Era plena noche de primarias, pero la mente de los presentes ya estaba puesta en otra elección. El pasado domingo 20 de julio, a las 20 horas, mientras se conocían los resultados de las elecciones primarias, Alejandro Guillier recibió en su casa de la Comunidad Ecológica de Peñalolén a los presidentes de los seis partidos de la Nueva Mayoría que apoyan su candidatura.

Y si bien la cita, que se extendió hasta las 23 horas, comenzó con un balance de la jornada y una autocrítica por no participar en las elecciones, las definiciones más relevantes estuvieron en la segunda parte del encuentro: los presentes definieron, entre otras cosas, apurar la definición de un acuerdo parlamentario y de Cores de la centroizquierda. Un elemento sorprendente se añadió: el propio Guillier ha hecho presión para que el Partido Radical vaya en pacto con la Democracia Cristiana. Es decir, con la colectividad que tiene a la otra abanderada del bloque, Carolina Goic.

La propuesta es un ejemplo de la complejidad del nuevo sistema electoral que debutará en los comicios de noviembre. El PS se ha negado rotundamente a sumarse, eventualmente, a una segunda lista con la DC, porque en sus cifras sufrirían un daño electoral. Lo mismo ocurre con el PPD.

Sin embargo, los radicales -que tienen problemas como que dos de sus seis diputados competirán por el mismo nuevo distrito generado en Antofagasta- podrían incluso verse favorecidos si es que el pacto cuida la elegibilidad de sus candidatos. De hecho, un informe hecho por el ex secretario nacional de la colectividad, Víctor Maldonado, indica que el PR podría subir a nueve sus diputados en caso de aceptar la lista conjunta con la DC.

De lograrse este acuerdo, además, podría haber otro elemento en juego: Guillier estaría disponible para apoyar a todos los candidatos que se lo pidan, incluidos los de la DC. Una fórmula que podría terminar debilitando aún más a la candidatura de Carolina Goic, pero que es vista con buenos ojos por varios aspirantes al Congreso de la colectividad.

Pero lo que revela la negociación y la inquietud de los partidos es la relevancia que se le entrega a la elección parlamentaria de noviembre, donde la entrada en vigencia del nuevo sistema electoral tiene la potencialidad de cambiar totalmente la fisonomía del Congreso. Algo de lo que no sólo se está tomando nota en los partidos tradicionales, sino también en las colectividades y pactos que harán su estreno en la competencia de noviembre, quienes, literalmente, esta semana estuvieron con calculadora en mano.

Oficialismo: Las cifras que no cuadran

Es la Nueva Mayoría la que tiene mayores complicaciones prácticas en la negociación. Aunque el sistema está hecho para premiar listas conjuntas y entregar menos diputados a quienes vayan por separado -por ende, con un escenario ideal de una sola lista-, al interior del bloque se afirma que es muy difícil que eso se logre. No sólo por las aspiraciones de cupos de los siete partidos, sino por un factor adicional: la Ley de Cuotas que se estrenará en la elección parlamentaria.

Dicha ley exige que el 40% de los candidatos de cada partido en cada una de las elecciones -senatorial y de diputados- sean mujeres, una obligación que, en caso de ir en una lista conjunta, sería prácticamente imposible de cumplir por partidos como el PPD sin sacar a algunas de sus principales figuras y parlamentarios que van a la reelección, en especial en la senatorial.

El bloque aún está haciendo esfuerzos por lo mucho que está en juego, aunque el consenso es que lo más probable es ir en dos listas "acordadas". Entre los analistas de la coalición se han sucedido cálculos que indican que, de ir separados, la Nueva Mayoría perdería el "premio" que habitualmente consigue la lista más votada en los distritos impares: por el sistema de distribución, Chile Vamos, si va unido, podría quedarse con un diputado extra, incluso aunque tenga menos votos que la suma de las dos listas oficialistas. Esto podría implicar, en concreto, hasta 10 diputados menos.

En el partido de Goic, como intermediarios en las conversaciones han actuado el senador y presidente del Senado, Andrés Zaldívar; el vicepresidente DC y diputado Matías Walker y también el secretario general, Gonzalo Duarte. Además, han impulsado los entendimientos entre los partidos el diputado y presidente de la Cámara, Fidel Espinoza (PS), el parlamentario socialista Osvaldo Andrade, el subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy (PS) y los ministros Mario Fernández (DC), de Interior, y Nicolás Eyzaguirre (PPD), de Segpres.

En el caso de Chile Vamos, la disputa es más bien al interior de los partidos, ya que tanto RN como la UDI tendrán espacio en la mayoría de los distritos para llevar a sus cartas. Hay casos específicos a resolver, como el del distrito 11 (Las Condes), y que están vinculados con demandas de las otras colectividades que integran el bloque, pero la negociación se avizora menos compleja que la del oficialismo.

Los que se estrenan

Antes de que el miércoles pasado Evópoli comunicara que Felipe Kast está evaluando competir por el distrito 11, un Excel circuló entre los dirigentes del partido. En él estaban los resultados del ex presidenciable en las primarias a nivel de todos los distritos. Algo clave para, con ese antecedente en mano, sentarse a hacer la negociación parlamentaria.

Cinco distritos, además del de Las Condes, aparecen como relevantes: el 10 (Santiago), donde actualmente está Felipe Kast; el 13, de San Bernardo; los dos que componen la Región de Valparaíso y que reparten ocho diputados, y el distrito 20 de Concepción. Todos ellos, además de un puñado de otros distritos, están siendo analizados con lupa en un informe que se entregará la próxima semana a la colectividad.

El objetivo de Evópoli es fundamentalmente la elección de diputados. Algo similar a lo que pretende el Frente Amplio, aunque con una excepción: los votos conseguidos por Beatriz Sánchez y Alberto Mayol en la Región de Valparaíso abrieron una esperanza de que el bloque pueda llegar al Senado, aspirando al quinto cupo que se reparte en ese lugar, que se asegura con poco menos del 17% de los votos. Incluso, uno de los nombres que se barajan es el del mismo Mayol.

Esos mismos votos hacen que los dos distritos de Valparaíso sean atractivos para el pacto, así como el 5 (Coquimbo), el 12 (La Florida y Puente Alto), el 17 (Curicó y Constitución) y el 20 (Concepción). Las estimaciones hechas desde otros bloques apuntan a que, proyectando los números de la primaria y los bolsones de votos de figuras como Vlado Mirosevic (Arica) y Gabriel Boric (Punta Arenas), el bloque podría obtener entre nueve a 10 diputados en una buena elección.

Y el misterio es Santiago, donde Jackson irá a la reelección. Es el caso del manual del nuevo sistema: al ser un distrito que reparte ocho diputados, un bloque se asegura uno de ellos con el 11% de la votación, dos con el 22%, tres con el 33% y así. Pocos dudan de que Jackson asegure un cupo, y en el FA están convencidos de que su votación arrastrará al menos a un candidato más del bloque, probablemente el ex dirigente estudiantil Francisco Figueroa. Pero si lograran replicar el 45% que obtuvo en Santiago en 2013, podrían terminar instalando hasta cuatro parlamentarios en ese lugar.

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