Es una gran académica especializada en estudios clásicos de la Universidad de Cambridge. Pero es también una intelectual pública de primera, que utiliza sus investigaciones para arrojar luces inesperadas y profundas sobre los debates contemporáneos. Por ello, es requerida para hablar en los más variados foros y escenarios. Desde las universidades más prestigiadas -que le han dado varios doctorados honoris causa-, hasta la televisión, Twitter, la radio y los diarios. Su blog, “A Don’s Life” (algo así como la vida de un académico), tuvo gran éxito por la ironía y humor de su pluma, al diseccionar la vida dentro de un espacio tan prestigioso como las mejores universidades del mundo.

Un día se preguntó desde cuándo las mujeres han sido consideradas “intrusas” en el terreno de lo público, y especialmente, en qué texto podía encontrarse aquello. Miembro de la Academia Británica y de la Academia Británica de Artes y Ciencias, Premio Príncipe de Asturias 2016, entre muchas distinciones, Beard investigó y encontró en La Odisea, de Homero, el primer ejemplo documentado de un hombre diciéndole a una mujer que se calle, que su voz no había de ser escuchada en público. Telémaco le dice a su madre, Penélope, que se vaya a sus labores propias, “del telar y la rueca”.

El problema es que en el siglo 21 las cosas no son tan distintas. ¿Por qué? Las mujeres siguen siendo vistas como extrañas en la arena de lo público, lo que por cierto afecta su presencia en cargos de poder. Esos hallazgos los reunió en un libro ya canónico, Mujer y Poder, en que brinda una mirada original y lúcida a “cuán profundamente intrincados están en la literatura occidental los mecanismos que silencian a las mujeres, que se niegan a tomarlas en serio y que las aíslan (a veces literalmente) de los centros de poder”, escribe allí esta autora afamada de varios libros sobre la cultura clásica, y que escribió y presentó la famosa serie Meet the Romans con Mary Beard, de BBC, y luego Pompeya: nuevos secretos revelados con Mary Beard.

Su propuesta apunta a que no solo se deben promover cambios concretos y prácticos para lograr equidad de género, sino combatir ciertas ideas sobre lo propiamente masculino y femenino muy enraizadas en la cultura desde siglos y que impiden avanzar, como es la idea de que las mujeres pertenecen al mundo privado y que la opinión públicamente expresada es dominio masculino. De cara al próximo Día Internacional de la Mujer, Mary Beard analiza para Tendencias el estado de las mujeres y el poder hoy.

-¿Qué consecuencia tiene para la sociedad la presencia minoritaria de mujeres en el poder?

-Es muy injusto excluirlas, pero más que eso: es muy injusto para todos no contar con los talentos de las mujeres. Si las mujeres son excluidas de los lugares de poder, todos se pierden lo que ellas son capaces de contribuir.

-La pregunta es cómo se acelera el cambio. ¿Qué piensa de las cuotas u otras medidas de acción afirmativa?

-Es muy difícil, pero hay algunas cosas prácticas que se pueden hacer. En Gran Bretaña hubo casos de acción afirmativa que hicieron que mujeres tuvieran la opción de ser seleccionadas para un asiento en el Parlamento. Fueron bastante controversiales en su momento, hubo políticas, en particular en el Partido Laborista, que puso en algunas de sus circunscripciones solo mujeres en la lista. Ni siquiera consideraron tener a un hombre candidato. Eso fue muy criticado, por razones obvias. Muchos hombres dijeron: “Hey, ¿qué pasa con nosotros?”. Pero creo que en el largo plazo fue beneficioso, pues realmente aumentó de manera significativa la proporción de mujeres en el Parlamento. Creo que hay lugares donde puedes implementar políticas de acción afirmativa de corto plazo de manera muy positiva.

-Aún son controversiales...

-Sé que hay personas que se ponen muy ansiosas al respecto, que piensan que de alguna manera no es justo, ¡pero el mundo ha sido injusto con las mujeres por siglos! Entonces, quizás, sólo por un periodo corto, deberíamos reparar el equilibrio.

-En Chile se aprobó la paridad en la convención constituyente, si es que se vota por una nueva Constitución. ¿Cree que es importante la paridad en la creación de una nueva Constitución?

