Mientras el rendimiento de bonos de todo el mundo toca mínimos históricos, Austria aprovecha una buena oportunidad para endeudarse. El país europeo, que ostenta calificaciones de Aa1, AA+ y AAA, está considerando la colocación de un "century bond"; el segundo tras el que puso en septiembre de 2017 y con el cual recaudó 3.500 millones de euros, con un rendimiento de 2,1%.

Ayer esa tasa llegó a 1,1%, lo que "no es mucho, pero en comparación con la cantidad de activos de rendimiento negativo en Europa, se ve bien", señala Thomas Jackson, director de renta fija en Oppenheimer. Además, plantea que si los austriacos concretan la nueva colocación, probablemente habrá apetito entre los inversionistas, teniendo en cuenta que "actualmente la cantidad de bonos con rendimientos negativos es mayor que el PIB de la zona euro".

Las malas perspectivas globales, no sólo en términos de crecimiento, sino que también en política monetaria, ante un nuevo ciclo de baja de tasas, allanan el terreno para estos instrumentos, que han explorado los gigantes de la región.

"México en la última década ha emitido 3 en dólares estadounidenses, euros y libras esterlinas. Brasil emitió uno a través de Petrobras, un cuasi soberano, y Argentina incluso pudo encontrar una fuerte demanda de su bono a 100 años, poco después de establecerse con holdouts de 15 años", recuerda Oren Barack, managing director de renta fija de AGP Alliance Global Partners. "La tendencia general será el aplanamiento de las curvas de rendimiento o el aumento de la demanda de larga duración por parte de los inversionistas", añadió desde Nueva York.

En ese marco, Chirag Mirani, jefa de Rates Strategy en UBS Securities, señala que "los bonos de larga duración son particularmente útiles para las pensiones y los inversionistas de seguros con pasivos a largo plazo. Desde la perspectiva de un emisor, le permite a uno bloquear el costo". De todas maneras, subraya que la demanda finalmente dependerá de "el precio y la calificación crediticia que maneje el mercado".