé en mi futuro fuera del fútbol".

Lo que sí delimita desde ya Sanhueza es que no desea trabajar en el fútbol formativo. "Quiero ir a la competencia, no sirvo para enseñar a niños", explica. Lo lógico es que su principal referente técnico sea Claudio Borghi, con quien ganó todo en Colo Colo. Pero no, Sanhueza vuelve a sorprender. "Si fuera técnico, no sería como Claudio, porque mi estilo es más lejano de los jugadores. Borghi marcó mi vida y mi carrera, es único, porque nos trataba como un papá. A mí me gusta mucho la forma de Jorge Pellicer, que dirigió en Iquique, que dicta pautas para toda la semana y es muy estricto. Igual quiero estudiarlo todo, ir a Europa, estar con Pellegrini en Europa, con Vidal, con Alexis, con Gonzalo Jara, aprender más con ellos".

El sol ya se pone, termina el entrenamiento y los menores se despiden de Sanhueza, que ya está pensando en su última comida del día, mientras consume el resto de un batido energético que siempre lleva en su vehículo. "Tengo que acostarme temprano", subraya. Y claro, a la mañana siguiente debe volver temprano al gimnasio, a las pesas, al spinning, la práctica, sus cinco comidas y toda la rutina que, a los 36 años, le permiten soñar y competir como el más niño de Deportes Temuco.