En reemplazo de Rodolfo Pulgar, Jaime Lorca protagoniza la nostálgica Allende, noche de septiembre, escrita por Luis Barrales y dirigida por Pablo Casals. Con gran humildad, Lorca no intenta hacer un retrato físico ni una caricatura. Al contrario, construye un fino perfil que apela a las fortalezas humanas de la figura histórica: su dignidad, templanza y coraje. Desde ese respeto surgen los miedos de un personaje que no quiere morir. Intuyendo su trágico final, pide algunas horas más para disfrutar de la vida, mientras se vaticina que tras la inmolación su figura se plasmará en poleras y chapitas, cual rockero o actor de cine. El actor también dibuja al Allende sentimental, que gusta de las mujeres y no cree en la monogamia. En paralelo y en el umbral de la muerte, sabe que la colombiana Gloria Gaitán espera un hijo suyo. A diferencia de la biografía enciclopédica, al pasional Allende de Lorca y Barrales le corre sangre por las venas.

Horas antes del Golpe de Estado de 1973, la noche del 10 de septiembre el ex mandatario y su círculo más íntimo planifican en la casa de Tomás Moro el anuncio de plebiscito sobre su permanencia en el cargo que hará a la mañana siguiente. A la salida de esa reunión lo espera La Payita, interpretada con solvencia por Patricia Rivadeneira, la secretaria leal, pareja y gran apoyo de Allende. También lo acompaña su hija Tati (Monserrat Estévez), asesora muy cercana, con ideas más radicales que su padre. Deslumbrante es la actuación de Mario Lorca como un líder de la masonería, amigo fiel, pero paradójicamente opositor al ex presidente.

Hay que aclarar que no es una obra de rigor historicista o de "versión oficial". Por ese motivo, se ficciona con libertad. Escalofriante resulta, por ejemplo, la escena de la preparación del suicidio de Allende: un colaborador le dice cómo instalar el fusil regalado por Fidel Castro bajo su mentón.

Algunos de los colaboradores que rodean al ex presidente reflejan las diferencias en la Unidad Popular. Mientras los comunistas y parte de los socialistas se mantenían leales a Allende, otros socialistas y el MIR buscan la vía armada. Aunque la obra no es perfecta y sobran el chiste sobre Marx y las referencias al mito de Prometeo, su gran valor es acercar a las nuevas generaciones las circunstancias ideológicas y el contexto social que rodeó a los personajes hace más de 40 años.