En 1952 Chillal tomó la difícil decisión de no cortarse más las uñas. Tras 66 años dejándolas crecer, determinó que ya era tiempo de deshacerse de ellas y recurrió a un técnico para que lo ayudara con una pequeña sierra mecánica, la cual hizo posible el desprendimiento.

El sujeto no se cortaba las uñas desde que tenía 14 años y llegaron a medir nueve metro de largo. Para hacer una analogía, tenían una longitud de aproximadamente el mismo tamaño que un autobús de Londres.

"No me podía mover mucho, entonces cada una hora y media tenía que despertarme y mover mi mano al otro lado de la cama", expresó Chillal.

La hazaña de cortarle las uñas duró 20 minutos y los restos desechados pasarán a formar parte de un museo en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, expertos temen a que no se mantengan en perfecto estado por mucho tiempo.