George Anastassiou: "Mi crítica es que ojalá hubiese más optimismo en el empresariado"

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El presidente de la AEF Y DE Molymet, asegura que los próximos desafíos son el cambio tecnológico y el fortalecimiento de los lazos dentro de las familias.


Sentado al medio de un gran galpón, el presidente de Molymet, George Anastassiou, pasa prácticamente inadvertido en medio de decenas de jóvenes que concentrados trabajan en iniciativas en torno a la educación. "Seamos realistas, hagamos lo imposible", es la frase que en luces de colores destaca en la entrada de este espacio, el Hub de Aprendizajes de la Fundación Mustakis, solo una parte de un amplio conjunto de galpones en pleno Recoleta, donde conviven emprendedores y estudiantes que diseñan innovaciones en pos del desarrollo social.

Si bien George Anastassiou, presidente de la fundación, no escatima en elogios para hablar de esa obra, es en medio de este entorno donde decide profundizar en otro de sus temas: las empresas familiares. El empresario lidera también la Asociación de Empresas Familiares (AEF), que acaba de cumplir 10 años. De ser cinco socios, hoy son 78. Y ya delinean su próxima década.

Cumplieron 10 años. ¿Cuáles son los desafíos que vienen?

-La industria 4.0 y el cambio tecnológico, en cuanto a cómo va a afectar a las empresas familiares, cómo se están preparando, cómo podemos ayudarle a que tomen conciencia, lo hagan mejor.

¿Están muy atrasadas?

-En general, en Chile, las empresas están retrasadas respecto del cambio tecnológico; entonces, ahí hay un área a desarrollar. Además, queremos fortalecer la relación de confianza dentro de los miembros de la familia. Las empresas pueden ser exitosas o quebrar, pero cuando los lazos familiares de una experiencia generaron confianza, el tema tiene futuro.

¿Se han deteriorado las confianzas al interior de las familias?

-No.

¿Y por qué lo plantean como un tema a reforzar?

-Porque creo que ponerlo por escrito se traduce en ejercicios que podemos hacer para que las familias convoquen más en su interior, y que no solo sea compartir una vocación, sino que se hable de ciertos temas que tienen que ver con el desempeño y el desarrollo del patrimonio familiar. Creo que eso todavía no pasa. Las empresas han crecido, se han profesionalizado y muchas veces una parte significativa de los miembros de la empresa familiar no pertenece, se ven cada vez más lejanos, entonces el vínculo hacia las familias que estuvieron tras la fundación empieza a desaparecer.

¿Es muy importante que los miembros de la familia sigan estando detrás?

-Cuando hay un gen, un ADN que tuvo fuerza, persistencia, capacidades para armar una empresa que salga del promedio, evidentemente que hay una experiencia maravillosa y que de alguna manera queda metida en el ADN de las generaciones que vienen; si ellos lo sienten y pueden de alguna manera aprovechar esas experiencias, estamos por eso. La asociación debe promover eso, ser conscientes de que no todo llega por osmosis, muchas veces hay que comunicar más, hay que hablar más.

¿Hoy se ve más que las nuevas generaciones no quieren dedicarse a la empresa familiar?

-Sí, por supuesto. Acá, por ejemplo, de estos 40 emprendedores que están metidos en educación, muchos de ellos son hijos de grandes empresarios y están trabajando en educación. Y eso hace que a lo mejor ellos sean capaces de liderar su propia empresa.

¿Cómo impacta eso en la empresa familiar?

-Que las personas tengan más opciones de cumplir sus propios sueños lo único que hace es mejorar el proyecto familiar, porque se multiplica; en vez de tener una empresa familiar, de repente tienes siete empresas familiares.

Una de las áreas de la AEF es la filantropía. ¿Qué tan desarrollado está eso en Chile?

-En las fundaciones hay probablemente muchos más sueños familiares que se quieren trasladar a un sector y que de alguna manera son apoyados por la familia, y en los últimos 10 años he visto un cambio muy importante en cómo esto se está gestionando. Habitualmente, las fundaciones partieron como una iniciativa muy personal, y hoy son iniciativas colectivas.

Dentro de los asociados, ¿cuántos hacen filantropía?

-De las 78 familias, debe haber unas veintitantas con fundaciones que ya operan. Los family office están apoyando proyectos de impacto social como en un 30 y tanto por ciento. La tendencia del impacto social es una nueva manera de hacer filantropía; entonces veo ahí un formato súper virtuoso, un círculo de apoyo estructurado para proyectos que cada vez están mejor evaluados.

Nuestro desafío es que en los próximos dos años los proyectos de impacto social sean varios y, además, tengan el resultado esperado.

¿Y es fácil hacer filantropía en Chile?

-Sí, hay que tener ganas; las ganas pasan por encima de todas las dificultades.

