"Chimbarongo no es sólo la carretera", comenta Rodolfo Castro desde un caluroso taller ubicado en la parte posterior de su casa en la calle Rosendo Jaramillo. En la entrada están todas sus obras ordenadas, las que muestra orgulloso en una especie de sala de exhibición. Atrás, ya más tímidamente, enseña su lugar de trabajo, el que comparte con su cuñado y va contando que aprendió su oficio solo, a partir de los ocho años, mientras mueve sus manos pecosas, las cuales están secas y dañadas por el manejo del duro mimbre, material típico de esta zona que crece en arbustos y que puede llegar a medir entre 10 centímetros y cinco metros. Es cosechado entre junio y julio, para luego ser cortado y procesado hasta obtener el producto final. En el patio de su taller, Rodolfo tiene una piscina con agua estancada donde remoja las varas y las corta de acuerdo al grosor que necesita con una sierra. Finalmente, limpia la varilla con sus propios dedos y saca el resto inservible.

El material que sobra del corte de la vara se va a la basura, pero el artesano está buscando una manera de reutilizarlo, transformándolo en pantallas de lámparas. Al principio hacía los típicos "encanastillados" de garrafas, pero hoy algunas de sus obras, como lámparas, cuadros o una moto de mimbre a escala real, se exponen en el Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago de la Universidad de Chile (MAPA). "Este es nuestro trabajo, pero generalmente no recibimos mucha atención", dice este hombre oriundo de Chimbarongo que participa del programa del Instituto de Patrimonio Turístico de la Universidad Central, el que se ha desarrollado por más de un año con distintos gestores y operadores locales en diversas comunas de la Región de O'Higgins, asesorándolos en la forma de ofrecer y comercializar sus productos.

Otro artesano de la zona es Miguel Ortega, quien transformó el living de su casa en el taller familiar donde trabaja junto a sus hermanos Benjamín, Noriel y Óscar. Afuera, en la vereda de la calle Javiera Carrera, cuelgan los trabajos que realizan. Completamente concentrado, Miguel arma una pantalla de lámpara doblando el mimbre como si fuera una suave tela, formando nudos que sólo él reconoce. "Las terminaciones son lo que mira la gente, se fijan en mi sello", dice y cuenta que ganó el Tercer Torneo Internacional de Mimbre y Tejeduría Nowy Tomys'l de Polonia, en 2015. "En ese momento me pidieron que armara un mueble e hice lo primero que se me vino a la mente. Me preocupé mucho de las terminaciones y eso me ayudó bastante", recuerda Miguel, con un cigarro encendido en su mano izquierda, mientras que con la derecha sigue doblando fácilmente las varillas. Está armando una lámpara que le pidieron desde Santiago. Es uno de los tantos pedidos que tiene de distintas partes del país, que vende a precios entre 20 mil y 120 mil pesos.

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Moto de mimbre a escala real.

Moto de mimbre a escala real.

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Rancho familiar

En el pueblo de Pelequén, en la comuna de Malloa, a 47 kilómetros de Chimbarongo (media hora en auto), el rancho San Luis destaca por su silencio. A lo lejos sólo se escuchan cientos de caballos correr y relinchar. Al lugar de 600 hectáreas ubicado en las faldas del cordón precordillerano del pueblo, no se permite el ingreso de vehículos. Éstos deben ser estacionados varios kilómetros antes, en una zona habilitada. Al rancho se entra a caballo, en carretas. Luis, de once años, es hijo del capataz y viene en una para dos personas amarrada a un caballo bastante inquieto. Cada vez que el animal se mueve, Luis le hace una ronda de sonidos que sólo ellos entienden. El niño puede domar caballos, y cuando lo hace, les da órdenes a personas que tienen el triple de su edad o más.

¿A qué edad aprendiste a domar caballos?

A los cuatro.

Le comento que, a diferencia de él, la primera vez que me subí a uno fue a los 23 años y se ríe a carcajadas. Luego se emociona con la velocidad que agarra el animal y su chupalla sale volando sin que él se dé cuenta. Le pido que no vayamos tan rápido. Me mira y dice: "No sea tan santiaguino, pueh", pero hace un par de ruidos y la carreta toma una velocidad más moderada.

El rancho San Luis abrió sus puertas para el público hace tan sólo dos meses. Antes, el lugar era utilizado sólo por la familia. Hugo Silva, su dueño, invitaba a sus hijos, primos, amigos y nietos a pasar tiempo en él, pero con los años, la familia fue creciendo y las visitas se fueron espaciando. El dueño pensó en venderlo pero Araceli, su hija, lo convenció de traspasar toda esa pasión familiar a nuevos visitantes y a la gente de la zona. Así se hizo y ahora los cientos de animales campestres hoy se pueden ir a ver. El rancho San Luis es un buen lugar para ir en familia, en especial con niños. Entre sus actividades se encuentra la domadura de animales, hilado y telar mapuche, pastoreo y esquila de ovejas, rienda y asado al palo. Además, todos los viernes el lugar realiza talleres gratuitos para la comunidad.

Los jóvenes del grupo folklórico Pedacitos de Ternura reciben a los visitantes bailando la cueca brava, en un show que cierra Ofelia de Malioca, cantautora de la zona que toca la vihuela chilena, un instrumento de diez cuerdas que era utilizado para entregar las noticias al ejército chileno a través de cantos folklóricos. El rancho está atendido por gente de la zona, muy serviciales, quienes preparan una larga mesa con variada comida chilena, como pequeños panes amasados acompañados con chancho en piedra y refrescante mote con huesillo. El programa de día completo incluye desayuno, almuerzo y once campestre con productos locales, huevos frescos, carnes y vegetales asados, granja educativa, paseo a caballo, degustación de vinos del Valle Secreto, esquila de ovejas y juegos criollos. El valor por persona para un grupo de seis es de 50 mil. También se puede alojar en cabañas para dos personas desde 40 mil pesos con desayuno incluido.

