Anna Tarrés: "No soy la mujer más mala del mundo"

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Anna Tarrés es la mejor entrenadora del mundo. Llega a Chile el 'terror' de las piscinas, la DT española acusada por sus dirigidas de acoso y maltratos. La catalana se defiende de su fama en La Tercera días antes del mejor torneo que ha albergado el Nacional.




Anna Tarrés (49 años) se define a sí misma como un método. Lo suyo es la búsqueda constante de la excelencia, su obsesión es ésa. La entrenadora catalana es una imagen que crea empatía y anticuerpos por igual en el mundo del nado sincronizado, donde pese a todo goza de un currículum que nadie iguala. Su cuestionable método la llevó incluso a dejar el equipo español en 2012, envuelta en una polémica donde sus ex dirigidas -con quienes obtuvo 52 medallas entre Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos- la acusaron de acoso y maltratos sicológicos. Se fue a entrenar a Ucrania, las clasificó a Río y llegó a la final. Ahora, compatibiliza sus entrenamientos con su club, el Kallípolis (Barcelona), con el que ha ganado el campeonato de España, con el de las gemelas chinas Wenwen y Tingting Jiang, quienes la buscaron para volver a reinsertarse en la elite de la disciplina. La próxima semana llega a Chile a participar en el Abierto del Estadio Nacional, que el próximo fin de semana recibirá además a los equipos olímpicos de Brasil y México.

¿Cómo definiría su método?

Consiste en la cultura del esfuerzo, la disciplina, la autoexigencia, en la búsqueda constante de la perfección y la excelencia. Eso se traduce en un sistema de entrenamiento donde se entrena de forma pensada, buscando hacerlo bien, en una reflexión constante de cómo mejorar. Es tener una capacidad de trabajo y de análisis por encima de la media. Analizamos lo que estamos haciendo nosotros con lo que están haciendo los rivales, buscar cómo agilizar nuestros puntos fuertes y mejorar nuestros puntos más débiles.

¿Todas llegan a la excelencia?

La excelencia está destinada para unos pocos, no todos están capacitados para llegar a eso. Este proceso requiere de habilidades físicas, pero sobre todo de habilidades sicológicas. La excelencia, más que un proceso, es un estado. Uno nace para trabajar y llegar ahí, si no estás dispuesto a pagar el precio es imposible.

¿No se puede adquirir este estado en el camino?

Sí, sí, claro que sí. Pero hay que querer adquirirlo. Creo que el reencuentro con esa cultura del esfuerzo se ha minimizado un poco con el estado del bienestar. El estado del bienestar hace que los procesos de aprendizajes sean más rápidos, en tiempo récord, y eso está totalmente reñido con la búsqueda de la excelencia.

Usted tuvo problemas con 15 de sus dirigidas por su método casi militar. Muchos llegaron a tildarla como la mujer más mala del mundo ¿Se sintió así?

No, claro que no. Durante muchos años yo había sido la varita mágica y la mujer más buena del mundo y ahora sigo siendo la misma persona que en ese momento. Fue un proceso de realmente querer matar todo un proyecto por desavenencias personales entre dos dirigentes de la Federación. No tuvo nada que ver con los métodos, ni con el proyecto, ni con nada.

Pero sus pupilas la acusaron de acoso y maltrato sicológico.

Al final se llevó todo a un juicio, que gané yo. Fueron momentos dramáticos, tanto a nivel personal como a nivel deportivo. Suelen pasar, pero ya está. Eso está cerrado.

¿Que hubo de cierto en la carta que enviaron sus ex dirigidas sobre sus vejaciones en el trato?

Fue una cosa totalmente sacada de contexto. Eso es algo que quedó en el vestuario, es una cosa pasada. El juez dictaminó lo que había, gané yo. Ya está. Todo el mundo en un momento dado puede presumir de ciertas situaciones que, sacadas de contexto, tienen un sentido equivocado. Pero el tema ya está más que optimizado. Al final fue todo una manipulación de situaciones y de historia de vestuarios.

¿Se quebraron los códigos del camarín?

No, no. Mi método es un método público, abierto. Yo trabajo en piscinas públicas, donde todo el mundo está al corriente de cómo se manejan las cosas.

¿Cualquiera puede mirar sus entrenamientos?

Sí, sí. Todo el mundo puede.

¿Qué sintió cuando España no clasificó a Río? Justo sin usted.

Una gran pena y una gran pérdida personal, porque quedaron muchos esfuerzos en el camino por malas decisiones políticas, pero el deporte es así: a veces se gana y otras no. Por mi parte, quedé muy contenta por la clasificación de Ucrania, que era el país que entrenaba en ese momento.

¿Y ya tiene ofertas para entrenar un nuevo equipo?

De momento estoy con China, cuando acabe eso ya iré manejando.

¿Y qué veremos de usted en Chile?

Dictaré una clínica sobre coreografía. Y trataré de ganar la competencia con mi equipo.

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