Primero se sacó la corona. Después hizo un mini tiritón. Más tarde se sacó una túnica transparente y quedó en el trikini que Carolina Arregui lució con "hidalguía, glamour y dignidad" como dijo ella misma en el piscinazo de la reina festivalera.

Había hecho esperar más de una hora al centenar de camarógrafos y paparazzi que aguardaban el evento mas fotografiado del certamen. Se dio varias vueltas alrededor de la piscina del hotel O'higgins, poniendo caritas, paseando de manera felina y amenazando. Finalmente se detuvo, se agachó e hizo muecas como si fuera a dar un piquero aunque lo que hizo fue apretarse la nariz con la mano y lanzarse al agua en una especie de bombita.

Es decir, con las rodillas un poco alzadas, los ojos cerrados y con el cuerpo vertical. Algunos reporteros quedaron decepcionados. Hubo silencio. Aunque luego se destapó una lluvia de "¡Carola, Carola!" de los noteros que esperaban entrevistarla en vivo.

Y la reina nadó de un lado a otro. De una esquina a la otra. Con sus aros de perla y ese trikini que se componía de dos partes, una tanga y un top adornado con grandes aplicaciones metálicas unidas con un trozo de tela y dos argollas al medio.

Era de la marca de ropa interior Flores. Arregui, que llegó con su inseparable novio cirujano plástico, Roy Sothers, y un mini escuadrón de ayudantas, asistentes encargados de cada detalle, había empezado advirtiendo que "a lo mejor esperaban más piel, pero lo que van a  ver es lo que hay, lo que van a ver es una señora de 44 años con 4 hijos a los cuales ha amamantado".

Agregó que "esto no se lo vayan a perder porque esto se repite solo una vez en la vida". También agradeció al día, porque le tocó mucho sol, a diferencia de los últimos piscinazos. Y cumplió. La protagonista de Feroz mostró un físico cultivado y una piel como para nadar en las azules aguas del los flashes viñamarinos. Sin esas peligrosas muestras de cierta celulitis, como las que Katherine Fullop mostró hace un año.