¿Cuántas veces ha ido en un auto, sobre todo sentado en las plazas traseras, y de repente siente que comienza a sudar frío, palidece y aparece un pequeño mareo el que comienza a crecer de manera inusitada?

La verdad es que imaginamos que varias, pues es algo bastante común entre quienes van a bordo de un vehículo. Pero, ¿por qué nos ocurre eso, generalmente, cuando vamos sentados en los asientos traseros y no cuando vamos de copiloto?

Ese fenómeno se llama cinetosis y es la sensación de mareo por movimiento. Es que mientras viajamos en un vehículo percibimos que estamos en movimiento y eso es gracias al sistema del equilibrio el cual nos entrega la orientación espacial y de cómo ubicamos nuestra posición en el espacio que nos rodea para distinguir, por ejemplo, dónde es arriba y dónde abajo, o para que nos podamos mantener en pie sin caernos, o sentados sin desplomarnos.

El equilibrio se logra gracias a la interacción de cinco partes del sistema nervioso:

1. El oído interno: el que controla las direcciones del movimiento como giros, balanceos, cabeceos, oscilaciones transversales, longitudinales.

2. Los ojos: que reciben la información sobre nuestra posición y movimiento.

3. Los receptores de presión de las articulaciones de las piernas y la columna vertebral: que informan sobre la posición del cuerpo.

4. Los receptores sensoriales de músculos y articulaciones: que indican qué partes del cuerpo se están moviendo.

5. El sistema nervioso central: formado por el encéfalo y la médula espinal.

Mientras todo eso esté bien y conectado, estaremos en posición sin problema. Sin embargo, cuando vamos en el auto hay informaciones que entran en conflicto.

Es común que cuando leemos o vemos una película dentro del vehículo, el sistema propioceptivo nos indica que estamos sentados inmóviles, mientras que el vestibular nos avisa de estar en movimiento y el visual se concentra en un punto. Al celebro, entonces, llega información contradictoria.

“El mareo es una sensación de desequilibrio, en ocasiones asociada a sensación de debilidad, fatiga y pérdida de estabilidad, acompañada de náuseas, palidez, cefalea y, en algunas ocasiones, vómitos. En este caso se produce un desacuerdo entre la sensación de movimientos y la percepción visual de ellos, que provocan falta de control sobre su cuerpo”, explica la doctora Paulina Maira, neuróloga infantil de la Clínica Cordillera, quien agrega que “Lo mismo ocurre cuando vemos por la venta hacia afuera y vemos pasar objetos a gran velocidad, ya que, al verse borrosos, el cerebro no logra interpretar esa información. Esto también ayuda a marearnos”.

Todo esto pasa con mayor frecuencia en los asientos traseros, porque luego de los 12 años y cuando ya tenemos la opción de irnos en el asiento de copiloto, se nos abre un mundo nuevo y contamos con un campo visual mucho más amplio y podemos observar el horizonte lejano moviéndose lentamente a través del parabrisas. Este lugar privilegiado resuelve el conflicto entre el sistema visual y el vestibular debido a que el cerebro recibe información similar de la dirección y de la velocidad del movimiento a través de los oídos y los ojos.

Ahí está la respuesta de porqué en general, no mareamos más en las banquetas de atrás que adelante. Y el que va manejando goza de otros privilegios, pues tiene sus sentidos completamente conectados y conoce muy bien la maniobra que hará, anticipándole al cerebro y a todo el sistema nervioso la acción, evitando los conflictos de información.

Dentro de los síntomas que pueden estar asociados a la cinetosis están la pérdida de orientación y equilibrio a los sudores fríos, palidez, bostezos, salivación, náuseas y vómitos. Los bostezos obedecen a la necesidad que tiene el cuerpo de oxigenarse, mientras que las náuseas y vómitos tienen que ver con la ubicación del centro nervioso que provoca estas reacciones.

Obviamente son los niños los que más están propensos a estos mareos, pues no tienen la suficiente madurez en sus sistemas para poder hacerle frente a este cruce de información, ni tampoco cuentan con la experiencia para poder sobreponerse antes de que comiencen los malestares. Sin embargo, los mareos arriba del auto no son excluyente para personas adultas, sobre todo quienes son más propensos a ellos.