El 15 de Junio del 2013, un adolescente norteamericano de 16 años llamado Ethan Couch atropelló y mató a cuatro personas, dejando además a 9 personas con heridas de alta gravedad. De acuerdo a los datos presentados en el juicio y a su propio testimonio, en el momento del accidente Ethan iba a exceso de velocidad, absolutamente borracho (3 veces sobre el límite permitido) y drogado con Valium. Además, él y sus amigos habían robado parte del alcohol con el que se emborracharon de una bencinera. En el juicio la fiscalía pidió 20 años de prisión para Ethan, pero fue sentenciado a 10 años de libertad condicional y a un año de tratamiento psicológico en un hospital privado. Lo baja de la pena se debe a que Ethan creció en una familia de clase alta.
¿Por qué me atrevo a asegurar que la condena de Ethan fue baja por ser rico? porque ese fue precisamente el argumento de su defensa. El psicólogo clínico Dick Miller testifico a favor de Ethan argumentando que sufre de una condición que causaría que no sea capaz de calcular o entender las consecuencias de sus actos. Esta enfermedad se llamaría afluenza (una mezcla entre influenza y opulencia en inglés) y es consecuencia de crecer con los privilegios propios de una familia rica.
De acuerdo a lo que sabemos, los padres de Ethan dejaron que prácticamente se criara solo, sin ninguna regla ni limite, y jamás lo castigaron cuando se metía en problemas. Según testificó el doctor, a Ethan le regalaron su camioneta a los 13 años, y aunque había tenido problemas con la ley antes (una vez un policía lo encontró con una adolescente inconsciente y semi desnuda en su auto) nunca había enfrentado juicio, ni tampoco castigo parental. Como consecuencia, Ethan creció pensando que ser rico lo hacía invulnerable, y hasta hoy no muestra remordimiento por sus actos.
Aunque hay registro de la palabra afluenza ya en 1954, el término se hizo conocido por los libros de 1997 "The Golden Ghetto: The Psychology of Affluence", "Affluenza: The All-Consuming Epidemic" y la serie de PBS con el mismo nombre. No existe hoy una definición acordada del término, que ha sido usado intermitentemente con los años pero sin nunca alcanzar fama (quizás hasta ahora). Tomando en cuenta distintos usos, afluenza describiría un fenómeno social moderno en que se busca consumir mercancías de manera enfermiza sin encontrar nunca satisfacción en ellas, ni en la vida en general. Affluenza sería como la versión moderna del antiguo Ennui, enfermedad que sufrían los niños ricos victorianos por tener demasiado tiempo libre y ninguna profesión en que desarrollarse. Hoy, ese vacío se llenaría consumiendo y abusando de drogas, sexo y alcohol. Afluenza sería entonces una consecuencia del privilegio. O si se quiere, de ser malcriado en una familia de clase alta, con mucho dinero, donde no existe conexión entre lo que haces y recompensa o castigo (esto último sería clave).
Tomando estas definiciones como válidas, aceptar que Ethan es víctima de afluenza no resulta complicado. Sin embargo el caso ha desatado muchas preguntas en USA, le primera es si la enfermedad existe o no. Personalmente creo que las enfermedades, especialmente psicológicas, son todas socialmente construidas. No quiero decir que no existan, existen en tanto construcciones sociales. Y como tales son muy reales. Pero la afluenza no ha llegado, hasta ahora, a ese nivel de consenso. No está definida en ninguna versión del DSM (la biblia de los psicólogos) ni existen cursos sobre ella en las escuelas de psicología. L a afluenza siempre ha sido definida como un fenómeno social. Similar a la "desesperanza aprendida" asociada a la pobreza o a el "consumismo" que ataca a todos por igual.
La pregunta relevante a mi modo de ver es más bien otra: ¿Puede ser la afluenza considerada como excusa para cometer un crimen? ¿O al menos un atenuante? En el caso de Ethan, el juez consideró que si, los autores del documental consideran que no, psicólogos y abogados han escrito decenas de columnas escribiendo porque si y porque no (aunque mayormente argumentando que no). El asunto no deja de ser complicado, especialmente porque estamos hablando de menores de edad y el punto esencial del argumento sobre la afluenza es el abandono o negligencia paternal.
Por un lado, muchas de las críticas al uso de la afluenza como excusa legal parecen más enfocadas en la disparidad implícita en el término que con la lógica de la defensa en sí. Es decir, lo que genera malestar es que el término afluenza solo es aplicable para los privilegiados, pero ¿no es acaso un adolescente pobre igual de susceptible a sufrir abandono emocional? ¿o incluso más aún? Este es, claramente, el punto más relevante de la crítica. No puede ser que los pobres cometan crímenes y los ricos simplemente "cometan errores", "estén enfermos" o sean "victimas de su entorno."
Por otro lado, hay quienes han recalcado el lado esperanzador de esta condena. Se ha dejado como precedente que un adolescente merece una segunda oportunidad en la vida, que se debe poner énfasis en la rehabilitación y que los padres tienen una responsabilidad en la crianza de sus hijos que puede tener consecuencias legales (han sido posteriormente demandados económicamente por las familias de las victimas). Como señalaba el director de una ONG de rehabilitación en el New York Times: "Es parte de la adolescencia cometer errores, son personas con tendencia al comportamiento impulsivo. Lo importante es comprender que a esa edad aún están a tiempo de cambiar."
