El 10 de noviembre de 2016 el periodista saudita Jamal Khashoggi recibió un llamado del asesor comunicacional del príncipe Mohammed Bin Salman, por entonces el tercer hombre más importante en el reino, para advertirle que no tenía permitido tuitear, escribir columnas o hacer comentarios a periodistas extranjeros sobre Arabia Saudita. El profesional había estado en Washington dando una charla sobre política exterior y había emitido algunas críticas contra el recién electo Donald Trump cuando recibió la advertencia. "Me ordenaron que callara", le dijo Khashoggi a su amigo Mohammed Al Shaikh, quien recordó este episodio en un artículo en Vanity Fair.

Esta "anécdota" describe la tensa relación que Khashoggi mantenía con el príncipe heredero saudita. Aunque no siempre fue así, ya que antes de convertirse en un prominente periodista disidente y desaparecer luego de su ingreso el martes 2 de octubre al consulado saudita en Estambul para obtener un documento que le permitiera casarse, se codeaba con las altas esferas de la realeza saudita.

Jamal nació en Medina 1958 en el seno de una poderosa familia saudita. Su abuelo era Mohammed Khaled Khashoggi, doctor personal del rey Abdulaziz Al Saud, mientras que su tío era el famoso traficante de armas saudita, Adnan Khashoggi. Según el diario turco Daily Sabah, el periodista solía ser parte del orden político saudita y tenía lazos cercanos con la familia real. Incluso asistió a reuniones diplomáticas en nombre del gobierno de Riad. Es más, trabajó como asesor comunicacional del príncipe Turki bin Faisal, exjefe del Directorio de Inteligencia General de Arabia Saudita.

Sin embargo, el ascenso al poder de Mohammed Bin Salman -o MBS como muchos lo conocen- con apenas 31 años en junio de 2017, cambió la percepción de Khashoggi sobre el heredero. Esto, porque si bien había sido retratado como un reformista y una suerte de renovación para el reino -al permitir por ejemplo que las mujeres manejaran autos e impulsar una serie de reformas a la economía- algunas de sus acciones provocaron críticas del periodista.

Entre éstas figura la purga "anticorrupción" que MBS lideró contra príncipes y empresarios, a quienes encarceló en el lujoso hotel Ritz-Carlton en Riad en noviembre de 2017. "Fue duro, algunos fueron insultados, algunos golpeados, algunos dicen que fueron electrocutados", dijo Khashoggi, según la revista Vanity Fair. "Cuando comenzaron los arrestos. Decidí que era momento de hablar", añadió.

Una vez en Estados Unidos, Khashoggi empezó a escribir columnas críticas del gobierno en el diario The Washington Post. En éstas cuestionaba, por ejemplo, la intervención militar saudita en Yemen, que MBS había impulsado como ministro de Defensa.

"Él (Khashoggi) formaba parte de la elite saudita. Un grupo de elite que quiere ver una reforma real en Arabia Saudita sin un cambio de régimen. El príncipe (Mohamed bin) Salman ve a este grupo de elite como una amenaza y va a ir por ellos, uno por uno", dijo al diario Daily Sabah, Azzam Tamimi, amigo del periodista.

Estas declaraciones van en la línea con los reportes filtrados por funcionarios turcos que señalan que Khashoggi fue descuartizado apenas entró a la legación. Esta situación ha hecho que, según The Washington Post, MBS haya pasado de estar profundamente pensativo a furioso, por lo que Riad estaría buscando responsabilizar a alguien. Una de las opciones sería el vicejefe de la inteligencia saudita, Ahmed Al Assiri, quien se habría acercado a Bin Salman para tomar acciones contra Khashoggi.

"Se decidió que Jamal ya no tenía protección", dijo una fuente al diario londinense The Independent y añadió que el príncipe quería interrogar a Khashoggi para saber si estaba colaborando con poderosas facciones de la realeza saudita para debilitar su gobierno. "No hay un punto medio, eres un amigo o un enemigo. Jamal se quedó atrapado al medio", dijo esa fuente.

Un analista estadounidense con grandes lazos con el reino saudita dijo a The Independent que la desaparición de Khashoggi no tiene que ver necesariamente con lo que él escribía, sino que por su proximidad con el poder. "No se trata de su posición como periodista y lo que estaba diciendo, sino que por su posición en la sociedad saudita", concluyó el analista.