Con la visita a nuestro país de los príncipes de Akishino, Chile y Japón celebran por estos días 120 años de una larga y fructífera historia de relaciones diplomáticas formales, marcadas por el ánimo de cooperación y amistad recíproca que ambos países exhiben con orgullo desde que en 1897 suscribieran el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, el cual fue ratificado el año 1906, mismo año en que Chile estableció su embajada en Tokio.
Muchos podrían pensar que es difícil mantener relaciones profundas y duraderas entre dos países tan lejanos y distintos. Pero son justamente estas diferencias las que se han convertido en un complemento exitoso. Ambas naciones exhiben importantes relaciones comerciales, destacando el Acuerdo de Asociación Económica (AAE) cuyos orígenes se remontan a 2004, momento en que Chile recibió de la Cumbre de Líderes APEC y se manifestaron las intenciones de comenzar esta negociación, que culminó en 2007, cuando en septiembre de ese año el acuerdo entró en vigencia.
La importancia de esta alianza no solo radica en la apertura comercial que representa para ambos países -el el 60% de las exportaciones chilenas al país asiático quedaron liberadas de arancel desde el primer día de entrada en vigencia del acuerdo- sino también por el hito que constituye para Japón con la región, pues este es el primer tratado bilateral comercial firmado por Japón con un país de América del Sur.
Hoy día, Japón ocupa el tercer lugar en las exportaciones que se realizan desde nuestro país, destacando una amplia gama, como el cobre, el salmón, la madera, frutas y vino. Por su parte, entre los productos japoneses que ingresan a nuestro mercado destacan vehículos, maquinarias y productos eléctricos.
Además, ambos países participan del Acuerdo Transpacífico de Colaboración Económica (TPP), el que pese al retiro de Estado Unidos, sigue vigente. De hecho, hace solo unos días se realizó en Tokio una nueva reunión técnica para avanzar en el proceso destinado a darle vigencia al TPP, donde Chile ha jugado un rol activo en las negociaciones, para hacerlo acorde a nuestra legislación y así abrir nuestros mercados a un importante número de productos para exportación con países con los cuales hasta ahora el comercio es parcial o bien cerrado.
Pero además de las exportaciones, en los últimos años se ha evidenciado una creciente presencia de la inversión de empresas japonesas en nuestro país, en áreas como la minería, industria, silvicultura, pesca y acuicultura. Tras la llegada de la inversión japonesa al sector minero en la década de los 80, el desafío de esta década es expandirla hacia nuevas áreas, a través de grandes corporaciones, como Mitsui y el Grupo Cobra, o Eurus Energy Holdings Corp., así como con el mundo del conocimiento, tal como ocurre con el convenio entre la Bunka Gakuen University con la Fundación Artesanías de Chile.
Con algunas de estas corporaciones nos reunimos la semana pasada en Japón, donde no solo pudimos conocer de primera fuente los avances que ha desarrollado el empresariado nipón en los ámbitos industriales, tecnológicos, comerciales y académicos, sino que también buscamos reforzar el trabajo legislativo coordinado.
El llamado es hoy a incrementar los diálogos internacionales, reforzar nuestras relaciones diplomáticas y construir las relaciones bilaterales por los próximos 120 años considerando y respetando la importancia del eje del Pacífico como eje del futuro, del desarrollo y del progreso del mundo en este siglo XXI.