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Grupo folklórico Pedacitos de Ternura.

Grupo folklórico Pedacitos de Ternura.

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Durmiendo en el siglo XVI

¿Se imagina dormir y comer en una hacienda ambientada en el siglo XVI? ¿O pasar la noche en una de las piezas que ocupó el mismísimo Mateo Toro y Zambrano, quien presidió la Primera Junta Nacional de Gobierno? Revivir la época de la Colonia, pero con las comodidades del siglo XXI, es lo que ofrece la Hacienda Los Lingues en su casa patronal de más de cinco mil metros cuadrados, ubicada en el Valle de Colchagua, a 30 minutos de Malloa. La casona típica del campo chileno nace de la recompensa que le dio el rey Felipe II de España a Melchor Jufré del Águila, en 1575, por ejercer como alcalde la ciudad. Desde entonces la estancia ha pasado por 18 generaciones, hasta convertirse en patrimonio histórico en 1980 y ahora en un centro turístico. El terremoto de 2010 la dañó profundamente pero luego de tres años cerrada y una inversión de tres millones de dólares, está en perfectas condiciones.

Si ya las habitaciones destacan por su lujo –una incluso contiene la réplica de la cama Luis XIV del castillo de Chambord– comer en una larga mesa y con utensilios de plata y copas de cristal es algo a lo que la mayoría no está acostumbrado. Por las noches, el único sonido que se escucha es el del viento, el que a veces empuja las ventanas haciendo pensar a algunos que por ahí anda dando vueltas el propio don Melchor. El lugar también cuenta con áreas comunes para relajarse leyendo sobre sillones originales de Francia, o tomar una copa de vino de los mismos viñedos de la estancia. Todo está tan ordenado que a veces da la impresión de que uno está en un museo, pero el personal insiste en que uno se sienta cómodo.

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Comedor de la Hacienda Los Lingues.

Comedor de la Hacienda Los Lingues.

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Una viña chistosa

Muchos conocen los chistes y recuerdan las rutinas en el Festival de Viña del Mar del comediante Coco Legrand (Alejandro González), pero muy pocos conocen su faceta de empresario y amante del vino. Pero la tiene y con un poco de suerte uno se lo puede encontrar saludando con su look de motociclista fanático del rock en la Viña Torreón de Paredes fundada en 1967 por Amado Paredes, su padre, y que él administra junto a Álvaro y Javier Paredes, sus hermanastros.

En un principio, su misión fue transformar sus vinos en una selección de lujo, que actualmente es exportada en un 90 por ciento a otros países, pero ahora también quieren potenciar y promocionar el enoturismo. "Nuestra idea es seguir el sueño de nuestro padre y que la viña esté abierta a toda la comunidad", dice Javier Paredes, gerente general, mientras Coco Legrand interrumpe para recalcar que él trabaja ahí pero sin remuneración.

A pesar de que "Coco" es rostro y auspicia a la Viña San Pedro, específicamente el vino Gato, igual participa en la administración de la viña. "Cuando les conté a ellos que me habían ofrecido hacer la campaña de Gato, estuve bastante incómodo. No sabía cómo decirles. Javier, mi hermano, me dijo que no me preocupara porque el vino proviene de una historia vinculada con la religión, donde Jesús lo comparte en la última cena con sus discípulos, por lo que molestarse o negarse a que hiciera la campaña iba en contra de la herencia de compartir el vino. Desde ese día me volví muy creyente", cuenta entre risas el comediante, mientras abraza a Javier.

La Viña Torreón de Paredes está abierta para todo el público, con o sin reservas. Sus más de 150 hectáreas están divididas entre la hacienda de entrada, la cual fue remodelada por el destacado paisajista Juan Grimm, el torreón, la casona principal y las viñas. El tour básico cuesta 14 mil por persona e incluye el recorrido por las instalaciones más una degustación en una sala que aún mantiene la fachada original de adobe, junto con un cielo armado de antiguas vasijas de madera. Por lo general, Javier es el encargado de realizar las visitas por la viña y una de las mayores atracciones es el torreón original, restaurado y reforzado en sus partes de adobe, al que se le agregó un cuarto piso. Cada uno simula un recorrido por distintas zonas de Chile y el último es utilizado para matrimonios, desde donde los recién casados saludan a sus invitados.

En los próximos meses, la casona original albergará un hotel boutique para sus visitantes donde además Coco Legrand espera instalar todas sus motos de colección. "Ya que no me pagan, por último que me dejen poner las motos", dice.

DATOS ÚTILES

Artesanos

Rodolfo Castro

+56 9 9656 2173

Calle Rosendo Jaramillo 84-B, Chimbarongo.

Miguel Ortega

+56 9 9918 0293

Calle Javiera Carrera N°3, Chimbarongo.

Rancho San Luis

Camino San Luis al fondo, s/n, Pelequén.

ventas@ranchosanluis.cl

Hospedaje: Cabaña para dos persona $40.000 e incluye uso de piscina y desayuno.

Tour por el día: $50.000 por persona en un grupo de seis. Incluye comidas y actividades.

Hacienda Los Lingues

Panamericana Sur km 124,5, Valle de Colchagua.

informaciones@loslingues.com

Hospedaje: US$ 310 por habitación. No incluye comidas.

Viña Torreón de Paredes

Fundo Santa Teresa,

Camino Las Nieves s/n,

Casilla 151, Rengo.

visitas@torreon.cl

Tour por el día: $ 14.000