Nuestra propia legitimidad: de lo tuyo a lo nuestro…

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Mientras existen naciones pobres e injustas, al mismo tiempo se han desarrollado naciones que han sido capaces de unirse, ordenarse, salir del subdesarrollo y ser punta de lanza de los grandes desafíos del mundo actual.


Confucio argumentaba que “un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”, y es precisamente en ese punto en el que ninguna mayoría (de tanto izquierda como derecha) quiere volver a tropezar.

Mientras existen naciones pobres e injustas, al mismo tiempo se han desarrollado naciones que han sido capaces de unirse, ordenarse, salir del subdesarrollo y ser punta de lanza de los grandes desafíos del mundo actual. Dentro del concierto de naciones que destacan, no deja de llamar la atención de la evolución a partir del modelo británico en Estados Unidos, Australia, Singapur, Nueva Zelanda o Canadá en donde se ve un trabajo sistemático en fortalecer instituciones políticas y económicas inclusivas como parte de un proceso gradual y evolutivo en donde el sentido de pertenencia de las personas con sus instituciones es un atributo clave. Mientras se respeta a la ley y el orden como manera fundamental de garantizar libertad, resolver disputas y proteger a los más débiles, existe un fuerte respeto a la propiedad privada como un activo país que permite generar confianza, seguridad y crecimiento. En este marco, la inclusión económica (fomentar el modelo que promueva y difunda oportunidades) e inclusión política (promover una alta participación democrática) es fundamental para darle legitimidad al modelo.

En el camino que tenemos a corto plazo es fundamental avanzar con convicción fuerte y clara en contra de cualquier tipo de violencia o funa para abrir un espacio de credibilidad a nuestra institucionalidad política, ya sea modificando la constitución actual o llegando a un amplio consenso sobre una nueva carta magna. Si en algo hemos aprendido a lo largo de más de 200 años de ejemplos buenos y malos es que nos necesitamos todos detrás de un propósito país. En este sentido, hago un llamado a todos aquellos que nos sentimos orgullosos de ser chilenos y queremos lo mejor para nuestro país, para evitar la descalificación institucional haciendo un pequeño cambio de vocabulario de lo “tuyo” a lo “nuestro”, por ejemplo, si se critica al funcionamiento de la seguridad, que se critique a “nuestra” policía y no a “la” policía. Nuestras instituciones están para protegernos, deben evolucionar y necesitamos darnos cuenta de que entre todos podemos hacer mucho para transformarlas para llevarlas al nivel que Chile se merece.

-El autor es consejero Sofofa


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