Una multitud de pintores llenará el Museo Nacional de Bellas Artes, incluso cuando el edificio esté cerrado. Veintitrés retratos de dos metros de alto se exponen en la muestra que la artista Paula Lynch presenta entre el 5 de marzo y el 28 de abril. La exposición reúne obras que ha realizado desde 2011, a artistas como José Balmes, Mario Toral, Jorge Tacla y Hugo Marín.

Se titula Lynch/22, pero la enumeración de su nombre no incluye el dibujo de mayor valor emocional para ella: el retrato de Claudio Bravo. "La conexión con él es total. Yo lo conocí mucho, él me mostró este lapicito", dice señalando los materiales de carbón y grafito con los que realiza sus obras. "No lo quise nombrar en el título, porque es el único que no está vivo. La imagen que aparece se basa en una foto de hace 10 años".

La artista conoció a Bravo a través de su ex esposo, Ricardo Maffei. "Bravo era su maestro. Con él viajamos al sur, a Nueva York, incluso a Marrakech. Después él fue a mi primera muestra". Aun así, no se siente cercana al hiperrealismo. "Esta no es una exageración de la realidad. Se ven las cosas tal cual son".

Esto es: tal como aparecen en las fotos en blanco y negro que ella tomó de cada artista en su taller. Después de eso, apenas hubo manipulación. "Aunque hay algunos muy vanidosos, que estuvieron horas preparándose", recuerda.

Para Lynch, esta muestra es también un homenaje a figuras notables de la pintura en Chile. "Imagínate, Hugo Marín y José Balmes son personas importantes. Pero nunca les habían hecho un retrato", dice. Muchos se enfrentarán el martes con su propia imagen por primera vez. "Algunos se han visto, no todos. En general les encanta, aunque les da algo de pudor".

Sus dibujos son de cuerpo entero y tamaño real. Pero es en sus rostros donde se concentra la mayor información. "Es para deleitarse con los detalles. La única obra diferente es la de Claudio Bravo, que se ve muy realista desde lejos, pero de cerca su rostro aparece en mayor penumbra".

El Museo de Bellas Artes tiene especial valor, en este caso. La foto en la que se basa el retrato de Bravo fue tomada allí. Para la artista, además, el museo es el lugar para a un público diverso. "Viendo a Bravo yo quise dibujar. Por eso me interesa el museo, porque puede llegar a más gente, incluso niños, que ojalá se encanten con el dibujo".