La química entre "Nina" y "Jorgito" es de las más potentes que se han visto en telenovelas recientes. Pero ningún encuentro entre los protagonistas de Avenida Brasil sería lo mismo si, cada vez que se topan en pantalla, no sonara de fondo esa enorme balada de Marisa Monte llamada Depois, incluida en su disco O que você quer saber de verdade (2011), y que es una de las joyas del fenómeno telesérico de la temporada.
El culebrón de la Rede Globo, que hoy retransmite con éxito Canal 13, viene acompañado de un catálogo excepcional y donde también aparecen consagrados como Rita Lee (Reza), Seu Jorge (Amiga de Minha Mullher) y María Rita (Cupido). Una entrega que confirma, incluso en el siempre diverso formato del "soundtrack", la rotunda supremacía del cancionero brasileño en la región. Aunque en Chile tengamos que esperar el arribo de una teleserie para recordarlo.
Marisa Monte (46, Río de Janeiro), por ejemplo, es lejos la cantautora más importante de su generación y no sólo a título personal. Su proyecto Tribalistas (2002-2003), junto a Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown, vendió cerca de dos millones de copias en el mundo y fue ampliamente replicado en radios locales a través de sencillos como Velha infância. Depois, la hermosa canción que suena en Avenida Brasil, está incluida en su octavo álbum como solista, uno que ha presentado en Europa y hasta en Argentina, en junio pasado. Sin embargo, y aquí lo curioso de esta suerte de admiración pasiva que existe en Chile por el gigante sudamericano, ella nunca ha visitado el país.
Tampoco Seu Jorge (43), uno de los embajadores más visibles de la nueva canción carioca, ni María Rita (35), la hija de Elis Regina que en 2003 debutó con un disco homónimo que alcanzó el millón de copias vendidas. Omisiones sensibles para un país que delira con sus mentadas "deudas musicales" (y que cree que son todas anglosajonas), pero que no parece inquietarse con la ausencia de los músicos que están más cerca y que vienen del mismo país al que admiran por sus playas, el fútbol y la "buena onda".
Hay más teorías. Desde la más trivial (la distancia por el cerco idiomático) hasta la más comercial (que se nutren de su propio mercado y no necesitan salir para ganar más audiencias). Pero la feroz simpatía que despiertan estas canciones en Chile demuestran que allí hay un potencial de masividad que merece más vitrina que la teleserie de moda.