Nunca un personaje de la WWE ha tenido tanto potencial y ha sido tan mal manejado como Bray Wyatt. Desde el debut de la Familia Wyatt en el roster principal hace ya cuatro años, el barbudo luchador ha demostrado una habilidad sin igual con el micrófono, gran manejo como manager de sus protegidos, un estilo de pelea que es vistoso y ha ido mejorando con el tiempo, y por sobre todo, el cariño de un público que lo sigue aun cuando siempre ha sido mostrado como un heel.

Tras años de malas decisiones, bookeos que sólo lo mostraban perdiendo en los grandes eventos y de rivalidades hechas solo para fortalecer al héroe de turno, la WWE le dio a Wyatt el título máximo de la compañía, solo para hacer que lo perdiera un mes y medio después en su tercera derrota consecutiva en Wrestlemania.

OK, no importa, son cosas que pasan, dirá el fanático de Wyatt más acérrimo, porque a pesar de todo lo vivido, al líder de las luciérnagas aun le quedaba un as bajo la manga, un momento que desde su debut había estado guardando y del que sabíamos que el destino y el legado de su personaje dependía de ello: La hermana Abigail.

La Hermana Abigail siempre fue el centro de la mitología que encierra el misterio de Bray Wyatt. No hablamos solo de su finisher, sino que todo el centro de la devoción y la locura de Wyatt ha girado siempre en torno a esta figura enigmática. Bray Wyatt dice ser el devorador de mundos, pero la Hermana Abigail era la razón por la cual los devoraba, por la cual en su momento atrapó en su conjuro a Luke Harper, Eric Rowan, Braun Strowman e incluso Daniel Bryan.

Y todos sabíamos que, tarde o temprano, Abigail debía debutar en el escenario. Algunos la imaginaban como un espectro, una suerte de alma que guía el camino de Wyatt. Otros, como una luchadora más, que funcionaría de la misma forma que en su momento lo hizo Lana con Rusev, capaz de calmar a Bray pero también de llevarlo por los caminos más violentos.

Y hasta que por fin debutó, en medio del interminable feudo entre Finn Bálor y Bray Wyatt que, para ser sinceros, debió haber terminado en Summerslam. Sin embargo, este se estiró y se estiró, y hace unas semanas entendimos por qué: los creativos de la WWE nos tenían preparado un duelo entre dos alter egos: Finn Bálor sería El Demonio y Bray Wyatt... la hermana Abigail.

https://youtu.be/dBjSTOg7elo?t=2m11s

Si, la vuelta de tuerca tan espectacular que estábamos esperando, la revelación de la hermana Abigail, el momento peak de la carrera de Wyatt, no es más que Bray Wyatt con un mantel en la cabeza y un filtro de Snapchat de esos que cambian la voz. Esto no es lo que estábamos esperando ni lo que merecíamos, pero es lo que vamos a tener. En vez de la revelación más importante para el personaje, tendremos una pelea, probablemente en la mitad de la cartelera, para definir quien tiene el mejor disfraz de Halloween.

La Hermana Abigail, presente en nuestro subconsciente de luchadores desde hace 4 años, terminó siendo la copia del gimmick de Bálor, a quien claramente le sale mejor. Ya estamos acostumbrados a que el Demonio de Bálor sea un personaje especial, que eleva su fuerza de una manera que desconocemos y que lo hace ver más fuerte.

Wyatt solo ha recibido críticas, burlas y aburrimiento por parte de las redes sociales y la verdad, es que no sabemos como vaya a salir de esto.

Siempre cabe la posibilidad de que esto se trate de algún tipo de juego mental, que finalmente en la pelea se nos revele que la Hermana Abigail es, efectivamente, una figura real que veamos el domingo y que ayude a derrotar de una buena vez al demonio de Bálor, lo cual le daría un nuevo aire al personaje. Pero si esto termina tal como ha empezado y no vemos nada más, debemos ya comenzar a darnos cuenta que no habrá poder sobrenatural que pueda ayudar a hacer encajar a Bray Wyatt en un universo de la WWE que cada vez está perdiendo más mística, pero por sobre todo, coherencia en sus historias.

Quizás sea tiempo de dejar de seguir a los buitres.