La obra de Nicolás Franco (1973) ha logrado notoriedad el último tiempo en la escena local y a través de su exposición en el Mavi podemos entender en parte por qué. Cortado en pedazos es producto de una residencia realizada en Gasworks (Inglaterra) gracias a la beca AMA, y ya desde el título nos enfrenta a un tema que no siempre logra sutileza y efectividad en el arte actual: la violencia. Efectividad en la medida de generar conciencia. Sobre la sutileza necesaria nos habla Susan Sontag ("Ante el dolor de los demás") cuando se refiere a la manipulación de las imágenes de guerra en los medios de comunicación, donde la saturación y estetización provocan una suerte de adormecimiento.
Franco juega entonces con una manera de decir ocultando. O sea, de partida, lo que evoca el título puede ser una carnicería, no obstante nos encontramos con un montaje entero pulcro, minimalista, donde predominan obras fotográficas y escultóricas, también video, dados a la abstracción geométrica, al uso del cuadrado y la línea, del blanco y del negro, del texto. Esto visualmente. Al entrar en términos conceptuales, ya oscilamos en el límite de lo horroroso.
Dos ejemplos: en la serie Ojo, se leen en los títulos experiencias de soldados afectados por gas mostaza, de ojos quemados o atacados por insectos, y lo que vemos en las fotos son imágenes claroscuras de estos textos en inglés, papeles que han sido rotos, doblados, forrados en plástico y luego fotografiados, para raspar finalmente la tinta y presentarnos los resultados de estas operaciones de violencia intrínseca, de cuerpos que no están, en una serie de cuadros enmarcados de gran formato. Frente a esto, Twins: dos líneas paralelas de metal oscuro -una al suelo y otra al muro- donde están inscritos, respectivamente, un texto que relata el ataque con ácido a dos adolescentes misioneras y otro sobre la Guerra Negra, el genocidio de la etnia Truganini en Tasmania, durante el siglo XIX. En inglés y sobre el soporte oscuro en una línea que debemos recorrer durante metros, la lectura se vuelve dificultosa.
Trabajando con archivos, textos de prensa o relatos históricos, Franco evade la imagen directa y acude a una suerte de mediatización donde opera la manipulación y la borradura, al mismo tiempo que una manualidad que nos sitúa desde códigos escultóricos o pictográficos que atraen estéticamente. En su obra hay algo que se oculta, algo que susurra y algo que se hace evidente. La violencia es más bien el intento de suprimir el horror.