La mayor parte de los chilenos debe conocer Til Til por ser donde asesinaron a Manuel Rodríguez, héroe de la patria. La canción popular y la memoria colectiva recuerdan a esa linda tierra al norte del Gran Santiago. Lo que no todos saben es que Til Til se ha ido convirtiendo en una "zona de sacrificio", a costa de su gente y medio ambiente.
A Til Til va a parar todo lo no deseado por la capital: un criadero de cerdos (Porkland), una planta de tratamiento de aguas servidas y de lodos orgánicos (Aguas Andinas), el tranque Relave Ovejerías (CODELCO), el relave minero Las Tórtolas (Anglo American), la planta de cementos Polpaico, la cárcel Punta Peuco, un centro para detención de menores y el relleno sanitario Loma Los Colorados (KDM). Encima de ello, hoy se pretende instalar a 3 km. de la localidad de Rungue la planta "CIGRI" (Centro Integral de Gestión de Residuos Industriales), de la empresa CICLO, un relleno de desechos tóxicos que recibiría cerca de un 75% de los residuos peligrosos de la Región Metropolitana.
El proyecto se encuentra en etapa de evaluación ambiental, que consideró una fase de participación ciudadana. Como es usual, esta participación dejó mucho que desear. Falta de información imparcial, completa y oportuna a la ciudadanía; falta de transparencia; manipulación a los vecinos. Es que la participación ciudadana, como está concebida en la ley 19300, deviene más bien en una herramienta para el abuso del poder de los políticos y del dinero, antes de ser una oportunidad para el diálogo efectivo y vinculante con las comunidades.
La comunidad organizada se ha opuesto fuertemente a la instalación de esta planta. Estamos a días de una fecha clave en este proceso. Para el martes 25 de julio ha sido citado el Comité de Ministros del gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. Tendrá en sus manos rechazar el proyecto o aprobarlo, en cuyo caso Til Til seguirá seguramente oponiéndose tanto en la justicia ambiental y ordinaria como en la movilización social. Es de esperar que el Gobierno decida en atención a la ciudadanía y no al poder del dinero.
Pero este nuevo conflicto medioambiental de Til Til nos habla de algo más de fondo: el tipo de "progreso" que se ha impuesto en nuestro país, asentado en una política de crecimiento habitualmente arcaica, predatoria y hostil con las personas y el medio ambiente. Un "progreso" que, además, refuerza la estructura social y urbana desigual existente, relegando la basura, lo tóxico y lo indeseado a la periferia, al patio trasero de la ciudad, como es en este caso.
Se requiere inaugurar una nueva relación entre la ciudadanía, las instituciones y las empresas, haciendo que nuestras comunidades sean protagonistas de las decisiones que afectan su vida y las de sus familias. Para ello hay que modificar la ley 19300 y hacer de la participación ciudadana vinculante, general y obligatoria, tanto de los proyectos medioambientales como de los nuevos Planes Regionales de Ordenamiento Territorial (PROTs). Solo así profundizamos la democracia, extendiéndola desde las esferas tradicionales de la política a aquellas de la vida cotidiana de las personas -y esta es, por lo demás, la mejor respuesta en contra de la mentada "despolitización" de la que tanto se queja la "clase política".
Estoy por otro Til Til. uno que empodere a sus comunidades, que rescate el turismo histórico, que restablezca la estación de trenes, que cierre Punta Peuco convirtiéndolo en un establecimiento educacional y social (¡no más cárceles!)... en definitiva, vamos por un Til Til más ciudadano y que deje atrás el estigma de ser llamado el "patio trasero" de Santiago. ¡Aún hay patria, ciudadanos!