El viernes 5 de julio de 1996, a las 16.30 horas, en el Instituto Roslin, en Edimburgo (Escocia), nació la oveja Dolly. Ella fue el resultado del trabajo del científico británico, Ian Wilmut, quien junto a su coinvestigador, Keith Campbell, buscaban un método para mejorar genéticamente la producción de ganado.

Ambos querían saber si una célula especializada, como una de piel o cerebro, podría ser usada para crear un animal completo. Y lo lograron.

Dolly fue el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Y lo que sonaba hasta ese momento como ciencia ficción, fue una demostración que se podían usar células especializadas para crear una copia exacta del animal.  Meses más tarde, el 22 de febrero de 1997, el mundo supo de su existencia. Ese día se divulgó el artículo científico que describía cómo Dolly fue creada a partir de una célula extraída de la glándula mamaria de otro ovino adulto (por eso su nombre en "honor" a la cantante de country Dolly Parton).

Una semana después, el Instituto Roslin recibió 3.000 llamadas telefónicas de medios de todo el mundo.  Comenzaba así una fama científica, que aún perdura. Responsable que dos décadas después sea cotidiano hablar de clonación.

Dolly murió el 14 de febrero de 2003 a los seis años de edad. Su cuerpo fue donado al Museo Nacional de Escocia en Edimburgo, donde actualmente se exhibe.

En 2012 falleció Campbell. Ian Wilmut, hoy de 71 años y retirado ya del Instituto Roslin, habla con La Tercera de ese acontecimiento, que marcó un antes y un después en el mundo de la ciencia.

¿Qué tenía de especial Dolly?

Dolly fue el primer clon de un animal adulto, algo que nadie en ese momento pensaba que era posible. Se habían clonado renacuajos antes, pero nadie había logrado clonar un adulto. Dolly fue el primero. Antes se pensaba que una vez que una célula se había convertido en especializada - tal como una célula de la piel - perdería o apagaría las instrucciones genéticas para convertirse en otra cosa. Dolly cambió eso.

¿Se dio cuenta en ese momento del impacto que tendría en la ciencia?

Francamente no. Nuestro objetivo original era producir animales transgénicos. Habíamos previsto que la clonación podría tener un papel en la biotecnología que sería posible clonar a partir de células en las que habíamos introducido cambios genéticos precisos. No nos imaginamos que también podría dar lugar a oportunidades en medicina regenerativa y células madre personalizadas.

¿Cuál es, en su opinión, el legado más importante de Dolly?

Dolly fue el primer animal clonado a partir de una célula adulta. Ella probó que es posible reprogramar las células de un adulto a comportarse como los de un huevo recién fertilizado. Esto ha allanado el camino para las células madre personalizadas (células IPS). Creo que si uno mira hacia atrás en 100 años, las células IPS serán uno de los descubrimientos biológicos más importantes de este siglo.

¿Alguna vez imaginó que Dolly atraería tanta atención pública? ¿Estaba preparado para ello?

No creo que ninguno de nosotros habría predicho que todavía estaríamos hablando de Dolly 20 años más tarde. Recuerdo que caminaba por la playa con mi esposa diciéndole que no se preocupe porque todo habría acabado para el otoño de ese año. Lo equivocado que estaba.

Veinte años más tarde, ¿lo haría todo de nuevo?

¡Oh, sí, por supuesto! Lo que el proyecto produjo fue de gran importancia biológica, con investigación muy real y derivados clínicos. A nivel personal, el proyecto consistía en un enorme equipo de científicos de talento y nuestro éxito como un equipo, sin duda, creó oportunidades para cada uno de nosotros que probablemente no habría estado allí de otra manera.

¿Tiene alguna predicción sobre dónde nos podría llevar la investigación en los próximos 20 años?

Me gustaría pensar que las terapias con células madre personalizadas se aplicarán clínicamente para el tratamiento de enfermedades tales como el Parkinson en los próximos 20 años.