1. El riguroso tecnócrata
En la maravillosa película El Barón Münchausen (1988) de Terry Gilliam hay una escena que puedo observar mil veces y mil veces me conmoverá: es el escape en globo de la ciudad sitiada.
La alegoría de la película es al sitio que el emperador Suleiman el Magnífico le estableció a Viena en 1529 marcando el cenit de la expansión del Imperio Turco Otomano hacia el centro de Europa pero representando también uno de los momentos de vértigo que enfrentó el proyecto europeo occidental.
Afuera de las murallas se encuentra el campamento del ejército turco y la corte de Suleiman la que parece estar gobernada por arcaicas leyes del absurdo que reproducen y se alimentan de leyendas y mitos. Al interior de la ciudad, en medio de la anarquía y el pánico todavía existe una estructura de gobierno en manos de un riguroso tecnócrata llamado el Honorable Horacio Jackson que insiste en aplicar criterios científicos al ejercicio de su poder a pesar de que las bases materiales de este y los sedimentos económicos de su legitimidad se evaporan en el aire. Los otomanos, los bárbaros que los rodean, están a punto de tomar su ciudad de la razón; están a punto de derrotar su ciencia, su economía, su política pública y su virtud cívica proclamando una cierta superioridad evolutiva del oscurantismo. Jackson no puede lidiar con este hecho y se retuerce, traspira, grita y se atormenta en medio de la vorágine final de su régimen.
En ese contexto, el romanticismo de una representación teatral ejecutada en medio de un bombardeo turco resucita el espíritu del apasionado aventurero Münchausen. Mientras la ciudadanía entra en pánico y el gobierno de la ciudad intenta preservar los parámetros del régimen, Münchausen propone acciones de arrojo y heroísmo romántico. El gobierno lo rechaza y ridiculiza debido a lo absurdo y anticientífico de su propuesta. Münchausen decide escapar con el objeto de reclutar refuerzos y romper el sitio; para lo cual, premunido de sus virtudes de galán y caballero, construye un globo aerostático a partir de centenares de calzones de mujer inflados con aire caliente. El gobierno tecnocrático, desesperado por la creciente notoriedad de este líder populista envía a las fuerzas del orden a detenerlo. El orden social demanda su detención y arresto. La ciudad solamente se sostendrá si es que se mantiene leal a las perfecciones de su proyecto científico.
Aquí la escena de su escape:
El Barón Münchausen elevándose en el globo sobre la ciudad sitiada: "Damas y caballeros, retornaré prontamente con refuerzos. No pierdan la esperanza. Y a todas las damas a las que debo media tonelada de lino: no se vayan a resfriar. Au revoir."
<em>El Honorable Jackson, observando, asomado a su despacho con un rostro de desprecio y ofuscación:<strong> "No llegará muy lejos con sus ínfulas de aire caliente y fantasías."</strong></em>
Los dos personajes presentan un duelo de teorías sobre cómo mantener vivo el proyecto de la ilustración occidental. Dejemos a la película desarrollar su argumento para ustedes. El nuestro debe resultar relativamente obvio para el lector: Münchausen está, en realidad, salvando a Jackson y su proyecto cívico científico. Paradójicamente lo está salvando, escapando de sus lógicas con el objeto de generar cambios que ese modelo necesita.
2. El humanismo de un naturalista
Acabo de terminar de leer "Time Reborn" (El Renacimiento del Tiempo) del físico teórico Lee Smolin quien por largo tiempo ha sido un opositor teórico a la Teoría de Cuerdas y una serie de otros candidatos de la física contemporánea para constituirse como la Gran Teoría Unificada, esto es, una teoría que unifique los modelos que explican exitosa pero inconsistentemente los fenómenos de lo microscópico (la mecánica cuántica) y lo enorme (la relatividad general). Por lo que explica Smolin, su objeción a las teorías contemporáneas se fundamenta en que estas se encuentran reñidas con la metodología de falseabilidad científica (la formulación de hipótesis a derribar a través de la experimentación). Sin tener ni cercanamente las competencias para juzgar los méritos de su crítica ni los aciertos de la propuesta de solución que formula en este libro, si me atrevo a hacer un poco de polinización intelectual y a afirmar que su teoría aplicada a la economía, puede que tenga algo de mérito. Así leí el libro yo, por lo menos.
La idea central es la siguiente: Smolin nos argumenta a favor de una visión de la ciencia en que el tiempo existe como fenómeno. Afirma que la ortodoxia científica sostiene que el tiempo no es más que una ilusión humana y se expresa en la pretensión de que las leyes del universo que se buscan descubrir a través de la ciencia no son afectadas por el tiempo, son atemporales. Argumenta que esto se debe a que el método que incluye ese modo de pensar el tiempo permite construir modelos muy exitosos para entender y predecir fenómenos físicos acotados, pero que falla al intentar comprender la totalidad del universo. Su argumento es que es equivocado asumir que si un marco científico es óptimo para entender subconjuntos y segmentos delimitados de un sistema complejo entonces necesariamente ese mismo marco servirá para comprender el sistema completo.
