Desde Islandia con esperanza

22. 01.15Inicio del ao escolar 2016 en el colegio Pedro de Vald
Imagen de referencia. Foto: Reinaldo Ubilla.

El país nórdico sorprendió al mundo bajando significativamente el consumo de tabaco, alcohol y drogas en menores de 16 años. Lo hizo con un modelo basado en padres involucrados y actividades deportivas y culturales. La experiencia fue replicada en Chile y, hasta ahora, ha dado resultados.


El uso de drogas aumentó dramáticamente en la población entre 15 y 16 años en Europa y los EE.UU. durante la década del 90 y principios del 2000. En Islandia, país con una población de 300 mil habitantes, el consumo de drogas en adolescentes también aumentó sostenidamente: entre 1992 y 1998, la proporción de estudiantes entre 15 y 16 años que fumaba a diario cigarrillos aumentó de 15% a 23%, y los que al menos consumían una vez al día marihuana había pasado de 7% a 17%. Además, los adolescentes islandeses, con correlación con casi todos los nórdicos, tendían a emborracharse más que los de otros países europeos.

Y las consecuencias de ello se podían apreciar en las tasas de accidentes, las que eran más altas en Islandia que en el resto de Europa. Sin embargo, desde ese período, durante la década de los años 90, fue posible observar un declive sostenido en el uso de drogas en la adolescencia islandesa. Y, en parte, se debería a los esfuerzos del Estado en reducir los factores de riesgo y fortalecer el control parental en colegios y comunidades a través de un programa de política pública conocido como Youth in Iceland.

El descenso porcentual, desde 1998 a 2016, fue notable: bajó del 42% al 5% en alcohol, del 23% al 3% en tabaco y del 23% al 5% en marihuana.

En nuestro país la experiencia islandesa fue observada con atención por la academia y la sociedad científica: en 2015, los jóvenes de Chile consumían marihuana en alarmantes cantidades.

El interés terminó en un seminario para abordar la problemática y analizar la exitosa experiencia nórdica. “Enviamos cartas a todo el mundo y llegó mucha gente”, recuerda Carlos Ibáñez, jefe de la Unidad de Adicciones de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile y coordinador general del proyecto en Chile.

¿Cómo lo había logrado Islandia? “Obteniendo información local de consumo y de los factores protectores y de riesgo, y compartirla con la comunidad. Pasaba en Chile que teníamos datos nacionales que eran representativos, pero que se entregaban con dos años de retraso, por lo que la información resultaba poco provechosa”, explica el médico.

Islandia también implementó subvenciones para actividades recreativas extracurriculares, supervisadas por monitores, “porque ‘ir a jugar a la cancha solos’ es un factor de riesgo, y eso ocurre en nuestro país”, agrega el académico.

A partir de ese encuentro, la casa de estudios se propuso aplicar en el país el modelo islandés, logrando convocar a seis municipios: Colina, Lo Barnechea, Las Condes, Melipilla, Peñalolén y Renca.

Un año después (2018), Ibáñez y su equipo -las psicólogas Lorena Contreras y Ana María Araneda, la pediatra Paula Donoso y los psiquiatras Adrian Mundt, Viviana Guajardo y Enzo Rozas- adaptaron la iniciativa. Esta contemplaba una encuesta sobre consumo y factores asociados aplicada a estudiantes. Y, a partir de sus resultados, la implementación de recomendaciones a comunidades escolares, apoderados y municipios.

La primera encuesta fue tomada a 4.546 jóvenes -que arrojó un alto uso de sustancias, en comparación a Europa-, la segunda (2020) a 3.259 y la tercera (2022) a 3.853.

Así, los resultados arrojaron una disminución en el consumo de alcohol, tabaco y marihuana entre 2018 y 2020, posiblemente atribuible a la pandemia, cuyas restricciones de desplazamiento limitó a los jóvenes.

Pero los datos se mantuvieron estables en 2022, sorprendiendo a los investigadores. La estrategia de prevención, aplicada en los municipios, había resultado.

En los cuatro municipios que perduraron en el proyecto -en 2021 se restaron Las Condes y Melipilla-, el porcentaje de estudiantes que declaró haber fumado cigarros una o más veces en la vida pasó del 52% al 33% y 32% en 2018, 2020 y 2022, respectivamente; haber bebido alcohol, con la misma frecuencia, del 79 al 67 y 69%, y haber usado cannabis, del 30, al 20 y 17%.

Luego de realizar el diagnóstico, la universidad había recomendado fortalecer los equipos municipales de prevención, disminuir el acceso a drogas y alcohol con más fiscalización, padres más involucrados y bajar la tolerancia social al consumo, y potenciar actividades deportivas y culturales.

Entre 2019 y 2020, cinco de los seis municipios participantes aumentaron sus indicadores de prevención. Lo que mejoró la mayoría, destaca el coordinador, fueron sus políticas preventivas y la cooperación organizada, iniciativas que se han mantenido e incidirían en el éxito del programa.

El alcalde de Renca, Claudio Castro, comenta: “Llevamos seis años y tres encuestas aplicadas. En la comuna el programa creció y se llama ‘Fuerza Joven’. Hoy es uno de los pilares de nuestra estrategia de transformación comunal”.

Isabel Valenzuela, alcaldesa de Colina, señala del modelo que “es una buena práctica; en los últimos años ha permitido trabajar conjuntamente, la municipalidad, sociedades médicas, la U. de Chile y Senda, lo que ha permitido la articulación de diferentes sectores de la comuna y que, conociendo sus resultados, han ideado estrategias para mejorar”.

Sin embargo, no todo ha sido positivo. Entre 2020 y 2022 los investigadores detectaron un aumento en el uso de tranquilizantes y pastillas para dormir sin receta médica. El consumo “en los últimos 30 días” subió del 7 al 10%. Además, síntomas ansiosos y depresivos también subieron entre los encuestados.

Senda replicó el modelo

En 2019, el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) comenzó a aplicar el modelo en un grupo de municipios. A la fecha ya suman 241.

Se aplica a través del programa “Senda Previene”, que además contempla otras estrategias preventivas.

No obstante la iniciativa de Senda, Ibáñez está preocupado por posibles recortes presupuestarios: “El gran problema es que tendemos como país a generar programas que duran lo que dura un gobierno, y para este tema no sirve. Si cambiamos una y otra vez de estrategia, la situación no va a cambiar mucho. Estamos en riesgo en ese sentido”, cierra.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.