Trabajadores del Teatro Colón de Buenos Aires y de La Scala de Milán manifestaron hoy en Argentina su rechazo a "los modelos de administración y gestión cultural" de esas salas y llamaron a músicos de otros países a luchar contra "la depredación cultural".

Los empleados advirtieron en un documento conjunto divulgado en Buenos Aires sobre "el intento de parte de las autoridades, tanto en Italia de "(el primer ministro) Silvio Berlusconi, como en la ciudad de Buenos Aires de (el alcalde) Mauricio Macri, de privatizar encubierta o explícitamente las instituciones dedicadas a las expresiones del arte lírico, sinfónico y coreográfico".

"Es una demostración cabal de que (las autoridades) consideran a la cultura como un valor de mercado", señalaron los trabajadores en el escrito, difundido en una rueda de prensa a la que asistieron delegados de los trabajadores del Colón y del sindicato de La Scala.

Miembros de la orquesta del teatro italiano llegaron a Buenos Aires para brindar tres conciertos en el Colón bajo la dirección del maestro Daniel Barenboim.

Los trabajadores aseguraron que se ha recurrido en ambas salas "reconocidas mundialmente" a "normas viciadas de ilegalidad que pretenden recortes presupuestarios, precarización laboral, destrucción de los sistemas de producción propia e incumplimiento de los sistemas de contratación".

"Siempre hemos propuesto el diálogo para la resolución de los conflictos, pero si el silencio y el autoritarismo continúa siendo la postura de los funcionarios, los trabajadores no dudaremos en recurrir a todas las medidas necesarias para defender nuestras fuentes de trabajo y el patrimonio de La Scala y el Colón", advirtieron.

Afirmaron además que la difusión del documento "pretende alertar y convocar a todos los trabajadores de la cultura del mundo".

El teatro Colón fue reabierto en mayo pasado, en el marco de los festejos del Bicentenario del inicio del proceso independentista de Argentina, luego de permanecer cerrado casi cuatro años debido a un extenso plan de obras para su restauración.

Por su parte, La Scala de Milán manifestó en julio pasado su descontento por la aprobación de la ley sobre las fundaciones líricas, que prevé cambios en la gestión y financiación de los teatros, y ha amenazado al Gobierno italiano con cerrar sus puertas si no se aprueba un reglamento específico.

La Scala ha denunciado el alcance de los recortes y teme que estos puedan llevar a su total privatización, puesto que actualmente el Gobierno financia un 25 por ciento de su presupuesto, una cifra baja si se compara con la de otros grandes teatros europeos.