Smolin propone, en cambio, la hipótesis de que las leyes del universo son cambiantes en el tiempo y que posiblemente evolucionan. Esto se constituye en una solución posible para las discrepancias entre las dos teorías físicas justamente porque la escala temporal en que se producen las observaciones que hacemos de objetos microscópicos y de objetos cósmicos son tan diferentes. En una de sus ilustraciones más hermosas de cómo podrían "evolucionar" las leyes del universo nos explica que para que esto sea cierto el universo debe tener mecanismos de "memoria" y de ensayo y error. Nos insinúa que los seres humanos quizás somos uno de esos mecanismos. Nos provoca con un hecho estilizado: los experimentos científicos en que los humanos hemos creado tipos de materia que aparentemente no existían antes.
Entonces Smolin da un paso humanista maravilloso. Especula sobre lo que implica pensar en los seres humanos, en su enorme diversidad, en sus infinitas variantes cuando se les interpreta como los agentes del proceso evolutivo en que el universo se explora a sí mismo. Lo que implica es que cada acto de creatividad humana, por pequeño que sea, forma parte de ese maravilloso proceso de exploración. Implica que cada una de esas mezclas que producen nuestros procesos económicos, científicos, políticos, sociales y culturales es un intento del universo por producir algo nuevo y probarlo. Cada ser humano y su extraña capacidad de construir su propia mezcla de ideas, traumas, gustos, destrezas, convicciones y sueños es precioso y tiene ecos cósmicos.
Aquí una conferencia en que Smolin explica las ideas centrales de su libro.
3. El teórico de los paradigmas
Pero hay otra conclusión del libro de Smolin. ¿Qué ocurre si las leyes de la sociedad y la economía evolucionan del mismo modo en que evolucionan las leyes físicas de acuerdo a su teoría? ¿No es cierto, acaso, que la economía en su proceso de imitación metodológica de la física también se ha plegado al paradigma de leyes fijas invariables en el tiempo? A mí me parece que sí.
En la ciencia económica tenemos una "partición" muy similar a la de la física entre las irreconciliables teorías de lo grande y lo pequeño. También en nuestra ciencia hay teorías de lo microeconómico que son relativamente exitosas (sobre todo en sus versiones modernas con fallas de mercado y ciencia del comportamiento) y teorías macroeconómicas (o si se quiere, de equilibrio general simplificado) que están relativamente bien establecidas y funcionan (yo argumentaría que las crisis recientes son resultados de malas políticas que no se encuentran fundadas en buena teoría y evidencia). Han existido muchos intentos por establecer una "Gran Teoría Unificada" de la economía, tal como ha ocurrido en la física y lamentablemente todos esos intentos han fracasado. Siendo la economía lo que es, varios de esos fracasos han estado asociados no solamente a dificultades de estas teorías unificadas para sostenerse empíricamente sino a intentos políticos de extender estas teorías, quizás, más allá de aquello para lo cual eran apropiadas. Hasta el día de hoy no existe la "Gran Teoría Unificada" en economía.
Sin embargo, tal como ocurre en la física, muchas de las observaciones que constituyen conjuntos de hechos estilizados son realizadas en escalas temporales radicalmente diferentes. Por ejemplo, muchas observaciones que se usan en macroeconomía y economía del desarrollo se realizan a lo largo de diferentes ciclos políticos, culturales y tecnológicos, mientras que muchas observaciones que se usan para estudiar mercados en particular se hacen a lo largo de meses, semanas o (en el caso de las nuevas híper-finanzas) dentro de unas horas. Es como si a unos fenómenos los estuviéramos observando con un telescopio Hubble recibiendo señales emitidas hace milenios y otras las estamos observando con microscopios recibiendo señales emitidas hace nanosegundos. Quizás no es tan sorprendente la discrepancia.
La famosa teoría de Thomas Kuhn sobre los cambios de paradigmas en teorías científicas consistía en que una vez que la realidad genera suficientes observaciones contradictorias con una teoría hegemónica, esta es reemplazada por otra que la contiene pero que amplía su espectro y capacidad explicativa. Para una representación divertida de esta teoría ver el siguiente video (nótese el momento de destrucción del paradigma antiguo):
<em>Pero eso presupone que las estructuras y leyes de la realidad que genera la necesidad del cambio de paradigma siguen siendo las mismas que antes. ¿Qué pasa si es que esa realidad ha cambiado? ¿Qué pasa si algunas de las leyes de la economía están cambiando en el tiempo? ¿Será plausible pensar en esta posibilidad?</em>
Quizás hay una forma diferente de entender a Kuhn. Quizás, en algunos casos, lo que ocurre con algunas teorías científicas sociales y económicas es que al cambiar las leyes de las sociedades se generan esas "anomalías" como las llamaba él, esas observaciones discrepantes con la realidad que fuerzan al cambio de paradigma. Pude ser, incluso, que debido a la naturaleza temporal del proceso de recolección de observaciones, datos y hechos estilizados que requiere la indagación científica social, sea muy natural que las ciencias económicas vayan "atrás" de los procesos de la realidad. Van atrás a la velocidad del proceso de acumulación de anomalías. Sería una forma divertida de conciliar Kuhn y Smolin.
