Pasó con James en Lollapalooza Chile 2011, con Pulp en Primavera Fauna 2012 y es muy probable que vuelve a suceder ahora con Travis en fiiS: que ciertas bandas grandes no triunfan sólo con su repertorio, sino también con su ética de grupo chico. Los escoceses, por ejemplo, no saben de shows individuales en el país.
El conjunto que lidera el bueno de Francis "Fran" Healy debutó en el país en 2007 en un festival que también contó con The Killers y Starsailor y regresó seis años después para ser parte de otro evento con más artistas como Lana del Rey llamado Indie Fun Fest. En estas mismas páginas y a propósito de su retorno al país dijeron que les gustan los festivales y la oportunidad de conectar con nuevos públicos y no hay forma de no creerles o de sospechar de que están justificando esta nueva inclusión en un cartel compartido como pasará mañana en el Parque Padre Hurtado.
Al igual que los irlandeses de Say Something o los británicos que lidera Jarvis Cocker, hablamos de conjuntos que rehúyen el divismo, los privilegios y que simplemente saben conectar con su público. Tipos sencillos que resulta que tocan en una banda y que están agradecidos de que coreen sus canciones en destinos tan lejanos e inesperados como Chile. Eso fue precisamente lo que pasó en 2007, cuando todos los que fueron a ver al conjunto de Brandon Flowers, por esos días uno de los créditos más radiales y exitosos del mundo indie, terminaron aplaudiendo el emotivo debut de Travis, unos que en ese momento venían un poco a la baja, que habían visto cómo otros con más ambición y cálculo comercial como Coldplay -o incluso Keane- habían rentabilizado de mejor manera su fórmula de pop pastoral y melancólico, pero que sin embargo lograron ganarse al público con un repertorio sincero y bien tocado. La postal de estos cuatro músicos abrazados y sonrientes sobre el escenario, los mismos que partieron en 1990 y que siguen juntos hasta hoy, quedó en la retina de los que hoy los esperan como si fueran esos amigos que viven en el extranjero y que hasta dan ganas de ir a esperar al aeropuerto. Es simplemente el fruto de una complicidad y de un vínculo que muy pocos han sabido construir con la paciencia, la dedicación y la fina artesanía de esa gran pequeña banda de Glasgow llamada Travis.