Actualizado el 22 de marzo de 2023.

Hay cierta hora, en cada día, en la que el sol realiza su descenso y, como un niño que se lleva la pelota cuando lo llaman de su casa, arrastra la luz natural consigo. A medida que la oscuridad avanza sobre la ciudad, los hogares encienden sus ampolletas y dan vida a un festival de tonalidades del que sólo es testigo el ojo que pasea.

La luz fría que emana de la ventana de un baño, donde una señora en camisón fuma a escondidas. La luz cálida y tenue que ilumina el living, justo cuando una familia se prepara para tomar once. La luz blanca y potente de la pieza transformada en oficina y que cierra a última hora de la noche.

La luz artificial acompaña cada jornada, tan indispensable como el propio sol al que busca emular. Pero, ¿qué tanta importancia le damos a la manera en que iluminamos el hogar? Cada vez más, según Carlos Gallardo, quien fundó CG Arquitectura & Interiorismo hace poco más de una década. “Las personas han entendido que la iluminación es un aporte a la decoración, la arquitectura y el paisajismo del lugar en el que se vive”. Que no solo es para evitar la oscuridad.

Por supuesto, el principal objetivo de una buena iluminación es que podamos desarrollar las actividades diarias y desplazarnos por los espacios fácilmente.Pero además del aspecto funcional, la disposición de la luz es también un elemento propio de la decoración.

Así lo explica el decorador de interiores José Vivanco: “Lo que hace la iluminación es armar pequeños espacios que transmiten ciertas sensaciones en las distintas zonas del hogar. Por ejemplo, si tengo un sofá y a un lado pongo una lámpara de mesa y al otro una de pie, estoy automáticamente armando dos ‘mini espacios’ dentro de uno mayor. Y eso permite que todo se agrande visualmente”.

Claro que distribuir la iluminación y elegir el tipo de luz que mejor funcione en cada rincón no es tan simple, ni todos tienen que tener una idea de cómo hacerlo.

Generalmente, como explica la diseñadora de iluminación Marta Farías, los hogares constan de cierta cantidad de espacios con distintas funciones: un comedor, un living, baños, dormitorios, cocina, etcétera. Por eso, cuando se hace un proyecto lumínico, lo más importante es “identificar cuáles son los objetivos de cada espacio”. Y para eso, dice, hay que hacerse algunas preguntas, como “¿qué actividades se van a desarrollar?, ¿hay algún material u objeto que gustaría destacar?, ¿habrán plantas, esculturas, cuadros?, ¿queremos una atmósfera más íntima, más romántico o simplemente una iluminación para ver bien?”.

Cálido o frío

Un lugar de relajación necesita una iluminación muy distinta a uno de trabajo, en el que hay que mantener los sentidos despiertos. Por eso, saber qué clase de actividades realizaremos en cada espacio es fundamental para definir su tipo de luz.

Ahí es cuando aparecen las opciones de luz cálida y fría. “La temperatura del color de la luz se expresa en grados kelvin, una unidad de medida que se relaciona directamente con la iluminación natural, la del sol”, explica Marta Farías, fundadora de la tienda de lámparas decorativas Light Shop.

Mientras más alta la temperatura, más fría es la luz. “El espectro va desde los 2.200-2.700, que sería una iluminación cálida; luego, de 3.000 a 4.000, que se considera temperatura de color neutra; y finalmente de 4.000 a 6.000, que es fría”, detalla la diseñadora.

José Vivanco está convencido de que una casa debe tener una iluminación que entregue calma y genere un ambiente acogedor. Algo que se consigue solo con la luz cálida o más anaranjada. “La recomiendo para los espacios comunes, como el living, el comedor, las salas de estar y los dormitorios”. La luz blanca o fría, en cambio, tienen un carácter funcional, que según el decorador permite que se aprecien los lugares de manera más “auténtica”. “Sirve para baños y cocina, donde manipulamos elementos y hacemos actividades de precisión, como cocinar, maquillarse o afeitarse”.