El problema es que un caso aislado no indica un cambio de mentalidad. De hecho, la misma jueza que condenó a Ethan unos meses antes había juzgado a un adolescente de 14 años, pobre y afroamericano, por haber golpeado a un hombre quien cayó al piso, se golpeó la cabeza y murió a los dos días producto de la caída. La condena en ese caso fue 10 años de prisión efectiva. La jueza no consideró de igual manera la no intencionalidad, ni los problemas de contexto, ni asuntos de salud mental en este caso. Tampoco era posible que los padres de este joven pagasen un año en una clínica psiquiátrica como los padres de Ethan, ni que encontraran a un abogado que inventara una enfermedad mental para zafarlo.
Y finalmente es eso lo que más molesta. Que las "segundas oportunidades" están reservadas para los que pueden generar suficiente expectativa de buen comportamiento futuro. Y esos son más fácilmente quienes vienen de grupos privilegiados. El caso de Ethan ha llamado la atención porque su riqueza fue movilizada expresamente como atenuante para una condena, y le resultó. Cuando las ventajas de la riqueza en un juicio son utilizadas sutilmente pasan más desapercibidas.
Si bien no todos los jueces y jurados son igual de susceptibles a sus prejuicios (esperemos) y existen a la vez distintos tipos de prejuicios (en algunos casos beneficiando en juicios a grupos usualmente no privilegiados, como las mujeres) estudios muestran que las personas tienden a tomar en cuenta características que sienten están correlacionadas con comportamiento criminal como si fueran pistas en un juicio. Es decir, la ventaja del joven rico no se limita a lo que el dinero puede comprar, ni siquiera a los contactos y redes, sino a que les es más fácil generar una duda razonable en el jurado, porque no cumple el "perfil" del delincuente. Y en los casos en que se declara culpable –como Ethan- les es más fácil generar empatía con sus circunstancias y recibir penas menores.
Además de los estudios de juicios, experimentos (en humanos y primates) han relacionado nociones de status con el nivel de castigo recibido por ser agresivo. Al parecer, el umbral ante las personas de mayor status es mayor. Es decir, reciben menos reproche social cuando son agresivos o tienen comportamientos antisociales. Psicólogos han hipotetizado también que la cárcel parece un castigo mayor cuando se trata de condenar a adolescentes con "toda una vida por delante" y "llena de oportunidades," lo que es más fácil de imaginar en los casos de "niños ricos" que con adolescentes marginales.
En Estados Unidos las diferencias en las condenas son notorias. Parece ser que los jueces tienen mucha mayor fe en las posibilidades de rehabilitación de los adolescentes ricos (y blancos) que en los pobres (y negros). Aun cuando en ambos casos sea su primer problema con la ley, se ha visto que en casos de posesión de drogas, ser blanco (asociado con ser rico en USA) disminuye en un 27% tu probabilidad de tener penas de cárcel. Para que decir la probabilidad de ser condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional o pena de muerte, en que las inequidades raciales y económicas son abrumantes (en juicios por los mismos cargos).
Desconozco si alguien ha hecho los estudios en Chile para saber si provenir de una familia rica o pobre afecta en el tipo de condena recibida por un mismo crimen. Pero hay casos que me han impresionado; la destrucción de un minimarket en La Parva, donde 15 adolescentes de clase alta fueron condenados a trabajos comunitarios aun cuando dejaron gravemente heridos al menos a un trabajador del local. O el caso de los scouts de Viña que casi matan a golpes a un compañero pero –hasta donde he podido averiguar- su caso se cerró con acuerdo compensatorio y sin penas de cárcel para ninguno.
Lejos estoy de pedir penas de cárcel para todos los casos nombrados. Creo firmemente que en casos de menores de edad es cuando es más importante optar por penas alternativas. Pero ¿quiénes tienen derecho a cometer un error y "seguir su vida"? ¿Todos los adolescentes que no supieron prever las consecuencias de sus actos? ¿O solo algunos? ¿Quiénes son capaces de inspirar a los jueves y jurados sobre su posible re-habilitación y quiénes son inmediatamente considerados un riesgo para la sociedad?
En definitiva, la excusa de la afluenza no viene más que hacer explícito la inequidad ya existente en el sistema. En que aunque no existan hoy grupos privilegiados con leyes especiales que los eximan de crímenes (excepto, quizás, los diplomáticos), si existen grupos que tienen la posibilidad de flexibilizar las reglas que nos aplican a todos. Grupos que son capaces de movilizar toda clase de recursos, incluso psicológicos, que a la larga permiten que el privilegio sea excusa para más privilegios.
Nota: no deje de ver la incómoda entrevista del psicólogo de la defensa de Ethan Couch con Anderson Cooper (en inglés): http://www.slate.com/blogs/the_slatest/2013/12/13/affluenza_cnn_s_anderson_cooper_interview_dr_g_dick_miller_defense_called.html