"Dígalo despacito". "Sea más prudente". "No lo comente ya que puede suceder lo contrario". "No se le ocurra mencionar esa frase, es mufa". "No lo diga, con eso sólo logra estimular a los rivales". "Vamos de a poco para que no se despierte el enemigo". Años escuchando ese rosario. Se ha calcado por muchas generaciones y hoy vuelva a reverdecer. "Cuidado que están Alemania, Portugal y Rusia". "Atención que está Camerún y son potentes".
¿Tanto nos cuesta asumir el favoritismo que tiene esta selección? ¿Tan perverso es creer que Chile puede ser finalista? ¿Es un pecado sospechar que el actual campeón de América sea predilecto entre las otras potencias? Al que le irrite los oídos que se los tape y el que no lo quiera leer que salte a la otra línea, pero con todas sus letras Chile es favorito en la Copa Confederaciones.
Con esa aseveración no disminuyo el poderío de las otras selecciones ni tampoco las saco de competencia. Es más, ni siquiera las aislo de un posible título. Tengo un respeto absoluto por todos los oponentes pero una confianza ciega en lo que puede hacer nuestro bando. Cada plantel tiene desde el inicio las mismas opciones, sin embargo, los carteles que oscilan en sus cuellos son distintos. En este caso la proclama de nuestra selección es: favorita.
¿Qué lo respalda? Su pasado y su presente. Ha ganado las dos últimas copas disputadas y hoy está clasificando al Mundial. Éste es un grupo que se conoce. En su cuerpo tiene disputadas tres Clasificatorias, dos Mundiales adultos, tres Copas América y dos títulos. Se conocen de sobre manera y su método de jugar le puede empañar la celebración al más acicalado. Tiene tres pilares muy arraigados: fondo de juego, nivel individual y jerarquía. Sin arrogancia y muy apegado a la realidad observada por todos, no sólo por estos dos ojos que escriben, Chile, sosteniendo su nivel sobresaliente, puede derrotar a cualquier selección.
El que llega a Rusia tocando la cima es Alexis Sánchez. Terminó ovacionado en Inglaterra, pero en su tierra hay algunos que se mofan de él. Qué país más chaquetero en el que vivimos. A veces amargo, desaliñado y malintencionado. Alexis hizo un relato en inglés sobre su futuro y varios políglotas bañan twitter burlándose por su pronunciación. En vez de alabar su progreso,su atrevimiento y su evolución, varios expertos se quedaron con la escasez de fluidez. Muchos con suerte saben decir hello y escupen a un chileno que está paseando la bandera de tu patria en Europa. El jugar en el extranjero te inunda de cultura, te obliga a perfeccionarte en otra lengua y a mirar el mundo con una visión más amplia.
En el último lugar del mundo en vez de aplaudir al que crece, al que gana, algunos se cuelgan de sus pies para que caiga. Imperdonable que algunos personajes que, escondidos en un teclado, se burlan con tanta crueldad de uno de los cinco mejores delanteros del mundo. Así es parte de Chile. El chaqueteo, lamentablemente, sobrevive en la selva de los favoritos.







