Las largas filas avizoraban una jornada exitosa. Tal como el pasado 2 de julio cuando las primarias atestaron los lugares de votación, las actuales elecciones proyectaban un escenario similar. Se vio un mayor orden -dado que las mesas estuvieron individualizadas, y no fusionadas como ocurrió en julio- aunque la espera a medida que avanzaba el día fue de todas formas parte de la escena; varios votantes se retrasaron al interior de las cámaras intentando doblar extensos votos. Hubo personas que estuvieron más de una hora esperando sufragar, sobre todo en torno a la hora de almuerzo que se transformó en el período peak de asistencia en varias sucursales. Sólo aquellos que asistieron temprano en la mañana tuvieron suerte.

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Todo ese panorama derivó en que la sensación ambiente fuera optimista. No fueron pocos lo que -a la luz de las filas- auguraban una participación por sobre todas las expectativas. Al final del día, al menos en este caso, sí se cumplieron los pronósticos. En total se contabilizaron del orden de 6,7 millones de chilenos que asistieron a las urnas con la finalidad de elegir a un nuevo presidente, parlamentarios y consejeros regionales (Cores). Las proyecciones más optimistas habían llegado a los 7 millones de votantes. El Gobierno, en tanto, había estimado en 6,5 millones los ciudadanos que sufragarían en estas elecciones. Finalmente el dato estuvo en ese rango. Los residentes en el extranjero -que por primera vez pudieron votar en una elección presidencial- aportaban 22.270 a esos números pasada las 24.00 horas con el 96% de las mesas fuera del país escrutadas.

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El ex presidente Sebastián Piñera convocó a más de 2,4 millones de votantes, un millón más de lo que arrastró la centro derecha en primarias; el candidato de La Fuerza de la Mayoría, Alejandro Guillier, llevó a 1,4 millones, mientras que la representante del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, convocó a 1,3 millones, un millón de votos más que los que obtuvieron en las elecciones del 2 de julio. A ello se sumó cerca de otro millón 300 mil que atrajo el resto de los candidatos.

Más allá de lo anterior, el porcentaje de participación siguió siendo bajo. De los 14,3 millones de ciudadanos que componen el padrón, sólo 46% asistió a las urnas -un 54% de abstención-, menos que el 51% de asistentes que tuvo la primera presidencial con voto voluntario en 2013, aunque más que el 43% que se reportó en la segunda vuelta, y bastante superior al 36% de las municipales de 2016.

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Asimismo, se reportó un 0,98% de votos nulo y 0,59% blancos.

Con todo, contabilizando todas las votaciones que se han efectuado desde que se le quitó la obligatoriedad al sufragio -a partir de las municipales de 2012- estas fueron las segundas de mayor votación, aunque aún lejos de lo que muestra la experiencia internacional. En las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos votó el 55% de los norteamericanos; en España, el 2016, llegó el 66,4% de los españoles, mientras que en los sufragios argentinos de 2015 -cuando triunfó Mauricio Macri-, asistió el 81% de la población trasandina.

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Chile estuvo así en el nivel de Francia (48%) o de la independencia de Cataluña (42%).