4. El filósofo de las hegemonías
Por supuesto que la idea de que las leyes de la economía son cambiantes se puede trazar a Marx. Pero quizás sería justo reconocer que en él parece insinuarse que esos cambios estarían fundamentalmente determinados por los procesos de innovación tecnología. No es de extrañar, nuestro Karl Marx era, después de todo, un hijo de la Revolución Industrial.
El teórico de la microfísica de estos procesos de cambio de las leyes de la realidad social fue el gran Antonio Gramsci. A continuación un video con una especie de "Gramsci for dummies" hecho por un interesante sitio educativo llamado Educantina. Confieso que la única razón por la cual vinculo este video es porque el expositor hace participar a Mafalda ejemplificando las tensiones entre contra-hegemonías y hegemonías.
Si seguimos a Gramsci, las leyes de la sociedad, la economía y la política están cambiando constantemente. Esas leyes tienen, por cierto, algunas de las inevitabilidades de los fundamentos tecnológicos. Sin embargo también se sostienen sobre elementos culturales que son reproducidos y sostenidos a través de la educación, la religión, la política y los medios de comunicación. Es así como se construyen lo que él llama "hegemonías culturales" las que sostienen las leyes sociales, políticas y económicas de un determinado "modelo" (por usar una expresión chilena). Las contra hegemonías son procesos de desafío cultural desplegadas por grupos que, por diferentes razones, no se sienten satisfechos con las "leyes" de la realidad existentes y buscan transformarlas a través de una variedad de mecanismos. Sin embargo –y esta es la gran lección de Gramsci —para ser exitosos esos mecanismos deben generar cambios culturales.
¿Será posible que esas transformaciones culturales generen cambios en las leyes de la economía que expliquen algunas de las "paradojas" empíricas con que estamos lidiando hoy como economistas? ¿Será posible que algo de esto se encuentre detrás de las profundas transformaciones, por ejemplo, que están ocurriendo en el mundo del trabajo, de la educación, de la gerencia, del mercado del dinero? Puede ser, creo que a lo menos vale la pena considerarlo. Después de todo, hay un cuerpo bastante sustantivo de estudios de la nueva economía del comportamiento que parecen indicar que eso es así. Parecen indicar que los mercados que produce la educación de Finlandia son algo diferentes de los que produce la educación de Singapur; que los mercados que produce los medios Norteamericanos son algo diferentes de los que producen los medios Alemanes, que los mercados que produce la cultura pública de Inglaterra son algo diferentes de los que produce la cultura pública Rusa. Y, más aún, que esos procesos van cambiando en el tiempo en una compleja dialéctica que se produce entre cultura y tecnología. Y como si no fuera poco, hoy todo esto ocurre amplificado por las realidades de la globalización.
¿Cabrá la posibilidad de que Gramsci y Kuhn, en realidad, sean los teóricos anticipados de la idea de Smolin aplicada a las ciencias sociales y económicas?
5. El incorregible Barón
Quizás, entonces, Münchausen al escapar en su gesta heroica y romántica en que desafía la hegemonía tecnocrática de su ciudad, no solamente la está salvando a ella, sino a la misma razón científica que Jackson busca defender equivocadamente hundiéndose junto a un paradigma científico que la realidad ha desafiado y derrotado. El desafío de Münchausen es, al igual que el de Smolin, un arrebato lleno de fantasía y romanticismo que sostenido en conocimiento, investigación pero también en intuiciones y convicciones, busca algo muy concreto: salvar la ciudad.
Una de las características centrales del Barón es la variabilidad de su edad, esto es, su relación con el tiempo. En una de las escenas más maravillosas y sutilmente eróticas de la película, el Barón visita el Monte Vesubio donde habita el dios Vulcano. De pronto en medio de una agitación de luces, querubines, flores y sedas aparece su mujer, la diosa Venus (Uma Thurman) dejando a todos boquiabiertos. El incorregible Barón la seduce bajo las narices de Vulcano bailando con ella a través de unos maravillosos e infinitos jardines de agua. Al terminar de seducirla, Münchausen es más joven que al principio: las realidades físicas de su cuerpo fortalecidas, su sonrisa centellante, sus ojos maliciosos, la verdad biológica de su sexualidad restablecida. Para él, el tiempo no se mueve hacia adelante sino que se curva sobre los espacios de la fantasía, las ideas, los sueños y el amor; pero se manifiesta en realidades físicas, en las leyes físicas del mundo.
Quizás pasa lo mismo con las leyes de la realidad, la política y la economía.







