Era uno más de los pasajeros que viajaban en el tren de Suiza a Munich. En 80 años el alemán Cornelius Gurlitt no había llamado la atención de las autoridades. Pero esta vez fue diferente. Los agentes de aduana repararon en él por un detalle: llevaba 18 billetes de 500 euros en los bolsillos, 9 mil euros en efectivo. Entonces Gurlitt, que viajaba en solitario, se volvió sospechoso de evasión fiscal.

La investigación arrancó en 2011 y condujo a los agentes hasta un viejo departamento en Munich. Sucio, mal conservado y en desorden, el lugar reservaba una sorpresa, un tesoro impresionante: 1.500 obras de arte, de incalculable valor artístico y económico, de grandes maestros del modernismo. Entre ellos, Edvard Munch, Picasso, Franz Marc, Paul Klee, Chagall, Otto Dix, Oskar Kokoschka y Max Liebermann.

El hallazgo fue difundido por la revista alemana Focus, que estima en mil millones de euros el valor del conjunto. Se trata de obras que fueron robadas o confiscadas por los nazis, así como de piezas que coleccionistas judíos vendieron a muy bajo precio.

El arte de vanguardia que florecía en Berlín en los años 20 y 30 -expresionismo, dadaísmo, surrealismo- fue condenado por los nazis y expulsado de sus museos. Con el título Arte Degenerado, en 1937 se realizó en Munich una exposición con 650 obras, de Munch a Picasso. Según Focus, en la pinacoteca de Gurlitt habrían unas 300 piezas de aquella muestra. Además, se encontrarían 200 cuadros con orden de búsqueda oficial.

La operación se mantenía en secreto hasta ayer. Los los lienzos, según la publicación alemana, se encuentran en una cámara de seguridad del Servicio de Aduanas de Baviera. La experta berlinesa Meike Hoffmann analiza su estado, valor y su eventual procedencia.

Las obras habrían sido adquiridas por el padre del anciano, Hildebrand Gurlitt, un marchante de arte que tenía una galería en el barrio de Schwabing, en Munich. Tras la Segunda Guerra Mundial, el galerista aseguró haber perdido gran parte de sus obras en los bombardeos de Dresde. De hecho, los aliados consideraron que Gurlitt había sido una de las víctimas de los nazis. Lo cierto es que su hijo guardó la enorme colección en secreto durante más de 50 años en su departamento. De todos modos, aún no está claro el origen de las piezas.

COLABORADOR DE GOEBBELS

Hildebrand Gurlitt era un reconocido dealer de arte en Berlín en los años 30. Según la revista, en principio los nazis no lo apreciaban, porque tenía una abuela judía. Pero Gurlitt contaba con numerosos contactos y logró ser encargado por el ministro nazi de Propaganda, Joseph Goebbels, para vender cuadros de "arte degenerado" a otros países. Así, tenía permiso para entrar y salir de los depósitos berlineses donde el régimen de Hitler acopiaba más de 20.000 piezas requisadas.

Durante la Segunda Guerra, Gurlitt colaboró para formar la colección del Führermuseum, el museo que Hitler planeaba construir en la ciudad austriaca de Linz y que contendría la pinacoteca más grande del mundo.

Tras la derrota de los nazis, Gurlitt, dada su cercanía con el régimen, tuvo que defenderse. Para ello invocó su ascendencia judía y el hecho de que no había pertenecido a organizaciones del régimen. También afirmó haber ayudado a judíos y artistas perseguidos, comprándoles sus obras.

Su hijo, que conservó los cuadros en su departamento, sobrevivía con la venta esporádica e ilegal de ellos.

Entre la colección hay una pintura de Matisse que habría pertenecido al coleccionista francés Paul Rosenberg. Su nieta Anne Sinclair durante décadas ha luchado por la restitución de las obras robadas por los nazis. El hallazgo se suma a la reciente investigación de los museos holandeses en torno al tema.