¿La mejor final de la historia de los mundiales?: el debate que abre la gran definición de Qatar 2022

Lionel Messi y Kylian Mbappé, las figuras de Qatar 2022. Foto: AP/Manu Fernandez

El emocionante 3-3 y la posterior definición por penales instalan el cierre del certamen planetario de Medio Oriente como uno de los más atractivos de todos los tiempos.



La final de Qatar 2022 queda en los libros de historia. Argentina y Francia ofrecieron un espectáculo de alto calibre. Un 3-3 inolvidable, cuya definición a penales terminó por decantar la balanza para la Albiceleste que conquista su tercera corona planetaria. No solo fue una guerra de goles. Fue un cambio de emoción constante. Porque eso genera el fútbol. Hasta el minuto 80, los sudamericanos ganaban 2-0. ¿Quién pensaría que a los 82′, el marcador diría 2-2? Probablemente, ni el más optimista de los galos.

En el alargue, el vendaval de sentimientos persistiría. Parecía asunto liquidado cuando Lionel Messi anotó el 3-2 en el 109′. Pero volvería a aparecer su compañero del PSG para igualar las acciones. Nadie se rendía. Encima, los dos mejores futbolistas de la competencia, el más destacado del siglo y el líder de la nueva generación de cracks, eran las figuras de la tarde. Los condimentos estaban y las expectativas se cumplieron con creces.

No es extraño que mucha gente plantee que se trató de la mejor final de un Mundial en la historia del balompié. Las variables son bastantes, pero, por lo menos, a nivel de cambios durante el juego, en el siglo XXI, ninguna se le acerca. Las definiciones de los últimos dos decenios eran partidos cerrados o unilaterales. No había tocado una guerra de goles. Hasta ahora.

Lionel Messi besa la Copa del Mundo. Foto: REUTERS/Kai Pfaffenbach

Una a una, en 2002 fue 2-0 para Brasil sobre Alemania, en 2006 el resultado fue 1-1, luego penales entre Francia e Italia, el 2010 un 1-0 de España sobre Países Bajos, el mismo marcador con que Alemania se impuso sobre Argentina en 2014, ambos, dicho sea de paso, en el alargue. Mientras que en Rusia 2018 fue 4-2 de Francia sobre Croacia, en un encuentro donde los de Didier Deschamps fueron amplios dominadores.

A nivel de anotaciones, las dos últimas definiciones de los certámenes mundialistas han tenido seis conquistas. Sin embargo, experimentar un 4-2 no es lo mismo que un 3-3. Sobre todo si en algún momento, en la primera, el resultado fue 4-1, demostrando que un elenco era muy superior al otro.

Entre goles y el Maracanazo

¿Qué otra final ha tenido seis o más conquistas? El historial indica que hay varias. Partiendo desde el inicio, en Uruguay 1930, la Celeste se impuso por 4-2 a la selección argentina. El mismo resultado por el que Italia triunfó ante Hungría en el torneo de 1938, jugado en Francia. Otro 4-2, definido en el alargue en este caso, fue el de Inglaterra sobre Alemania Federal en 1966.

Claro que la final con más conquistas fue una goleada. El 5-2 de Brasil sobre Suecia en 1958, cuando Pelé marcó dos veces con solo 17 años.

Así y todo, la cantidad de goles no es, necesariamente, el elemento que le da estatus a un partido de fútbol. Es lógico que si hay más, sobre todo en un encuentro igualado, el atractivo aumenta. No obstante, hay duelos con escasas anotaciones que están en el inconsciente colectivo.

Cada final es un relato distinto. Pero hay una que posee uno que ha sido traspasado por generaciones y su misticismo no deja de sorprender a quienes oyen por primera vez sobre ese encuentro. Hablamos del Maracanazo de 1950. Un duelo que, en rigor, no era una final, sino el último enfrentamiento de una liguilla. No obstante, tomó el carácter de “final del mundo” al ser los dos líderes de aquella ronda del campeonato.

Uruguay sorprendió al mundo con una gesta que es recordada siete décadas después.

Brasil llegaba al duelo con cuatro unidades y Uruguay con tres. El optimismo reinaba en Río de Janeiro. No había nadie que dudase de que sería el primer título del Scratch, ni siquiera el mismismo Jules Rimet, emblemático presidente de la FIFA. Pero ocurrió lo inesperado. A esta altura, está demás decirlo. Pero los charrúas ganaron. Aún cuando el empate le servía a la canarinha para consagrarse, no lo lograron. Juan Alberto Schiaffino y Alcides Ghiggia fueron los héroes inmortalizados para el país bicampeón.

Milagros y polémicas

Si el resultado del último cotejo de 1950 dejó a todos impávidos, lo que sucedería cuatro años más tarde no se queda atrás. Con, quizás, menor resonancia histórica, pero la misma cuota de sorpresa. Hablar de un encuentro entre Hungría y Alemania, por lo menos en el contexto actual, es referirse a dos selecciones con una amplia distancia en relevancia en el deporte rey.

Pero en 1954 las cosas eran diferentes. Alemania Federal recién se sostenía como nación y el fútbol, entonces, no era una prioridad. Los húngaros, por otra parte, contaban con su mejor generación de futbolistas. El denominado “Equipo de Oro”. Un apodo ganado por la resonancia de sus cracks. Entre ellos, Ferenc Puskás.

El cuadro teutón no figuraba entre los favoritos. Sin ir más lejos, en la fase de grupos, Hungría lo había superado por el expresivo marcador de 8-3. Ni siquiera el vidente más certero anticipó que los germanos conseguirían su primer título en Suiza. Menos cuando perdían por 2-0 a los 8 minutos.

