Paula 1115. Sábado 16 de febrero de 2013

En una edición de lujo, este libro revive con imponentes fotografías –muchas de ellas aéreas– las rutas acuáticas que los misioneros jesuitas realizaron a mediados del siglo XVIII para evangelizar el Archipiélago de Chiloé. Y también la memorable historia de sus autores.

Cuando en 1994 la fotógrafa y diseñadora Tali Santibáñez conoció al ingeniero y fotógrafo Christian Buracchio, ambos amantes de la vida al aire libre y el montañismo, juntos emprendieron una serie de viajes por recónditos lugares de todo Chile. Se casaron en 1998, cuando Buracchio ya era un reconocido montañista nacional: había participado en dos expediciones al Everest y una al K2, entre otros arriesgados ascensos en Chile y el mundo.

Sus aventuras las iba alternando con su trabajo como fotógrafo, y así logró reunir un archivo que superaba las 15 mil diapositivas y que soñaba publicar algún día. Por eso mismo, junto a su mujer crearon Despliegue, una pequeña empresa que prestaba servicios de diseño, fotografía, producción audiovisual y expediciones en kayak, lo que les permitía fusionar viajes y trabajo. Uno de sus proyectos más ansiados era un libro en el que resumirían los paisajes y vivencias que habían recolectado en las siete expediciones en kayak que hicieron por todo el Archipiélago de Chiloé, con el fin de revivir las navegaciones que a mediados de 1700 realizaron los misioneros jesuitas en frágiles dalcas para evangelizar la zona –fruto de lo cual hoy existen iglesias en cada una de las islas, 16 de ellas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–.

Esta edición de lujo cuenta con casi 300 páginas en las que se despliegan fotografías y bosquejos del viaje íntimo de sus autores. Precio: $ 75.000.

En cada travesía llevaban una croquera, en la que, al estilo de una bitácora, dibujaban las embarcaciones en que viajaban y anotaban detalles como la comida que llevaban, las inclemencias del tiempo o cuánto tardaban en cada ruta. A veces, Tali hacía bocetos a carboncillo en los que inmortalizaba a su compañero de viaje prendiendo el fuego o realizando alguna tarea cotidiana. Sin embargo, un hecho trágico dejó inconcluso el ansiado proyecto editorial de los Buracchio-Santibañez: el 6 de febrero de 2002 Christián murió cuando el avión Cessna en el que viajaba al norte para sacar fotografías aéreas se precipitó cerca de la cuesta La Dormida. Dos años después, como un homenaje a Buracchio, Tali publicó Tierra. Agua. Aire, un recuento de sus mejores fotografías, pero pendiente tenía el libro que ambos habían ideado acerca de Chiloé y que llamarían El jardín de las iglesias, tal como los misioneros bautizaron al archipiélago. Diez años se demoró en hacerlo, porque la tarea no fue fácil: además de reconstruir su vida –se volvió a casar y tuvo tres hijos– ella misma buscó la forma de financiar y diseñar una edición de lujo que en 277 páginas, y a través de 444 fotografías, revive un pedazo de la historia más íntima de Chiloé, y que también es la historia que marcó su propia vida.