Cueros y pinturas de diversos colores, cascabeles, lentejuelas y una serie de ornamentos de bisutería, que guarda en una antigua vitrina, forman parte del ambiente que rodea a Enrique Pérez Opazo, de 60 años. Se trata del propietario de la reparadora de zapatos "La Familia", que desde hace medio siglo está dedicada a elaborar el calzado de los bailarines de la fiesta religiosa de La Tirana, que hoy comienza.

Se la considera la fiesta religiosa más grande del norte del país y la segunda de Chile, después de la Virgen de Andacollo. En su peak, previsto para este lunes 16, se espera a más de 180 mil fieles, provenientes de distintos puntos del país y naciones vecinas. Todos, en el poblado donde residen habitualmente 200 familias.

La fiesta ya comienza. Y el negocio de Pérez, enclavado en pleno centro de Iquique, en las calles Amunátegui con Tarapacá, asume gran parte de la demanda, principalmente de botas, para los integrantes de las agrupaciones de baile que se reúnen cada 16 julio a rendir su homenaje a la Virgen del Carmen de La Tirana.

"El trabajo para la fiesta parte en enero, cuando llegan los bailarines en búsqueda del calzado que usan en su grupo. Todos tienen características especiales, los diseños, colores y adornos están vinculados a la historia del baile y cómo son sus trajes", cuenta.

"Gran parte de mi vida, y en general mi familia, hemos estado dedicados a este trabajo, los productos los buscamos en Santiago o en los países vecinos", asegura.

En cuanto a la complejidad en la confección de las botas, relató que las más difíciles son las de los zambos caporales, que son largas, poseen un taco estilo mexicano y deben contar en los costados con ocho o diez cascabeles de gran tamaño, que son lo que suena.

"En el caso de las mujeres, algunas emplean zapatos con una hebilla y las figurinas usan botas largas sobre la rodilla, revestidas de la misma tela del traje, con bordes dorados o plateados, y el taco es alto tipo aguja", destacó.

Enrique Pérez define su oficio como un arte. "Todos me conocen, saben el trabajo que hago, que tendrán un calzado religioso muy especial y que por acá es conocido", asegura. El precio de las piezas oscila entre $ 80 y $ 100 mil.

Fiscalización

Respecto de la fiesta misma, hay destinados más de 200 carabineros, quienes se encuentran instalados en la localidad desde el 1 de julio para garantizar la seguridad de los peregrinos.

El jefe de la Primera Zona Tarapacá, general Ricardo Yáñez, señala que el énfasis está en lo preventivo. "Nuestro trabajo estará enfocado en la comunidad y en evitar vulnerabilidades y situaciones de riesgo", sostiene el oficial. La PDI también mantiene en el lugar, declarado zona seca, a una cincuentena de efectivos.

Los mayores controles, sin embargo, se desarrollan en el área de salud. El seremi de ramo, Manuel Fernández, precisa que el foco está puesto en el abastecimiento de agua potable, disposición de residuos, instalación de servicios higiénicos y el comercio, "principalmente, los locales de expendio de alimentos y carnicerías", dice.

La autoridad de Salud agrega que también se ejecuta un trabajo preventivo con los fieles: "Deben llevar agua para hidratarse, protegerse del sol, tomar buenos desayunos y conducir con precaución, entre otros".