La existencia de Giangiacomo Feltrinelli, el editor millonario que murió en 1972 a los 45 años de edad, al parecer mientras intentaba volar una torre de alta tensión a las afueras de Milán, fue francamente rocambolesca. Heredero de una de las mayores fortunas industriales de Italia, Feltrinelli sintió desde pequeño apego hacia el pueblo, hacia los desposeídos –aislado en una jaula de cristal, sin amigos de su edad, el niño sólo conversaba con los sirvientes de la mansión que habitaba–, razón por la que siendo bastante joven se involucró en la lucha antifascista y, luego, en las frenéticas actividades del Partido Comunista italiano, colectividad a la que más tarde renunció para seguir un camino revolucionario propio, lleno de aventuras y desventuras, que, a la larga, lo llevaría a ser considerado "el principal agente castrista en Europa", esto en el decir de los principales servicios secretos de Occidente.
Interesado en el desarrollo de las ideas de izquierda y apoyándose en el inmenso capital que heredó y multiplicó, el joven fundó la famosa editorial que lleva su nombre. En calidad de dueño y editor, Feltrinelli llevó a cabo un par de hazañas que hasta el día de hoy son míticas. La primera de ellas fue la de publicar El doctor Zhivago, la novela que a Boris Pasternak le impidieron sacar a la luz en su patria, la Unión Soviética. La segunda fue la publicación de otra novela fundamental dentro del canon del siglo XX, una obra maestra que inexplicablemente habían rechazado Mondadori y Einaudi: El Gatopardo, de Lampedusa. A los 33 años, nuestro hombre era considerado por muchos el mejor editor del mundo.
Una biografía tan contundente, íntima y elocuente como Senior Service (el título tiene un sentido doble: alude a la marca de cigarrillos que fumaba el editor y al "servicio mayor" que Giangiacomo prestó a la causa que defendió de por vida) sólo podría haber sido escrita por alguien muy cercano al protagonista. Carlo Feltrinelli, el autor, tenía apenas 10 años cuando murió su padre, y tal vez por eso la reconstrucción de la vida del progenitor se le presenta al como un ejercicio en que los sentimientos y la duda van unidos, un ejercicio en que la memoria (leve), el afecto (enorme) y la documentación (copiosa) dan pie a un hermoso testimonio que transmite, sin aspavientos, una tremenda y conmovedora ausencia.
Vale aclarar, no obstante, que no todo es intimidad en Senior Service. La violencia de la política italiana de la posguerra es una de las revelaciones más sustanciosas del relato, así como también ciertos episodios desconocidos de la Guerra Fría que protagonizó el padre del autor (se dice que Feltrinelli les ofreció 50 millones de dólares a los militares bolivianos como rescate por el Che Guevara, en caso, claro está, que fuese detenido con vida). Confidente y amigo de Fidel Castro (el editor intentó sonsacarle unas memorias al comandante cubano, pero el proyecto fracasó en gran medida por la extrema locuacidad de Castro sobre temas insulsos), Feltrinelli anotó para la posteridad una de las frases más notables que alguna vez pronunciara Castro: "Stalin: un loco que liquidó la flor y nata del Estado Mayor soviético y del partido y que permitió la movilización de un ejército alemán de tres millones de hombres sin tomar medidas de precaución, un miedoso y un cretino".
25Hacia el final de su vida, Feltrinelli tomó un camino extremo. Obsesionado con la amenaza de un "golpe de estado a la italiana" que darían las fuerzas latentes del fascismo (Democracia Cristiana incluida), el editor abandonó su existencia anterior, pasó a la clandestinidad y comenzó a vivir como un terrorista. Ya no había vuelta atrás. ¿Murió poniendo la bomba o fue víctima de una celada? "La respuesta serviría para cerrar la historia, pero no sirve para establecer lo verdaderamente importante", concluye Carlo con lucidez abrumadora.







