He escuchado muy a menudo últimamente declaraciones nostálgicas con respecto a la época de "el consenso". El problema, sin embargo, no es que antes había consensos y ahora no, sino las razones por las cuales antes había consenso y ahora no. En esta larga transición que vivimos después de la dictadura "el consenso" era un sustantivo. Un acuerdo político para no cambiar nada relevante y seguir con las políticas implantadas en 1980. Políticas sociales privatizadas, focalizadas y segregadas, impuestos bajos para los más ricos, concentración, centralismo, entre otras. Al mismo tiempo acuerdos poco transparentes de espaldas a la ciudadanía y que no representaban las demandas de mejora como las manos arribas al aprobarse la LEGE post movilizaciones de los pingüinos.

Pero en una democracia sana, "el consenso" no es un sustantivo, sino un verbo: consensuar. Es el acto de llegar a acuerdos, pero desde el desacuerdo. Es una forma de enfrentar los conflictos, no de esconderlos. Una forma permanente, de manera transparente y que generan cambios relevantes. Por ejemplo, Palme (2015) en un trabajo presentado en la Comisión de Pensiones llamado "Lecciones de la Reforma de Pensiones en Suecia", describe la manera en la cual se había logrado una reforma radical en pensiones en una democracia socialdemócrata. El Parlamento hizo un diagnóstico de la situación y le entregó "guidelines" al Grupo de Pensiones conformado por militantes de los partidos políticos con representación Parlamentaria, el cual estuvo encargado de diseñar y gestionar por más de 10 años, y aún hasta ahora, esa reforma sustantiva en el sistema de pensiones sueco. El sistema cambió radicalmente. Pasó de ser un sistema de reparto con beneficios definidos a uno de cuentas nocionales con grandes subsidios cruzados y además se introdujo una pequeña cotización de 2% de ahorro individual.

Otro ejemplo es el caso de Polonia. Aunque es un ejemplo más común en el caso de pensiones. Se dice que usualmente los cambios radicales en el sistema de pensiones provienen de un gran conflicto social y político. En Polonia se había cambiado a AFP en los 90, pero el costo de la transición y mal funcionamiento del sistema colapsaron y se decidió volver al sistema de reparto solidario. Se acordó pedirles a los ciudadanos elegir entre dejar su cotización en las AFP o ir al seguro social. En un primer momento 85% se fue al seguro social y después de cinco años, se pasó a todo el 100% al seguro social dejando a las AFP como voluntarias. Eso pasó en democracia bajo un acuerdo, claro que después de un desacuerdo.

Los consensos no son sustantivos sino que formas de diseñar políticas públicas. El problema en Chile hoy es que la derecha parece que simplemente no quiere llegar a acuerdos porque no quiere reconocer los desacuerdos. Lo que quiere es que respetemos "el consenso" antiguo y con eso no permite avanzar. No se da cuenta que hay problemas nuevos, personas nuevas, ideas nuevas. Y simplemente se dedica a tratar de desacreditar a quienes piensan diferente. El país debe llegar a acuerdos como en cualquier sana democracia. Acuerdos democráticos, transparentes, permanentes, pero como acciones para hacer las transformaciones que se necesitan. Eso profundiza la democracia y resignifica la política. Eso es lo que Chile necesita y quiere. No volver al pasado "consenso". Ese ya no nos sirve para los desafíos actuales y lo que viene.