Cuando a Alan Greenspan, el famoso ex presidente del Banco Central de Estados Unidos, le preguntaron por el éxito de la economía estadounidense, él respondió que éste radicaba en su Constitución. En mi opinión, en el caso chileno, en que la economía alcanza un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita que prácticamente duplica el de Perú y Ecuador, posicionándose, el año 2008, como la economía con mayor PIB per cápita de Latinoamérica, las responsables son las instituciones económicas.

En efecto, la Ley Orgánica del Banco Central es un excelente ejemplo. Esta entregó a la entidad emisora la responsabilidad de controlar la inflación y la estabilidad de los pagos internos y externos, permitiendo que la inflación disminuyera desde niveles de 30%, a principios de los 90, similares a los que registran actualmente países como Argentina y Venezuela, a niveles en torno al 3% actual. Al mismo tiempo, ésta le permitió al país transitar, durante los últimos 25 años, sin crisis bancarias ni de balanza de pagos.

Otro buen ejemplo son las restricciones que enfrentan las instituciones en torno al Ministerio de Hacienda. En primer lugar, estas no pueden conseguir financiamiento del Banco Central, sino que tienen que financiar el gasto público con impuestos o endeudamiento con terceros. En segundo lugar, las iniciativas legales con costos tributarios tienen que tener el patrocinio del gobierno. Por último, a partir de la administración de Nicolás Eyzaguirre, el gasto público se basa en los ingresos de largo plazo del Estado, lo que evita que en períodos de muy altos ingresos, por ejemplo, por un alza transitoria del precio del cobre, el gobierno termine comprometiendo gastos de largo plazo, que no puedan ser revertidos una vez que el precio del cobre baje.

Finalmente, la figura del propio ministro de Hacienda se ha vuelto una institución en sí misma, ya que, una vez que ha sido nombrado, este es el encargado de liderar y transmitir, en conjunto con el Presidente de la República, la visión económica y política que guiará el camino a la riqueza y la distribución de esta por lo próximos cuatro años. Al mismo tiempo, éste entrega solidez al gobierno para defender sus políticas y hacer frente a las presiones de gasto que todo gobierno enfrenta.

Este domingo conoceremos al próximo Presidente, quien dirigirá los destinos económicos del país por los próximos cuatro años. Con el Parlamento ya elegido, sólo faltará conocer el gabinete para tener el marco completo de las autoridades que dirigirán el país. Sabemos que el próximo gobierno enfrentará nuevos desafíos, muchos de los cuales aún no conocemos, como lo fueron en su minuto el movimiento de los pingüinos, la crisis financiera mundial en 2008 y el terremoto en 2010, todos estos eventos que no fueron considerados en los programas de gobierno y que deterioraron en gran parte su gestión. En este contexto, el éxito del próximo gobierno va a depender de si se mantienen o no aquellas instituciones que, hasta el momento, han funcionado bien, siendo, sin duda, la institución de facto del ministro de Hacienda un eje fundamental sobre el que girará el futuro de nuestro país.