El sábado 19 de diciembre presentamos "Chile Vamos", la coalición que reúne a los partidos de centroderecha, movimientos políticos nuevos y un grupo importante de independientes. Entre ellos se encuentran ex ministros, personas ligadas a los centros de estudios, dirigentes sociales y el ex presidente Sebastián Piñera, entre otros líderes políticos.
Esta nueva coalición surge en un momento particular. Por un lado, nace frente a un gobierno de orientación socialista, con una retórica y una agenda política de marcado sello estatista, que los chilenos han podido apreciar en sus múltiples reformas, con especial énfasis en materia educacional. Por otro lado, lo hace en momentos que el gobierno corona más de un año con una alta desaprobación popular y un contundente rechazo social a todos y cada uno de sus proyectos más emblemáticos, los cuales paradójicamente han ido avanzando en lo político y legislativo.
En este contexto surge la necesidad urgente de articular el mejor proyecto político posible, con las puertas abiertas y que ofrezca a los chilenos una alternativa de cara a las próximas elecciones, pero por sobre todo un mejor país en los próximos años. Por eso los republicanos nos sumamos a esta coalición, donde pretendemos aportar al país ideas como la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, un modelo educacional libre o la urgencia de la promoción social y esperamos que esta propuesta sea amplia, propositiva, exigente, unida y popular.
Una coalición amplia, diversa social y culturalmente. Que convoque a personas de "mundos" distintos: de Santiago y regiones, de distintas edades, con una formación profesional heterogénea o de distintas corrientes intelectuales. El aporte del trabajo en coalición radica precisamente en agrupar a más personas de las que hoy simplemente integran un partido o movimiento. En suma, una coalición de afines y no de perfectos, donde no es necesario tener una coincidencia total, con la voluntad de unir a todo lo que esté a la derecha del socialismo. En este sentido, el ejemplo de "Cambiemos", la coalición amplia –con integrantes del PRO, la Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical- que llevó a la presidencia argentina a Mauricio Macri, es muy significativo para nuestro trabajo.
Una coalición propositiva, con el carácter que hace falta para levantar una agenda transformadora. En momentos en que se discute el rol del Estado y se avanza en una determinada agenda económica y social, urge mostrar a los chilenos las diferencias de nuestra propuesta política. En otras palabras responderles a los ciudadanos la legítima pregunta de cómo sería Chile con un gobierno de centroderecha. Un gobierno que tendría su centro en las personas y estaría comprometido con los más pobres, no para mantenerlos atados al asistencialismo gubernamental, sino que para ayudarlos a salir de la pobreza y procurar su pleno desarrollo humano. Contarles que seríamos muy duros contra la colusión y cualquier cosa que afecte la confianza pública, que modernizaríamos el Estado poniéndolo al servicio de los chilenos y no de un grupo determinado, que tendríamos una agenda agresiva de apoyo al emprendimiento, que concesionaríamos la construcción de los hospitales necesarios para que ningún chileno siga esperando para ser atendido o que nuestro primer compromiso sería deshacer una reforma educacional arbitraria y avanzar hacia un sistema en educación más justo, con calidad y libertad.
Una coalición exigente. Que actúe con lealtad y amistad cívica, que celebre lo bueno de algunas obras de la actual administración, pero que también sea muy clara frente a los errores de este gobierno que perjudican la vida diaria y el futuro de los chilenos. Así se ha notado por ejemplo, en materia de financiamiento de la educación superior con el requerimiento ante el Tribunal Constitucional. Pero también necesitamos una coalición que no dude en llegar a las últimas circunstancias en la defensa de principios de justicia, tal como es el apoyo a los estudiantes más vulnerables, aún cuando tengamos que rechazar una y otra vez los proyectos discriminatorios del gobierno. Que sea fiscalizadora en lo que corresponde, que pregunte detalles de los proyectos gubernativos y de las promesas falsas del programa elaborado por la izquierda el 2013.
Una coalición unida, que sepa que el adversario político se encuentra al frente y no al lado. Esto cobra especial importancia en un sector que no ha sabido trabajar con la debida lealtad interna y que mucha veces disfruta más buscando las diferencias con los aliados en vez de manifestar las que tenemos con nuestros adversarios. Este déficit, cuyo diagnóstico es ampliamente conocido, nos ha hecho perder elecciones -universitarias, gremiales o partidarias-, oportunidades políticas, en elecciones municipales o parlamentarias, perjudicado a nuestros propios candidatos, todo lo cual desanima a nuestros partidarios en todo el país. Los republicanos sabemos que la política no es un juego de suma cero y que mientras más personas defiendan y promuevan nuestras ideas, mejor será para Chile.
Por último, una coalición popular, que tenga como centro de su doctrina y actividad política a la persona. Que vea nombres, caras, familias e historias de vida detrás de las cifras y los gráficos. Mientras algunos creen que la principal preocupación social es la reforma a la constitución, otros sabemos que a los chilenos los mueve tener más oportunidades de trabajo para sacar a sus familias adelante, que aún hay miles de chilenos que tienen que hacer bingos o rifas para pagar sus tratamientos de salud y que si de tómbolas se trata, hoy el gobierno les agregó una más para ver en qué colegios estudiarán sus hijos. Una coalición con los pies en la calle, que sepa lo que de verdad mueve a los chilenos.
Por todo esto, urge una oposición efectiva a la agenda de este gobierno, que construya una alternativa electoral y política al socialismo, pero por sobretodo una alternativa país para que los chilenos y sus familias puedan salir adelante. En definitiva, una oposición con clara vocación de gobierno.







