Señor director:

Tras algunas crisis de indicadores, tales como la encuesta Casen, el IPC de salud (y el IPC general) y ahora la cifra de habitantes en Chile, es prudente poner en tela de juicio una epistemología en que las cifras representan hechos previamente existentes. No sólo es necesario recordar que ellas son construcciones sometidas a exigencias de trazabilidad, sino que instituyen formas de organizar la vida colectiva.

Lo que está en juego en las estadísticas nacionales es su orientación para la construcción de un colectivo democrático, asociado por vínculos de confianza, que explicita sus reglas instituyentes, que publicita la trazabilidad de la cadena de producción de sus indicadores y, por sobre todo, que despliega esas cifras como articuladoras de diversos públicos, proponiéndose como objetivo la incorporación de los legos para el enriquecimiento de las mismas.

Esta crisis es parte de las exigencias y posibilidades del actual desarrollo informático. Pero la digitalización del Estado no es sólo entregar datos a partir de la Ley de Transparencia: es considerar que todos somos investigadores, que las bases de datos deben ser públicas, que los códigos de programación con que se obtuvieron esas cifras son accesibles y que la cognición es una característica distribuida a lo largo de un colectivo.

Esto implica reconocer la enorme brecha que tenemos en estas materias en el Estado y en nuestra educación; pero también aceptar que sólo abordándola podremos pacificar el por ahora belicoso ambiente de los indicadores.

Yuri Carvajal

Académico Escuela de Salud Pública, U. de Chile

Aníbal Vivaceta

Universidad de Valparaíso