La primera señal que dio la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) respecto de que la red de salud de la Región Metropolitana estaba colapsada fue cuando el nivel de ocupación superó el 90%. La segunda, cuando se empezó a ventilar pacientes fuera de las Unidades de Paciente Crítico (UPC). Y ahora, la tercera señal es la constatación de que, proporcionalmente, están falleciendo más pacientes con Covid-19 positivo o sospecha en los servicios de urgencia. Es decir, fuera de las Unidades de Paciente Crítico, que son las áreas que, formalmente, deberían acoger a estos pacientes. Eso, en condiciones normales.

Así, los reportes diarios de la Sochimi muestran que en los últimos 12 días fallecieron 204 pacientes con Covid-19 (o a la espera de su PCR) en los servicios de Urgencia de la capital. Esto, versus los 304 pacientes que murieron en las UPC, pero a nivel nacional.

La relación cobra fuerza, especialmente al considerar que en los últimos 12 días las UPC de todo el país mantenían entre 1.111 y 1.493 personas conectadas a un ventilador, mientras que las unidades de emergencia (el 61% reporta sus datos) mantuvieron entre 24 y 65 pacientes por día bajo este tratamiento.

El decano de Medicina de la U. Finis Terrae, Alberto Dougnac, es quien, junto a la Sochimi, prepara todas las noches el reporte que se publica al día siguiente. “Proporcionalmente, hay más gente falleciendo en las urgencias que en las UPC”, dice el intensivista, quien asegura que cuatro razones podrían explicar el fenómeno. “Primero, que esos pacientes reportados como fallecidos en la urgencia no necesariamente son todos Covid-19 confirmados, pero lo más probable es que sí lo sean”, explica Dougnac. La segunda razón, dice, apunta a que los pacientes están llegando muy graves, lo que imposibilita estabilizarlos y determinar su fallecimiento. La tercera tesis apunta a casos en que hubo una limitación del esfuerzo terapéutico, y la cuarta razón, “los servicios de urgencia están sobrepasados en sus capacidades y, por lo tanto, no pueden ofrecerles, con sus equipos médicos, la atención que esos pacientes requieren”.

Dougnac, quien hace turnos de cuidados intensivos en la Clínica Las Condes, agrega que “la única explicación que sería realmente preocupante es que por falta de camas en las UPC los pacientes estén viendo retrasada su admisión y, por lo tanto, falleciendo”. Pero advierte que el solo análisis de los reportes no permite concluirlo aún. Pese a este escenario de un sistema de salud saturado, el médico plantea que aún no estamos en la situación que vivieron países como Italia o España, “donde los pacientes estaban prácticamente acostados en el suelo”. Pero advierte que ese equilibrio se puede romper en cualquier momento: “Va a llegar un minuto en que, efectivamente, la ola nos va a pasar por encima y no vamos a ser capaces de atender de la manera adecuada a todos los pacientes, ese es el problema”.

Mortalidad en urgencias

El médico Matías Libuy es jefe de turno en la Urgencia Adulto del Hospital El Carmen, de Maipú. Relata que hace 10 días están con alrededor de 70 o 100 pacientes hospitalizados en la urgencia: “La realidad es que en otro momento, todos esos pacientes, salvo unos pocos, estarían en una UTI o en una UCI”.

Lo que reflejan los números del reporte Sochimi, Libuy lo ve a diario. Dice que “lo más relevante en la mortalidad es la falta de cuidados críticos que se les dan a esos pacientes”. Y que en la urgencia no está la dotación de profesionales que sí existe en las UPC. “Los cuidados críticos que se le dan a un paciente ventilado en una sala básica o en la urgencia no son los mismos que se le dan en una UPC”, explica Libuy.

El médico agrega que “en la escasez de insumos por supuesto que hay priorización” y que “es verdad que hay gente que no recibe el ventilador y se muere por eso. Así de simple, eso es difícil que alguien lo pueda negar”. Dicho de otra manera: “Con el tiempo y cuando se hagan los análisis, va a ser muy claro que la mortalidad fuera de UCI va a ser muy alta. Los pacientes que afortunadamente llegan a la UCI están bien cuidados y tienen una mortalidad mucho más baja, porque tienen un kinesiólogo para cuatro pacientes, un médico para cuatro, un Tens casi que para tres o cuatro pacientes, todo el rato encima de ellos. Y acá no se puede, no nos da nomás”.

El jefe de la urgencia de la Clínica Indisa, Leonardo Ristori, cuenta que en su unidad solo ha fallecido un adulto mayor con enfermedades de base por un infarto. Añade que los pacientes están llegando con graves insuficientes respiratorias, pero afirma que aún no han enfrentado el dilema de la última cama: “Hemos tenido pacientes que requieren ventilación con nariceras de alto flujo u otras técnicas de aporte de oxígeno esperando que se desocupe una cama para ventilación. Algunos han tenido que esperar tres o cuatro horas, ya que estamos al tope”.