El presidente de México Andrés Manuel López Obrador durante una visita este viernes a diversos hospitales donde se atiende a los migrantes que resultaron lesionados en un incendio que costó la vida a otros 39 en un centro de detención en Ciudad Juárez, lanzó duras críticas al gobierno de Estados Unidos por su escaso apoyo a la crisis migratoria.

El mandatario azteca dijo que la nación estadounidense debería canalizar más dinero al desarrollo económico en América Latina para evitar que los migrantes dejen sus países en lugar en enviar ayuda militar a Ucrania. Dijo que Estados Unidos debería entregar apoyos en dinero directamente a las familias en la región.

“Qué tiene que ver lo que ha entregado el gobierno de Estados Unidos a Centroamérica con los 30.000 o 35.000 millones de dólares destinados a la compra de armas para Ucrania”, apuntó.

Ese punto muerto, en el que los gobiernos federales de México y Estados Unidos abominan tocar el tema migratorio, a menudo hace que la situación sea asumida por autoridades locales cuyos electores consideran a los migrantes un fastidio.

López Obrador dijo que va a crear una comisión para garantizar la protección de los derechos humanos de los migrantes. Indicó que la comisión será encabezada por el sacerdote católico Alejandro Solalinde, quien desde hace tiempo realiza activismo en favor de los migrantes. Sin embargo, se desconoce de momento las facultades que tendrá la comisión.

Por lo pronto, “voy a estar atendiendo la parte médica, básicamente. Lo que me importa más es la atención a los heridos”, aseveró el mandatario. México rechazó una propuesta de Estados Unidos de ayudar a la atención médica de los migrantes heridos -la mayoría de los cuales sufrieron lesiones por inhalación de humo- porque, según el mandatario, están demasiado enfermos para ser trasladados.

“Devastado”

López Obrador dijo estar devastado personalmente por la tragedia ocurrida el lunes. Pero todo parecía indicar que no traía consigo grandes cambios para la política de inmigración en su visita a Ciudad Juárez, limítrofe con El Paso, Texas.

“Lo confieso, me ha dolido mucho, me ha dañado”, manifestó López Obrador antes del viaje. “Me partió el alma”. El presidente dijo que el incendio en Ciudad Juárez era el segundo momento más doloroso de su gobierno después de incendio y explosión en oleoducto en 2019 que dejó 135 muertos en la localidad de Tlahuelilpan.

Sin embargo, el incidente más reciente no le causó grandes costos en términos políticos.

Muchos habitantes de ciudades fronterizas mexicanas lamentaron la muerte de los migrantes a causa de las llamas y el humo, al parecer provocados por algunos migrantes que prendieron fuego a colchonetas para protestar porque presumiblemente iban a ser deportados. Sin embargo, en Ciudad Juárez, muchos habitantes estaban hartos de que los migrantes, principalmente de América Central y Venezuela, pidieran dinero en las esquinas y obstruyeran el tránsito en los puentes fronterizos.

En su deseo de congraciarse con Estados Unidos, López Obrador ha hecho la vida difícil a los migrantes que pretenden cruzar México para llegar hasta la frontera con Estados Unidos. López Obrador dispuso que decenas de miles de efectivos del ejército y de la Guardia Nacional contengan el flujo de migrantes de Venezuela, Honduras, Nicaragua y Cuba, y permitió que Estados Unidos los regresara a México.

Pero Estados Unidos ha contribuido poco para ayudar a México, como lo apuntó en su crítica el gobernante azteca, a albergar o integrar a los migrantes que han regresado a suelo mexicano.