En medio de una etapa de graves tensiones, Corea del Norte y Corea del Sur apostaron por el diálogo. A diferencia del último encuentro -en diciembre de 2015- las conversaciones se dieron en un clima amistoso y sí concluyeron con resultados concretos. El primero, el "sí" de Pyongyang a participar en los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur. El segundo, la decisión de abrir un diálogo militar, con el objetivo de resolver las tensiones actuales, así como también la reapertura de una línea de comunicación entre los dos ejércitos.

Si bien este hecho es valorable y constituye a todas luces una buena señal  en favor de evitar un conflicto de grandes proporciones, lo cierto es que solo es un primer paso. Corea del Norte se negó a dialogar sobre su desnuclearización, lo que era absolutamente clave en momentos en que el programa de armas nucleares de Pyongyang alimenta las tensiones.

Los últimos acontecimientos reflejan que todas las previsiones de parte de Estados Unidos y del resto de la comunidad internacional sobre las verdaderas capacidades militares de Corea del Norte han resultado equivocadas. Asimismo, el régimen de ese país han dado evidentes muestras de una enorme capacidad para perseverar en su proyecto militar pese a las presiones internacionales y a la grave situación que vive Corea del Norte.

Por ello, es que tanto Corea del Sur como la comunidad internacional, deben evitar los debates estériles y exigir con más fuerza reanudar las conversaciones sobre la desnuclearización, con el fin de hacer frente a un régimen que sigue amenazando la estabilidad global.