Con la pandemia, muchos hogares han destinado espacios para convertirlos en lugares de teletrabajo. Para ellos lo ideal es contar con luz blanca. “Es perfecta para trabajar”, dice Vivanco. Sin embargo, a menos que uno pase todo el día en videollamadas, la luz cálida también puede funcionar. “Pero idealmente con un foco direccional o una lámpara más potente en el cielo, y eso complementarlo con lámparas de mesa”.

En sus proyectos, Carlos Gallardo utiliza generalmente luz cálida y neutra. Esta última sustituye a la fría, lo que mantiene un espectro de luz más acotado. “Como luz principal, es perfecta para zonas como baños y cocina, pero también es recomendable para espacios de trabajo, un escritorio o incluso el comedor”. La clave para crear distintos ambientes en el hogar es “saber mezclar los distintos tipos de iluminación”.

La importancia de la ampolleta y la lámpara

Pero la calidad de la iluminación no sólo depende de la temperatura de la luz. Las características de la ampolleta y de la lámpara serán fundamentales para el resultado final.

Al elegir una ampolleta, dice Marta Farías, debemos considerar tres aspectos primordiales. El primero es la ya descrita temperatura. El segundo es el flujo luminoso, “que en palabras simples es la cantidad de luz que sale de la ampolleta y que se mide en lúmenes”. En tercer lugar está su eficiencia energética.

“Antes uno compraba de acuerdo a la cantidad de watts, pero hoy, con las ampolletas LED, una ampolleta de 5 watts con 6 mil lúmenes es más conveniente que otra de de 10 watts y los mismos 6 mil lúmenes: consume menos y produce una cantidad igual de luz”, explica la diseñadora de iluminación. Estos detalles están —o deben estar— indicados en el empaquetado del producto. Aunque sean más caras, las ampolletas LED pueden ahorrar hasta un 90% del consumo energético en comparación a las incandescentes y las halógenas, además de que su vida útil es capaz de llegar a los 25 años.

Por su parte, José Vivanco recomienda las ampolletas LED pero de filamento. “Entregan una luz cálida de color ámbar que hace a los espacios mucho más acogedores. Tienen menos voltaje, otorgándole más intimidad al lugar”, explica el decorador. Su axioma es que “cuando se ocupe luz cálida, que no sea tan potente. Si es fría, tiene que ser más fuerte”. Por ejemplo, para un escritorio o un arrimo en el living, se puede ocupar una ampolleta de menos lúmenes. Y en comedores, lámparas de pie y colgantes, “se necesita una más intensa”.

Pack 7 ampolletas pera de filamento LedZone (4W / 440 lúmenes)


En cuanto a las lámparas, cada una puede emitir de manera diferente la luz. Por eso, dice Farías, es importante consultar chequear la manera en que lo hacen y tener en cuenta los materiales con que están hechas. Por ejemplo, una lámpara con una pantalla de tela blanca o de vidrio emitirá la luz en todas las direcciones, mientras que una con pantalla opaca contendrá la luz, reduciendo su campo expansivo.

En este sentido, la decoradora dice que nunca se debe tener una única luz plana y pareja en todo el espacio. “Una lámpara tipo industrial, metálica, con forma de campana, va a emitir la luz en una sola dirección, generalmente hacia abajo, lo que producirá algunas sombras. Lo importante ahí es no dejar lugares oscuros u opacos, por lo que es clave distribuir las lámparas y los puntos de luz en distintas alturas y así generar profundidades y espacios más dinámicos”.

Vivanco recomienda pensar en un triángulo de iluminación. Es decir, disponer focos en al menos tres puntos distintos del espacio, sin considerar la lámpara de techo. “Estoy convencido de que así se consigue la iluminación perfecta”, asegura el decorador. ¿Cuántas lámparas sugiere él? “No hay límite”, dice. Eso sí, aconseja que si se elige una lámpara colgante, justo bajo ella la acompañe algún. “Puede ser una mesa de comedor, un arrimo, la cama o un velador; pero la lámpara nunca debe ir al medio del dormitorio”.


