El año que se va sin lugar a dudas ha sido uno bastante ajetreado en materia política. Casos de financiamiento ilegal de la política que involucraban a importantes personeros de la oposición y del oficialismo; el denominado caso Caval que incluso afectó a la familia presidencial; las múltiples reformas y los desastres naturales marcaron la agenda pública a lo largo de todo el 2015.
El 2015 fue un año muy particular. El no tener elecciones le ha permitido al Gobierno actuar de manera tal que su único costo político ha sido la mala evaluación en las encuestas, pero no ha tenido un castigo electoral importante, por lo que se han arriesgado más en cuanto a las políticas que han querido llevar adelante. Esa posibilidad puede ser una ventaja o una desventaja, en este caso el resultado es que es el Gobierno peor evaluado desde el regreso a la democracia. Las razones son diversas, pero el Ejecutivo se ha tomado libertades que antes ningún gobierno había hecho, por ejemplo el contratar 98.000 empleados públicos en 21 meses resulta una cifra ofensiva cuando se analiza que la mayoría de ellos son militantes de la coalición de gobierno, y cuando se señala públicamente que los recursos son insuficientes para otras políticas sociales, como hospitales o beneficios estudiantiles.
Otro aspecto relevante del 2015 es que fue un año casi perdido para la oposición. El golpe mediático del caso Penta los tuvo fuera del debate público un tiempo importante y la aprobación por parte de sus parlamentarios de reformas promovidas por el Gobierno y que son contrarias a las ideas de la centro derecha, resultaron mensajes confusos para la ciudadanía, dando señales de que no existía una oposición articulada que tuviera un proyecto de país alternativo y concreto.
Sin embargo, el trabajo de algunas personas de oposición ha sido destacable. Por ejemplo Jaime Bellolio, María José Hoffmann y Felipe Kast en temas de educación, o José Manuel Edwards y Diego Paulsen en torno a La Araucanía, por nombrar algunos. A ellos se pueden sumar los nombres de Sebastián Piñera y Manuel José Ossandón como eventuales figuras presidenciales, de acuerdo a las encuestas.
El surgimiento del nuevo referente "Chile Vamos" es un avance importante en cuanto a la unidad de la oposición, aunque el lanzamiento reciente y tardío en diciembre es una muestra de que urge una articulación rápida en que construya una alternativa política concreta al gobierno socialista.
Diferentes razones tenemos para afirmar que el principal problema del Gobierno ha sido el mismo Gobierno. Frente a una oposición frágil, la gran razón que ha tenido el Ejecutivo para fracasar son sus mismos problemas internos, de diagnóstico, de calidad de trabajo, de personas adecuadas para las distintas responsabilidades públicas. Hay ciertos casos emblemáticos que nos dan cuenta de lo anterior, por ejemplo el retraso en la construcción de los hospitales, en los que se contaban incluso con los recursos asignados, o las ocho -sí, ¡ocho!- modificaciones al proyecto de financiamiento de la educación superior, que finalmente fue aprobado a días de los resultados de la prueba de selección universitaria.

El último caso expuesto no es una excepción, lamentablemente. Diversas políticas han sido presentadas de manera desprolija, lo que ha sido señalado incluso por personeros de gobierno, y que da muestra de un cambio en cuanto a la seriedad que veníamos acostumbrados de los gobiernos anteriores, incluso del primero de Bachelet.

Por otra parte, la economía chilena se ha estancado, ha disminuido la inversión, la reforma tributaria no recaudó lo que señalaron cuando la legislaron, el desempleo se ha mantenido estable por la violenta contratación por parte del Estado, Chile pasó del primer lugar de crecimiento del PIB per cápita en la región al puesto dieciséis. Pura mediocridad. Lo anterior no son simplemente cifras, representa un retraso en el bienestar de miles de familias chilenas, no debemos olvidar que aún nuestro país cuenta con cerca de dos millones de personas bajo la línea de pobreza y con una economía estancada difícilmente podrán salir de esa condición.  
El 2016 nos ofrece diversas oportunidades, no solo es un año con elecciones y por tanto los ciudadanos nos podremos manifestar a través de las urnas a favor o en contra del Gobierno, sin embargo, también tenemos un deber de poner en el debate público aspectos esenciales para nuestro país que hoy no se están discutiendo. Por ejemplo, la calidad de la educación ha sido abandonada por una agenda ideológica y sesgada, que posterga gravemente el avance en esa materia.

La frase de la Presidenta Bachelet "cada día puede ser peor" no fue una simple anécdota, sino que se transformó en una realidad. Es de esperar que este año el Gobierno enmiende el rumbo, abandone la retroexcavadora y vuelva a las políticas razonables que tenían a nuestro país en la senda del progreso.