¿Y hay ganas?

-Sí. Hoy es un buen momento para Chile, lo veo bien, aunque de repente me gustaría que muchos amigos participaran más y no dieran vuelta la cabeza cuando tienen que poner unas pocas lucas o tiempo.

¿Les cuesta…?

-Creo que va a cambiar cuando las inversiones de impacto empiecen a mostrar diferencias. Todavía las fundaciones y las instituciones non profit no logran mostrar realmente su impacto.

Se lo pregunto porque Mario Kreutzberger decía hace algunas semanas en PULSO que falta filantropía y que es criticada…

-Eso siempre va a existir. Siempre va a haber un poquitito de chaqueteo, pero también está la parte positiva, donde hay mucha gente que tiene ganas de aportar y el principal aporte es el tiempo; hay lucas que son importantes, pero ninguno de los proyectos sociales importantes habría sido posible con puras lucas. Hay alguien que no duerme para que ese proyecto salga.

¿Cómo está viendo a Chile?

Veo a Chile con más recursos, más optimismo de las personas jóvenes, y de repente los más viejos más pesimistas, pero Chile está genial…

¿En serio?, ¿y las cifras?

-Las cifras económicas son muy buenas, de repente uno hace una mala lectura de las cifras. Yo soy tan optimista, que veo siempre las cosas con el vaso medio lleno; el otro día veía inflaciones y crecimientos en el mundo. Y Chile estaba entre los primeros 10. Es un privilegio estar en una sociedad donde tenemos un 3% de crecimiento, mientras el resto del mundo no está creciendo al 3%, entonces no podemos pedir que haga calor cuando está nevando.

¿Fueron altas las expectativas?

-Las expectativas de repente fueron muy altas, pero igual hemos pasado de un 1% a un 3%. Evidentemente, como un país que está en desarrollo, hay muchos nuevos desafíos que se miran y uno dice 'pucha, estoy relejos de eso', pero es muy distinto que tener potabilización, un techo digno, educación; ahora estamos hablando de calidad de educación. Entonces estamos mirando cosas nuevas y tenemos la capacidad humana y buena guía.

¿El gobierno lo ha hecho bien?

-Me parece que está bien, pero al final cada uno tiene la expectativa no del gobierno, sino de cómo lo haces tú, cada uno de nosotros forma el país que tenemos.

Pero la confianza empresarial ha bajado…

-Lógico, porque las expectativas eran mayores. Hoy hay que mirar el futuro de la digitalización y la mayor productividad como los elementos que van a hacer que las empresas sean más rentables; uno tiene que hacer los cambios desde adentro hacia afuera.

¿El empresariado está mirando a Chile para seguir creciendo acá?

-A diferencia de algunos países vecinos, el chileno invierte en Chile, e invierte en Chile tratando de salir al mercado global. Ahora, quizás los líderes de las empresas se están poniendo más tranquilitos, ya no tienen la misma fuerza, y creo que hoy la sucesión en las empresas grandes está muy ligada a la profesionalización, no necesariamente familiar.

¿Hay empresas familiares donde urge una sucesión?

-Siempre. Siempre hay gente que se queda pegada con la misma música. Ojalá puedan ver lo positivo de partir antes y quedarse al lado contando cómo era la música de antes, pero escuchando la música nueva.

¿Cuáles son las preocupaciones de las empresas hoy día?

-El escenario internacional; la falta de seguridad ciudadana; el tema laboral, donde esperemos que salga algo concreto; el tema tributario, que esperemos que se simplifique, y en eso evidentemente uno le pone la presión al gobierno de turno. Las áreas de presión están reclaras; tú no tienes la sensación de que alguien diga mira, estamos preocupados por el techo, la potabilización, las enfermedades infecciosas, y mira cualquier país de al lado y están en esos problemas…

Es que ya superamos esa barrera.

-Es que hay que cuidar lo que uno supera.

¿Se puede volver atrás?

-Siempre se puede volver atrás, y uno si es positivo está bien y empuja, si uno es negativo a veces ese negativismo hace que mucha gente no quiera participar del sistema.

¿Cuál es su crítica?

-Mi crítica es que ojalá hubiese más optimismo en el empresario.

¿Está pesimista el empresariado?

-No, no está pesimista, pero creo que el cambio de una situación en que estoy 'ni fu ni fa', a estoy 'muy optimista', hace la diferencia de un país.

¿Están 'ni fu ni fa'?

-Sí, 'ni fu ni fa'.

¿Y qué esperan para estar optimistas?

-No sé qué es lo que están esperando. A lo mejor, que haya más facilidades en el tema regulatorio que se ha estancado brutalmente y que hace que haya muchísimos proyectos que aun cuando inicialmente cumplen, después a mitad de camino no cumplen, y eso es muy desincentivador. Ahí está el punto más incómodo.

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