Más al detalle va Carlos Gallardo, quien sugiere ocupar luces secundarias para iluminar las plantas de interior con una luz cálida. “Hace que resalte el color verde de las hojas y generamos una ambientación poco común. Lo mismo pasa con la iluminación en muebles o por detrás del sofá, para teñir un muro con luz. Son efectos que ayudan a potenciar y destacar objetos en el hogar”.

Iluminación RGB: en busca de sensaciones

Cantaba Cerati: “Pones canciones tristes para sentirte mejor”. De alguna manera, la iluminación ofrece hoy este transporte hacia el hedonismo que es tan propio de la música. En buena parte, porque ahora es posible elegir entre muchas más variedades de iluminación y colores que los que estaban disponibles hace apenas un par de años.

Cada vez se hace más común ver que desde alguna ventana vecina emana una luz roja, verde o azul. O incluso todas juntas, cambiando con algún ritmo o frecuencia, como si en ese hogar se estuviera filmando una película de Dario Argento o Gaspar Noé. Eso es lo que se conoce como iluminación RGB, en referencia a la sigla en inglés de rojo, verde y azul.

“Es una tendencia mundial que se ve mucho en restoranes, bares, discotecas u hoteles, lugares a los que uno va a vivir experiencias sensoriales”, explica Marta Farías. “Lo que se busca hoy es replicar esas experiencias sensoriales en casa”, algo que se puede hacer gracias a la oferta que hay en el mercado, con ampolletas inteligentes que son capaces de cambiar de color, que se conectan a internet y que se pueden manejar desde el teléfono. Como estas Smart Homy, que ofrecen 16 millones de tonalidades e incluso la posibilidad de variar sus colores al ritmo de la música que esté sonando en el lugar, todo controlado desde una app.

Ampolleta LED inteligente Smart Homy Color E27 (2 unidades)


Según José Vivanco, la tendencia surgió en Europa hace dos o tres años, aunque no es muy partidario de este tipo de arreglos: “Creo que pierde un poco de sofisticación el espacio”. Algo similar le ocurre con las barras LED de colores, que están pensadas para utilizarse al pie o en el borde superior de los muros. “Personalmente no me gustan, pero sí es una tendencia que se puede ocupar en departamentos o ambientes más juveniles”, sostiene.

“Tiene que ver con atreverse”, agrega Farías. “Antiguamente no se ocupaba mucho el color en proyectos de iluminación, porque es algo que se hace pensando en el largo plazo y no estar cambiándolo permanentemente. Pero estas ampolletas inteligentes permiten hacer un refresh constante al espacio”.

Barra de luz LED Philips HUE Play Bar (2 unidades / 6,6 w / 530 lúmenes)


¿Qué se consigue cambiando todo el tiempo de color? El mayor aporte, de acuerdo a los entrevistados, es convertir los distintos espacios del hogar en lugares multifuncionales. Como cada vez las viviendas son más pequeñas, los espacios ya no se ocupan solo para una actividad. Un dormitorio es para muchas una oficina, el living es también un comedor, un espacio para hacer tareas o el centro de celebraciones con los amigos. Así, una sala de estar podría pasar de una iluminación cálida tradicional a otra de color morado, transportarnos inmediatamente a un bar o discoteque, por ejemplo.

Hay que considerar que cada color realza los objetos que hay en el lugar y que guardan esas tonalidades. De esa manera, un verde puede darle más protagonismo a las plantas y hacer que el espacio se vea “más parecido a una selva o un bosque”. Mientras el azul puede servir para dar ambiente a un dormitorio, emulando la experiencia de una sala de cine. ¿Y el rojo? “Puede ser para una ocasión romántica, como una cita”, aunque advierte que “la iluminación también habla de nosotros, de cómo somos, y el rojo transmitir la idea de una persona muy intensa”. Por lo mismo, aconseja utilizar ocasionalmente este efecto decorativo y no en el día a día.

Farías, en tanto, recomienda no utilizar colores que evoquen oscuridad, “porque finalmente producen letargo y no creo que alguien quiera esa experiencia”. ¿O sí?


*Los precios de los productos están actualizados al 22 de marzo de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.