Con arenga y aviso incluido: la tarde soñada de Marcelo Salas en el recordado empate de la Roja frente a Uruguay en el mítico Centenario

Marcelo Salas celebra su primer gol ante Uruguay en 2007. Foto: Andrés Pérez/Archivo La Tercera

En noviembre de 2007, la Selección rescató una unidad en Montevideo, con un doblete del Matador, que estaba en el ocaso de su carrera. El encuentro fue calentado en la previa por Sebastián Abreu y tras el partido Arturo Vidal declaró que no estaba conforme con la paridad.



Este viernes inicia el camino de la selección chilena en las Eliminatorias rumbo al Mundial de 2026. El primer paso será en Montevideo, ante Uruguay, hoy dirigido por Marcelo Bielsa. Es un duro escollo para los nominados de Eduardo Berizzo por varios motivos. El principal problema es que futbolísticamente al combinado nacional no se le ha visto una propuesta sólida en todo el período del argentino. A eso hay que sumarle que la historia en la capital charrúa no es positiva.

Sin ir más lejos, solo en dos ocasiones la Selección ha sido capaz de conseguir algún punto en un duelo no amistoso. Nunca ha ganado allá. La primera vez que se consiguió una unidad fue en la Copa América de 1967 (llamado Campeonato Sudamericano en aquel entonces). Frente a 30 mil espectadores, Julio Gallardo y Rubén Marcos anotaban para el combinado adiestrado por Alejandro Scopelli. Luego, tuvieron que pasar 40 años para volver a sumar.

El 18 de noviembre de 2007 es una fecha que está en el recuerdo por varios motivos. Se trata de uno de los primeros encuentros de la Roja en el histórico proceso de la denominada Generación Dorada. Del once que arrancó esa tarde en el estadio Centenario, este viernes solo podría repetirse Arturo Vidal. El calificativo de memorable para aquel compromiso no solo es por el empate conseguido, sino por la actuación de Marcelo Salas, que anotó sus últimos dos goles internacionales.

Arturo Vidal fue titular ante Uruguay en 2007. Foto: Andrés Pérez/Archivo La Tercera

“Chupete, la conch...”

La Roja aterrizó en Montevideo durante la noche anterior al duelo. Por Eliminatorias, el antecedente era que Chile nunca había rescatado nada en su expedición en tierras charrúas. En esa clasificatoria, el equipo de Bielsa acumulaba tres puntos de seis posibles. Había caído por 2-0 frente a Argentina y vencido a Perú por ese mismo marcador. Existía expectativa, pero no desmesurada. El proceso del rosarino todavía no tomaba vuelo.

Chile alojaba en el hotel Radisson de la capital de Uruguay. El técnico argentino esperó hasta el final a Arturo Vidal, cuya presencia había sido puesta en duda por problemas físicos. Sin embargo, él mismo se encargó de confirmar que podría estar. Ya mostrando personalidad desde entonces, en la llegada de la comisión nacional al país oriental aseguraba que: “Lo más complicado es que son mañosos y que generalmente llevan los partidos hacia otro rumbo y eso los hace muy peligrosos”.

Pero no era lo único que se decía en la previa. Tras su viaje, la Selección se quedó en su lugar de hospedaje, sin ir a hacer el tradicional reconocimiento previo al pasto. Enterados de esta situación, en la Celeste salieron a calentar el encuentro. Sebastián Abreu aseguró que la visita desistió de asistir el recinto para “evitar ese tema del miedo escénico en el estadio Centenario”. Sus palabras calaban hondo en el orgullo de los chilenos.

El día del partido, la Roja saltó al campo con una formación compuesta por Claudio Bravo, en la portería; Cristián Álvarez, Waldo Ponce y Miguel Riffo, en el fondo; Gonzalo Jara, Arturo Vidal y Hugo Droguett, más adelantados; Matías Fernández, como enlace; dejando en ofensiva a Humberto Suazo, Marcelo Salas y Eduardo Rubio. Chupete, ante la presencia del Matador, se veía obligado a actuar por la banda derecha, un puesto que, a todas luces, no le acomodaba. Pero en el cuerpo técnico sabían del potencial del artillero, por lo que no prescindían de sus servicios.

