La derecha enfrenta una oportunidad histórica en las próximas elecciones. La debilidad y la división de sus rivales auguran un triunfo relativamente cómodo en las presidenciales, mientras que en las parlamentarias el panorama también asoma favorable.Hasta ahora, a Chile Vamos le ha bastado con mostrarse ordenado detrás del liderazgo de su candidato para gozar de una posición privilegiada. Si en 2013 tuvo un resultado catastrófico a nivel presidencial y parlamentario, en 2017 abriga la expectativa de recuperar La Moneda y convertirse en la coalición más numerosa en el Congreso.

Como bien aprendió la Nueva Mayoría, una cosa es ganar el poder y otra muy distinta saber usarlo. En el caso de la derecha, la pregunta es si está en condiciones de transformar esos resultados esperables en influencia política duradera o si arriesga dilapidar el enorme capital político que seguramente conquistará. Todo depende de cómo resuelva lo que para ella es un dilema antiguo: ¿De dónde proviene el éxito en la política? ¿De la gestión o de la convicción?

En el gobierno de Piñera primó el criterio de que una buena gestión sería suficiente. En el actual, la cosa fue al revés: mucha convicción y cero gestión. En ambos casos el resultado fue similar: tanto Piñera como Bachelet fueron duramente cuestionados y bastante impopulares.

La enseñanza es que la gestión resulta un requisito imprescindible, pero insuficiente. Se requiere mucho más que indicadores azules y posicionamiento en rankings internacionales; se necesita un relato basado en ideas profundas que provengan de la identidad propia del sector. Solo una autenticidad sin complejos es capaz de entusiasmar y convencer.

Por desgracia, poco de eso asoma hasta ahora. En algún momento se dio en el sector una discusión interesante y se produjeron documentos valiosos que pudieron resultar orientadores. Sin embargo, hoy ya no se escucha nada por el estilo.

La próxima divulgación del programa de la candidatura presidencial del sector permitirá evaluar si la derecha posee una propuesta contundente y distintiva sustentada en convicciones propias o si otra vez cree que una lista de supermercado con ideas de parche es suficiente. Si no ofrece una alternativa verdadera, cambiarán los nombres de los intérpretes y el ritmo al que bailamos, pero la música seguirá siendo muy parecida a la que venimos escuchando desde 2011.

En buena medida gracias a los desaciertos de un gobierno torpe y obcecado, la derecha se encamina sin demasiado esfuerzo a conseguir un triunfo electoral que puede ser tan amplio como inédito. Pero si es incapaz de aprender de sus errores y no se atreve a recurrir al instrumental propio para proponer -sin nostalgia ochentera o noventera- soluciones a los problemas actuales, volverá a conquistar el poder político por cuatro años para seguir cediendo espacios en las cuestiones que definen nuestra convivencia en el largo plazo.