-Sí, absolutamente. Yo entiendo que hay muchos desafíos en términos de igualdad. Yo he hablado sobre todo de la igualdad de género, pero en Gran Bretaña existen muchos desafíos de igualdad racial, de clase. Pienso que es realmente importante si estás creando el marco de una nueva Constitución, incluir realmente algunas de las cosas que piensas que son absolutamente fundamentales acerca de cómo una sociedad funciona. Y debemos tener una sociedad que funciona con igualdad de género, racial… Y así como es muy importante insistir en eso, también deben ser realistas. Una cosa es insistir en la igualdad en la Constitución y otra es realmente tenerla en concreto. En Gran Bretaña, por ejemplo, por años se ha insistido legalmente en la igualdad salarial, pero claramente todavía no hay igual paga. Entonces, no se trata sólo de ponerlo en la Constitución, debes trabajar en el terreno también. Pero creo que ciertamente ayuda tenerlo señalizado en la constitución.

-Usted sostiene que hay que cambiar las estructuras de poder, hechas a medida de los hombres. Pero eso implica cambios muy grandes, que algunos hombres no quieren o no saben cómo hacer. ¿Qué les diría?

-Cambiar estructuras como estas es duro. Y creo que ciertamente hay personas que están obligadas a perder si cambias el poder.

-En el estudio Nuevo Mapa de Poder y Género en Chile (1995-2018), del PNUD (haga click aquí para leer la nota), hay buenas y malas noticias. Y el ámbito donde no se avanza es en el poder simbólico, universidades, medios, comunicación, publicidad. ¿Cuál es el impacto de esto?

-Es parecido a lo que pasa aquí. Y va en la línea con el sentido de que lo que es realmente importante ahora es mirar nuestras suposiciones. Es ideológico y simbólico. Y acá en Reino Unido las personas están más preocupadas porque hay pocas mujeres en el Parlamento que con el hecho de que hay muy pocas profesoras universitarias. Pero realmente es parte de lo mismo.

-¿Cómo se avanza?

-Sólo necesitamos ver mujeres en posiciones de autoridad, y particularmente, mujeres siendo escuchadas como voces de autoridad en una variedad de temas o lugares, sea en un hospital, una universidad, la BBC, el Parlamento….Todo va junto.

-Para las mujeres en el poder, es difícil llegar ahí y mantenerse, porque la estructura es muy masculina, y hay hostilidad. ¿Qué piensa de eso?

-No me gustaría prescribir lo que cada mujer u hombre debiera hacer. Pero, hasta cierto punto, lo que quiero es que las mujeres tengan la oportunidad de tomar posiciones de poder. Y también quisiera un sistema que las estimule a hacerlo, a sentir esa ambición. Si lo quieren rechazar ellas, está bien por mí, pero necesitamos que tengan la oportunidad. Para ello necesitas cambiar una serie de supuestos sobre lo que las mujeres deberían hacer, para que sientan que esas oportunidades valen la pena. Entonces, no es suficiente solo abrir oportunidades, debe haber también motivación e incentivos para tomarlas.

-En este estudio se revela que hay mujeres que se quedan en segundas posiciones -como vicerrectores o gerentas de área-, quizás por no exponerse a las consecuencias de estar al frente y liderar un cargo de poder…

-Por eso debemos cambiar el discurso de odio, y cambiar algunas conductas, de manera que las mujeres que quieran ir a posiciones de poder que están bajo el ojo público no sean tratadas peor que los hombres. Hay que ser realistas: estar bajo el escrutinio público es duro, seas hombre o mujer. Pero es mucho más duro si eres mujer. Y eso es lo que queremos cambiar.

-¿Por qué las mujeres con poder aún reciben trato más duro?

-Es terrible. La única respuesta que tengo no es una que me hace sentir muy cómoda, y es que hay una muy fuerte hebra de misoginia dentro de la mayoría de las culturas del mundo. Quizás existe algún lugar donde esto no sea cierto, pero no lo he encontrado aún. Y lo que sucede es que cuando una mujer empieza a tener una voz pública, comienza a ser atacada muy frecuentemente. Al principio se puede pensar que es a causa del contenido de lo que dijo, pero eventualmente te das cuenta que no está siendo atacada por eso, sino simplemente porque está hablando (públicamente), sólo por eso.