Un tanto de Max Morlock y dos de Helmut Rahn consumaron la remontada de los dirigidos por Sepp Herberger, que iniciaban su camino de gloria en el fútbol. Sin Suiza 54, es probable que la historia de la selección alemana sea una distinta a la que se conoce.

Alemania no era candidato en Suiza 1954.

Doce años más tarde, se jugaría la primera final con alargue. En Inglaterra 1966, una que ya mencionamos por su cantidad de goles. Claro que tuvo otros elementos. Por ejemplo, el primer triplete en un encuentro de esta clase. Obra de Geoff Hurst. Nadie lo había repetido, hasta el domingo, cuando Kylian Mbappé se inscribió con tres anotaciones frente a Argentina.

Los británicos, que organizaban el torneo por única vez hasta ahora, ganaban por 2-1 en Wembley. Pero Wolfgang Weber lo empató en la agonía para obligar a la prórroga. En media hora, la selección inglesa anotó dos tantos. No exentos de polémica, eso sí, ya que, hasta hoy, jamás se terminó por dilucidar si el balón entró completo en el tercer tanto.

La final de Inglaterra 1966 fue de una de las polémicas de la historia.

Espectáculo y lucha

Lionel Messi entró de lleno en la lucha por el sitial de mejor de la historia, peleado por Pelé y Diego Maradona. Para que los astros del siglo XX tuviesen aquel reconocimiento debieron alcanzar la gloria planetaria. En el caso del brasileño, fue en tres ocasiones. La última, en 1970, cuando México fue testigo de lo que ha sido denominado como el mejor seleccionado de la historia.

El Brasil de Jairzinho, Gérson, Tostão, Rivelino y, lógicamente, Pelé, dio espectáculo de principio a fin en tierra azteca. Cerraron su esplendido mes goleando a Italia. Un expresivo 4-1 que es recordado por la calidad exhibida por los dirigidos por Mario Zagallo. Una final inolvidable, por la expresión de uno de las escuadras.

Pelé en andas luego de conquistar el Mundial en México 1970.

Dieciséis años después, el mismo estadio fue testigo de la mejor versión del Pelusa. La Alemania comandada por Franz Beckenbauer en la dirección técnica le dio lucha a la Argentina de Carlos Salvador Bilardo. Los transandinos ganaban 2-0, pero Karl-Heinz Rummenigge y Rudi Voeller igualaron cerca del cierre. Es probable que a más de alguno se le haya aparecido aquel recuerdo cuando Mbappé marcó el 2-2 en Qatar.

Pero en la única jugada donde Maradona pudo escapar de la marca de Lothar Matthaus, dejó solo a Jorge Burruchaga que puso el 3-2 definitivo. Para la historia y la anécdota queda el enojo de Carlos Bilardo, quien, pese al triunfo, le recriminó a sus dirigidos el hecho de recibir dos goles tras un tiro de esquina. Algo que, según han contado los futbolistas, practicaban fervientemente.

Diego Maradona
Diego Maradona levanta la Copa del Mundo en México 1986, una imagen que Lionel Messi reeditó en Qatar 2022. Foto: AP/Carlo Fumagalli

En el mundo de los penales

Con la de este domingo, ya son tres las finales que se han definido en la tanda de penales. Es primera vez, eso sí, que se da en un encuentro de arcos abiertos. Antes fue tras un 0-0 y un 1-1. En 1994, Brasil e Italia se quedaron en blanco en Los Ángeles, Estados Unidos. Una final marcada por el calor y las escasas ocasiones de gol. Era el tetra del Scratch, que tenía grandes figuras, pero no brillaría en aquella tarde.

Por otra parte, el cierre de Alemania 2006, entre Italia y Francia, si tendría elementos que serían recordados en los 120′. Por ejemplo, el penal picado de Zidane que era el 1-0. Posteriormente lo empató Marco Materazzi. A la postre, en los penales ganó la Azzurra. Claro que hay otra imagen que quedaría en la memoria generalizada: la expulsión de Zizou, luego de propinarle un cabezazo en el pecho al mencionado zaguero italiano.

Así y todo, ambas definiciones estuvieron lejos de tener presentar las emociones que se vivieron en la despedida de Qatar 2022. Messi vs. Mbappé fue el plato final para un Mundial que estuvo lleno de sorpresas. El astro francés anotó un triplete y, aún así, no pudo llevarse el trofeo más preciado. Ya lo levantó en 2018, sin embargo, la cara de pocos amigos tras caer estaba a la vista de todos.

Lionel Messi es levantado y exhibe el trofeo del Mundial. Foto: REUTERS/Lee Smith

La Pulga, a sus 35 años, tocó la copa que le faltaba. Logrando, por primera vez en su carrera, marcar en una final. Y lo hizo dos veces. Antes no se le había dado. Ante Brasil en 2007, Alemania en 2014 y Chile en 2015 y 2016, la Albiceleste se quedó en blanco. Esas fueron las finales perdidas. Por otra parte, frente a la canarinha en 2021, el único tanto fue obra de Ángel Di María.

La exhibición de Lionel Messi ante Les Bleus lo eleva. Un doblete en la final de la Copa del Mundo no es para cualquiera. Además, se está hablando del mejor jugador en lo que va de siglo. Quizás ya tenía su sitial, pero con lo logrado, su lugar en la mesa de Pelé y Maradona es indiscutible. A eso se le suma que la final, externalizando lo hecho por las estrellas, fue todo un espectáculo para los neutrales.

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