Marcelo Bielsa, con el buzo de la Roja en el estadio Centenario. Foto: Andrés Pérez/Archivo La Tercera

Con el afán de hacerlo saltar motivado al campo de cara al segundo tiempo, Luis María Bonini, fallecido ex preparador físico del seleccionado, lo arengó con una frase recordada. “Vamos a movernos en la cancha, ahora. Nos movemos ahora de entrada, si no, nos vamos. Nos movemos ahora, si no, nos vamos”, arrancó diciendo el transandino, de manera insistente, para luego lanzar su emblemática alocución.

“Chupete, la concha-tu-hermana (sic), vamos, carajo, te quiero ver, te quiero ver, papá. ¡Vamos!, ¡Vamos!”, disparó de manera efusiva, en un momento que quedó registrado y se viralizó años después, con el lanzamiento del documental Ojos Rojos. Si bien, aquel choque no fue el mejor del oriundo de San Antonio, a la postre, cumplió con las expectativas puestas en su figura, ya que logró ser el goleador exclusivo de ese proceso eliminatorio, con 10 conquistas, por sobre las nueve del brasileño Luis Fabiano.

“Por algo vine”

Aunque hoy parezca increíble, en 2007, la presencia de Marcelo Salas en la Selección era cuestionada. No era extraño en esos días. El ariete de Universidad de Chile no pasaba por su mejor momento. De hecho, estaba en el ocaso de su carrera, la cual finalizó muy temprano, debido a las lesiones que lo aquejaron desde el 2002 en adelante. Nunca pudo retomar el nivel superlativo de la segunda mitad de los 90. Pero tampoco perdió su calidad técnica.

Marcelo Salas es fotografiado por los reporteros gráficos, luego de su anotación. Foto: Andrés Pérez/Archivo La Tercera

El Matador sabía que seguía siendo un delantero respetable y que el olfato goleador es algo que se mantiene pese a los años. Sin la velocidad de antaño, tenía un juego más posicional. Con la pelota en los pies, claro, marcaba la diferencia. No dejaba de ser un jugador complicado para los zagueros, debido a su facilidad de desmarque.

Justo antes de saltar al césped del Centenario, con la jineta de capitán puesta, Salas le dijo algunas palabras a sus compañeros en el túnel. “Ya po’, hueones (sic), hagamos lo nuestro. Siempre hemos jugado bien al fútbol, hueón, ahora le vamos a meter un poco más”, expresó. Instantes posteriores, solo a segundos de que inicie el partido, el temuquense tuvo un diálogo con el paramédico de la Roja, Eduardo Urrutia, que con el tiempo sería difundido por Canal 13. “¿Vienes a cambiar la historia de nuevo?”, le preguntaba el profesional de la salud al atacante. “Por algo vine”, respondió el Matador.

Como si fuese una premonición, Salas tuvo una de sus mejores actuaciones. A los 59′, Carlos Villanueva, quien había ingresado en el complemento, apareció por el sector izquierdo, centró a media altura y el 11 se lanzó al piso y definió con una palomita, anticipándose al intento de despeje de Diego Godín, para poner el 1-1. En el primer tiempo, Luis Suárez había abierto la cuenta.

Minutos más tarde, a los 67′, Matías Fernández fue derribado en el área y el árbitro Sergio Pezzotta cobró penal. El volante que militaba en Villarreal recibió la infracción de Diego Lugano e inteligentemente se dejó caer. Lógicamente, el balón fue tomado por Marcelo Salas y cambió la pena máxima por gol. Chile, como nunca en la historia, veía de cerca la victoria en Montevideo.

Marcelo Salas adelanta a la Roja y celebra su segundo gol en Montevideo. Foto: Andrés Pérez/Archivo La Tercera

Finalmente, Sebastián Abreu puso el empate, cerca del cierre. Pero el saldo era positivo para el equipo chileno. El nacido en Temuco quedaba como el máximo anotador nacional en Eliminatorias, con 18 dianas, superando por una a Iván Zamorano. Además, volvía a la primera plana del balompié sudamericano. “Tiene una trayectoria brillante, un pasado deportivo respetado por todo el mundo, pero en la actualidad participa en el equipo de acuerdo a sus posibilidades. Está jugando no por lo que fue, sino por lo que es”, señaló Marcelo Bielsa tras el empate ante la Celeste.

Claro que hubo uno que no quedó del todo conforme: Arturo Vidal. Con su ímpetu por ir al frente y querer ganar siempre, como lo fue demostrando a lo largo de su carrera, el mediocampista se mostró insatisfecho con la paridad. “Merecíamos más que un empate. Pero creo que el equipo va mejorando y en los próximos partidos no se volverán a cometer esos errores”, dijo después del enfrentamiento.

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