-¿Por qué pasa eso?

-Hay una tremenda oposición a que las mujeres hablen claro... ¿por qué? Puedes denominarlo sexismo o quizás una versión muy fuerte de misoginia, no sé. Pero pienso que hay algo que les pasa a muchos hombres -y a algunas mujeres-, que les parece raro o antinatural escuchar la voz de una mujer expresando una opinión pública. Y cuando estudias hacia atrás la historia, hacia el mundo romano, encuentras que ocasionalmente había historias sobre mujeres hablando en público siendo criticadas como si fueran animales, “ladrando como perros o rebuznando como burros”.

-Las redes sociales son un lugar donde ese desprecio se expresa aún más. Usted misma tuvo un episodio muy agresivo de ciberacoso, y decidió enfrentar a quien la agredió. ¿Por qué decidió hacerlo?

-No pienso que realmente lo haya decidido. Pero soy una profesora universitaria y mi trabajo es debatir y argumentar con las personas.Cuando la gente me dice cosas en Twitter y estoy en desacuerdo o son ofensivas, la reacción que tiendo a tener es decir: lo siento mucho, pero (las ofensas) no pueden ser, no están bien. Los quiero persuadir a que no digan cosas así. A veces me da rabia y me enojo, claro que sí. Pero la mayoría de las veces mi actitud es tratar de persuadirlos a que no lo hagan, y para eso hay que aproximarse.

-Pero en su caso, debe haber sido difícil enfrentar a un tuitero furioso y agresivo, que profirió amenazas horribles contra usted.

-Sí, sí, pero sabes, la mayoría de ellos son unos cobardes. No van a venir tras de ti a acorralarte. Y pienso que es importante ver que del otro lado de toda su agresión, hay una persona real.

-¿No deshumanizar al que ataca?

-Mira, creo que las mujeres y las personas de color tienen derecho a estar enojadas. Pero no puedes estar enojado todo el tiempo, debes intentar ayudar a que las personas cambien. Y eso es sobre todo lo que yo quiero hacer. No funciona siempre, pero sí algunas veces. Eso ya hace que valga la pena.

-¿No quedarse solo con la rabia?

-Es importante hablar, pero no soy una gran fan de la indignación continua. Hay que tener diferentes retóricas y a veces es una mejor idea reírse de algunas cosas. Uno debe tener una variedad de respuestas. Y lo importante es que la gente empiece a reconocer que el mundo está construido todavía de una manera muy profundamente sexista. Hay muchas maneras de lograr eso, a veces me gusta reírme del sexismo, porque es algo tan tonto. Además, si se reacciona con la misma intensidad a cada episodio de sexismo cotidiano, probablemente no se tendría tiempo para disfrutar la vida. Y también hay que ver que las cosas están mejorando, realmente. Creo que necesitamos capitalizar esto también, y disfrutarlo y sentirnos orgullosas de lo lejos que hemos llegado, y al mismo tiempo señalar todas las cosas que aún tenemos por hacer.

-¿Percibe un cambio en las nuevas generaciones?

-Hay muchas más presiones en las mujeres jóvenes ahora, así como más oportunidades. Por ejemplo, las mujeres jóvenes están mucho más en redes sociales, lo que les trae más momentos difíciles, incluso fuera del ojo público, de lo que yo tenía cuando estaba en mis 20. Pero de a poco, las cosas mejoran. Mi madre nació antes de que las mujeres en este país pudieran votar en las elecciones generales y ya hemos tenido dos mujeres primeras ministras. Es muy bueno que quizás la gente joven piense diferente.

-¿En qué lo nota?

-Quizás son menos tolerantes que yo acerca de algunas cosas. Y eso es bueno, puedes aprender de ellas, lo grandioso es que las sociedades y las estructuras cambian gracias a una mezcla de distintas contribuciones y aportes. Cambian gracias a las jóvenes enojadas, gracias a las mayores más cínicas, y así. Es un asunto de trabajar juntas, realmente.